Retomo el título del popular programa del canal internacional History Channel. En el cual se venden objetos muchas veces encontrados de forma fortuita en los baúles de sus padres o abuelos, o en las ventas de garaje en donde, muchas veces, no se sabe lo que se vende o lo que se compra.
Por: Igor Iván Villalta Sorto*
Es muy difícil ponerle un precio a algo tan etéreo como la historia, pero los que manejan los hilos del poder lo conocen muy bien. Saben que como sea valorada la historia por la población significa seguir manteniendo sus privilegios o perderlos.
Como individuos que no estamos inmersos en la cultura estadounidense, nos asombramos cuando un pequeño juguete es valorado, en muchas ocasiones, en mucho dinero. Si ese mismo juguete estuviese en nuestro país posiblemente no tendría valor alguno.
En esto podemos reflexionar sobre la importancia de estar informado, debido a que en muchísimas oportunidades no valoramos lo que tenemos, vemos con desaire nuestra cultura, nuestra idiosincrasia, nuestra herencia. Ahora bien, hablemos de algo abstracto. La democracia, los derechos humanos y los derechos ciudadanos.
En reciente encuesta realizada por Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) aporta datos preocupantes del conocimiento de la población salvadoreña sobre estos aspectos que deben ser sumamente importantes para establecer preguntas muy existenciales y que no son de manejo exclusivo de los filósofos como: ¿cuál es el papel que debo jugar en el contexto actual? ¿Estamos siendo conducidos hacia un buen rumbo?
El pasado 30 de marzo, una fecha histórica para el pueblo salvadoreño en donde en el año de 1980 se realizaron las exequias de nuestro querido y recordado San Romero de América. En donde nos reunimos miles y miles de personas a despedir a nuestro arzobispo mártir. Por mi parte me acomodaba en el lugar en donde el cardenal Ernesto Corripio Ahumada iniciaba su homilía. Cuando fuimos sorprendidos por el estallido de granadas y guardias nacionales desde el Palacio Nacional y otros edificios aledaños recetaban a balazo limpio a la multitud congregada.
La concentración como masa herida trataba de abandonar el recinto, mientras se concentraban pilas de personas asfixiadas, principalmente mujeres que no pudieron soportar el atropello de la masa amorfa. Y ese precisamente fue el argumento expuesto por el gobierno. Que los muertos producidos en la concentración no fueron por bala, sino por asfixia.
Este treinta de marzo, nos reunimos nuevamente en conferencia de prensa para abordar con los medios de comunicación la situación que estamos enfrentando como veteranos de guerra. Un vendedor de periódicos que escuchaba atentamente el discurso de José Santos Melara (Pepe) se retira molesto y me dice: Y quien los mando a hacer la guerra, ese dinero que están pidiendo que se lo vayan a pedir a Estados Unidos o a Rusia, no que nosotros somos los que tenemos que pagar con nuestros impuestos.
En parte el señor tenía razón, debido a que nosotros fuimos víctimas de la geopolítica conocida en esos momentos como guerra fría. Aunque nuestra participación era genuina debido a que enfrentábamos a una inveterada dictadura genocida y criminal. Pero el significado de estas y otras reuniones de los otrora grupos enfrentados a muerte en la guerra es que muchos de nosotros caminamos juntos, con iguales reivindicaciones políticas y económicas.
Y de allí las diferencias, en las valoraciones, que presentan los países del primer mundo, que valoran su historia y los sacrificios que han hecho sus antecesores en la construcción de la nación, pero nosotros no valoramos nada de eso, porque la historia que conocemos es la historia oficial que nos describe de como los oligarcas construyeron El Salvador, en donde las poblaciones nativas fueron totalmente excluidas y obligadas a someterse al criollo.
No permitiendo que tengamos una identidad de nación, razón por la cual muchos de los migrantes cuando lo hacen hacia Estados Unidos adoptan identidades diferentes a las nacionales, se identifican mejor como mejicanos que como salvadoreños.
En nuestra historia reciente los salvadoreños realizamos una acción, ahora sí, ejemplificante para toda la humanidad, declarando prohibida en el país la extracción de minerales de nuestro suelo, debido a la destrucción que ocasiona en los ecosistemas el vertido de sustancias letales a los ríos y los lixiviados que provocan las aguas residuales producto de la separación del oro de la roca, el cianuro y otros venenos que entraran a los ciclos biológicos con el tiempo.
Ante las críticas de la destrucción de los ecosistemas que provocan estas prácticas las multinacionales publicitan la “minería verde”, atribuyendo ventajas que en realidad no existen. El proceder de estas compañías mineras ha sido coaptar con los gobiernos de turno sobornar a funcionarios para que se hagan del ojo pacho en la contaminación, compra de propiedades en los territorios en donde se llevara a cabo su actividad, borrar todo medio de expresión de las poblaciones afectadas, represión, intimidación hasta llegar al asesinato.
El gobierno de Nayib Bukele ha iniciado los pasos pertinentes para eliminar la ley de prohibición minera en el país, ha destinado fondos para que revisar la ley, descabeza la organización de pobladores de la Comunidad Santa Marta, aduciendo un supuesto asesinato a una pobladora de la zona a finales del siglo pasado.
*Biólogo investigador