Diez años para reformar el Banco Vaticano. Una jugada de tres bandas

La reforma al Instituto para Obras de la Religión (IOR) conocido como Banco Vaticano ha sido uno de los asuntos más delicados. Entra en la lógica de la reforma de la estructura de la Iglesia. Los datos señalan que antes del Vatileaks el IOR ya tenía serios problemas, pero la filtración de ellos hizo patente la necesidad de una intervención radical.

Por: Jesus Arturo Navarro

Entre los muchos datos se encuentran cuatro asuntos: la asociación del arzobispo Paul Marcinkus con la utilización de criterios cuestionables para el saneamiento de las finanzas vaticanas, entre los que destaca la vinculación con el Banco Ambrosiano y la mafia. En 2014, el IOR denuncia al expresidente del IOR Angelo Caloia, y a su abogado, Gabriele Liuzzo, por favorecer la enajenación de inmuebles de la iglesia por valor de 57 millones de euros. El delito se tipifica como apropiación indebida y blanqueo de capitales. En 2017 el IOR comunica que ha sido víctima de una estafa por 17 millones de euros por operaciones de inversión. Esta operación que inició a principios de 2013 se denuncia ante las autoridades de Malta. En 2022 se inicia la investigación al cardenal Angelo Becciu por irregularidades financieras en la compra de un edificio en Londres a sobreprecio con relaciones con la cooperativa Spes de Cerdeña, cuyo propietario es Tonino Becciu, hermano del cardenal.

El IOR inicia en 1942 y su antecedente fue la Comisión de Causas Pías fundada por el Papa León XIII en 1887. Desde sus orígenes ha tenido diversos conflictos derivados en ocasiones de la ignorancia sobre la administración sin descartar el asunto de la corrupción, y el de la difícil convergencia entre creencias religiosas y creación de negocios rentables. El fiel de la balanza tambalea cuando ambas cuestiones -religión y dinero- convergen, para sostenerlo basta revisar la historia de escándalos en los que el Banco Vaticano se ha visto envuelto desde su fundación. La finalidad del IOR señalada por Juan Pablo II estaba centrada en la custodia y administración de los bienes transferidos o asignados al Instituto.

Esta finalidad es modificada por el Papa Francisco para señalar un nuevo objetivo “El Instituto tiene por objeto la custodia y administración de los bienes muebles e inmuebles transferidos o confiados a él por personas físicas o jurídicas y destinados a obras de religión o de beneficencia”. El cambio no es menor dado que se trata de un ajuste al señalar que el IOR se encarga de los bienes muebles e inmuebles. Este ajuste es aparentemente pequeño, pero está asociado a la transferencia y administración de todos los bienes muebles del resto de instancias de la Santa Sede. Con ello, Francisco logra -lo que se conoce en el lenguaje deportivo- una jugada de tres bandas: reforma y empodera al IOR, coloca bajo la lupa la gestión del banco al instalar una junta de superintendencia y auditores externos; y de paso quita la administración de los bienes a todas los Dicasterios al centralizar en el IOR su administración (consultar Praedicate Evangelium n. 219 § 3). Con ello, Francisco pretende que el IOR se desarrolle en una perspectiva de transparencia internacional y al mismo tiempo controlar la libre gestión administrativa de los responsables de cada Dicasterio.

En la perspectiva de este asunto de análisis hay que tener en cuenta que los ajustes -al IOR- inician apenas tres meses después de la elección de Francisco, pero tienen su orientación preliminar con la publicación de la Constitución Praedicate evangelium. Con ello se confirma que la transformación de la Curia Romana y de una dependencia pública como es el IOR son parte de una estrategia de largo alcance, al hacer depender la gestión de los recursos y bienes muebles e inmuebles de la Iglesia, es decir, de su patrimonio, de la Secretaría de Asuntos Económicos.

Una figura implementada es el de los Auditores del IOR. El número 25 del Quirógrafo para los Nuevos Estatutos del Instituto para las Obras de la Religión (30 de enero de 2023), señala que “La auditoría legal de las cuentas es realizada por un auditor externo (persona física o empresa) nombrado por la Comisión de Cardenales, a propuesta de la Junta de Superintendencia, por un período de tres ejercicios financieros consecutivos, renovable una sola vez”. Con ello se pretende evitar la concentración de la supervisión en los mismos cardenales y autoridades del IOR, y al mismo tiempo establecer la presencia de una voz externa que exprese su opinión e informe sobre los estados financieros del Instituto (núm 25 y 26).

La reforma ha pasado desapercibida para el gran público, pero el Papa Francisco tiene en marzo de 2023 un motivo para celebrar en el décimo aniversario de su elección: la reforma de la Curia Romana va de la mano con la del Instituto para las Obras de la Religión y de la Secretaría de Asuntos Económicos de la Santa Sede.

*Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente  – México

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