Homo videns: la sociedad teledirigida

Giovanni Sartori, fue un investigador italiano en el campo de las ciencias políticas. En “Homo Videns: la sociedad teledirigida”, explica la influencia de la televisión en el desarrollo del ser humano, desde pequeño hasta la madurez y de alguna forma, la dependencia que provoca en nuestras vidas.

Por: José Guillermo Mártir Hidalgo*

Nos alerta ante la aparición de un nuevo hombre distinto al homo sapiens, el homo videns, un hombre que mora en el mundo virtual, donde la evidencia de la imagen transforma la ficción en realidad.

El mundo en el que vivimos, se apoya en el video-niño. El cual ha sido educado en el tele-ver y consecuencia de ello es el video-vivir. La televisión ha empobrecido el aparato cognoscitivo del homo sapiens. El hombre video-informado es incapaz de comprender abstracciones. La televisión ha modificado la comunicación, el hecho de ver ha trasladado el contexto de la palabra a la imagen. La imagen es una representación visual. Para verla basta tener la vista y comprenderla en cualquier idioma.

Estamos en la edad de los multimedia, los medios de comunicación son numerosos y la televisión ha dejado de ser la reina. El nuevo soberano es el ordenador, quien unifica la palabra, la imagen y el sonido. Al mismo tiempo, nos presenta realidades virtuales. El video-niño, el niño formado en la imagen, es un Hombre que no lee. Es decir, es un adulto sordo a la cultura escrita. El niño ve televisión durante horas, habituándose a la violencia, por consiguiente, origina un adulto violento.

El crecimiento cultural vía internet depende del número de personas que lo utilicen como instrumento de conocimiento, pero, los niños que se inician con televisión, llegan a la internet sin interés cognitivo, ya que no están sensibilizados a la abstracción. Y la video-política es uno de los aspectos del poder del video. La opinión es un “parecer” sobre el cual no se requiere prueba. La opinión pública es una opinión “Hetero Dirigida”, por la exposición a flujos de información exógenos. Por tanto, la videocracia, es una fábrica de opinión hetero dirigida, una manipulación de la opinión pública, una opinión pública teledirigida.

La televisión es el orador de una opinión publica. Es el eco de regreso de su propia voz. Los sondeos, son instrumentos de demo-poder, expresión del poder de los medios de comunicación sobre el pueblo.

La televisión da menos información que cualquier otro instrumento de difusión masiva. La fuerza de la televisión es “mostrar” las cosas de las que habla, produciendo pseudo acontecimientos ante la cámara. Las noticias se reducen a uno o dos minutos. Desaparece el encuadre del problema. Hay una desinformación televisiva involuntaria y una distorsión informativa voluntaria: falsas estadísticas, entrevistas casuales, excentricidades, privilegiando el ataque y la agresividad.

La televisión es un espectáculo, que viola la convivencia cívica, llevando a la pantalla a criminales. La Televisión puede mentir y falsear. El espectador tiene la sensación de que lo que ve es la verdad. El efecto de fondo de la video-política es su incidencia en la opinión pública, principalmente, su incidencia electoral y el modo de gobernar.

La video-política personaliza las elecciones, como es el video-líder, por lo que son importantes los rostros. Vemos personas y no el programa del partido. La video-política tiende a destruir al partido. La televisión favorece la política dirigida, la cual se reduce a episodios emocionales, la política emotiva, provocada por las imágenes. La racionalidad ha retrocedido y el video-ver desactiva nuestra capacidad de abstracción.

El demos está dirigido por los medios de comunicación. La internet y las redes sociales, presentan cantidad y velocidad de información y producto de tal infodemia es, que la elección es infinita e ilimitada por lo que termina por asfixiarnos. Y el quehacer se reduce a pulsar botones de un teclado. El hombre multimedia es incapaz de discriminar información. La televisión tiene un efecto regresivo en la democracia, debilitando su soporte: la opinión pública.

*Psicólogo salvadoreño

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