Los medios de comunicación están aliados al poder político y el poder económico, es su dueño y señor. Por tal motivo, están sometidos a las leyes del mercado. Siendo ésta la razón de su merma como servicio público.
Por: José Guillermo Mártir Hidalgo*
El prestigio social que antaño disfrutaban por su vigilancia y denuncia de los demás poderes ha sido dilapidado. En su obra “Calumnia que algo queda: bulos, mentiras y fraudes detrás de las noticias” el periodista español Santiago Camacho explica, que el rumor es utilizado por expertos en comunicación política y corporativa.
Se emplea para desestabilizar o desprestigiar a personas y a organizaciones. Su elemento de persuasión hace que la opinión pública se decante en cierto sentido. A la vez, hay una función gratificante para los que difunden rumores. Hay una razón socioeconómica y una sensación de poder en su difusión. Las personas de menor nivel socio económico gozan la ilusión de estar mejor informadas y las otras, la emoción de manejar información privilegiada. Un rumor puede aplastar a un enemigo con más fuerza que un cañón. Actualmente, los montadores de calumnias e injurias están de plácemes. La Internet facilita que las falsedades se propaguen como un rayo. Dos mecanismos para su divulgación son: subirlos a una red social o remitirlos directamente a los medios de comunicación.
Los maquinadores de noticias falsas tienen en la televisión, a uno de sus principales conductos de propagación. Estas patrañas no solo aparecerán en programas de chismes, sino también en series de ficción, en comedias televisivas y en el cine. Uno de los efectos colaterales más atroces en su divulgación es, acabar de colgar en la víctima un estigma del que difícilmente se podrá librar en su vida. No solo las personas son objeto de este tipo de acecho, también las empresas, a las que les pueden provocar pérdidas de empleos y posibles cierres. Otro tema del cual los medios de comunicación terminan siendo eco son las leyendas urbanas: anécdotas de la vida moderna contadas como verdaderas cuando en realidad son falsas o dudosas. Algunas veces los medios de comunicación son simples víctimas de maestros manipuladores, contribuyendo a difundir involuntariamente las mentiras.
Las televisoras necesitan producir contenidos atractivos que capten la atención de la audiencia, para que los anunciantes inviertan en publicidad. Los que tienen la sartén por el mango son los anunciantes, si dejan de patrocinar determinados programas, estos salen fuera del aire. Los personajes televisivos más poderosos son los programadores, ya que deciden lo que vamos a ver. Uno de los productos de la industria televisiva es la telebasura que comprende la tele realidad: concursos, programas sentimentales y testimonios. Estos productos constituyen una estafa implícita, ya que el tele espectador toma como cierto una realidad inventada, retorcida y manipulada. La lucha no es por las audiencias, sino por el dinero que da la publicidad. Aunque, las curvas de audiencia son el eje alrededor del cual gira la televisión. Intentan mantener o incrementar la audiencia, introduciendo alteraciones en el esquema original de los programas. Se crean situaciones de suspense, cortinillas o videos de duración variable que separan los programas de los comerciales y promociones, para evitar el zapping o cambio de canal para sortear la publicidad. Se imprime un ritmo frenético a los programas, para impedir el grazzing o cambio de canal para seguir varios programas a la vez. Y el contenido del programa es sustituido por otro más salvaje y grosero, para frenar el flipping o cambio de canal por placer. La televisión produce los mismos efectos que una droga: la actividad cerebral del espectador salta del hemisferio izquierdo al derecho y éste entra en trance. El cerebro comienza a secretar endorfinas. Las zonas superiores del cerebro frenan su actividad, cediendo el protagonismo a zonas más profundas como el sistema límbico, por lo que el espectador no es capaz de distinguir las imágenes televisivas de las reales.
Además de generar adicción, la televisión ejerce una forma de control mental. Su exposición excesiva puede provocar alteraciones graves: déficits de atención a los cerebros en desarrollo, obesidad, insomnio y atrofia visual y auditiva. El mayor peligro es aquello que impide: la conversación, la lectura, la convivencia familiar y el juego compartido. La manipulación alude a la distorsión de la verdad, en beneficio de intereses particulares. Los espacios informativos están sujetos a toda clase de manipulación. La mayor parte de su contenido, el cuarenta por ciento de las noticias, proviene de departamentos o firmas de relaciones públicas de corporaciones, empresas, organizaciones y partidos políticos. El objetivo de estas firmas o departamentos de relaciones públicas es, ayudar a controlar la forma en que es percibida la corporación, la empresa, la organización o el partido político, manipulando la opinión pública para que sirva a sus propósitos y estrategias. La mentira es una de las armas más usada, la más sutil y destructiva.
El gobierno estadounidense ha manipulado las conciencias a un punto intolerable. La Guerra contra Irak fue un terreno abonado para la desinformación, el engaño, la manipulación y la mentira. El grado de manipulación propagandística alcanzado, era inédito en la historia de los conflictos bélicos. Los reporteros norteamericanos, se mostraron como caja de resonancia de informaciones filtradas por el centro de comunicación de la coalición militar. Las clásicas técnicas de desinformación usadas fueron: la mentira del cincuenta por ciento y los sondeos. La mentira del cincuenta por ciento infla la opinión sustentada por un determinado medio de comunicación, al tiempo que minimiza el disentimiento contra esa opinión. En los sondeos se presentan igual número de declaraciones a favor de ambas posturas, cuando no existe proporción.
Los medios de comunicación son plataformas empresariales generadoras de beneficios económicos. La televisión, es el medio de comunicación por excelencia. Sus principales funciones son entretener, formar e informar. Pero dichas funciones se ven sustituidas por la manipulación corporativa y política. La televisión construye un mundo aparentemente inocente, neutral y natural, pero, ideológicamente muy activo. La televisión forja la percepción de la realidad. Lo que se ve en televisión afecta a nuestra sociedad, especialmente a los jóvenes quienes son más influenciables y más fáciles de manipular.
*Psicólogo salvadoreño