Las recientes declaraciones del director de policía en las que amenaza judicialmente a los reporteros que hicieran públicas las negociaciones entre el terrorismo doméstico y los diferentes gobiernos desde entonces, como las medidas anunciadas desde el Ejecutivo para reducir el Órgano Legislativo, suprimir municipios y perseguir la corrupción, a un año de concluir el ejercicio de la presente administración, son reveladores signos que evidencian la desesperación de la gestión.
Por: Luis Arnoldo Colato Hernández
Desesperación porque todos los componentes de la gestión, indistintamente su rango y papel, han participado en mayor o menor medida, en la mayor cleptocracia mitómana que recuerde nuestra historia patria.
Entonces, el desentono del director de la policía refiriendo el papel de los periodistas apenas como el de apologistas del delito, devela no sólo su desconocimiento del propósito de la ley, a la que claramente supone un recurso represivo para apalear a quienes piensen diferente, esgrimiéndola para amedrentar y atemorizar casi medievalmente, a todo aquel que ponga en duda la efectividad de esta gestión.
Por supuesto que los códigos legales son a veces un recurso represivo, pero anticipan con claridad que tal función no es arbitraria, como tampoco un medio para satisfacer inseguridades como las del régimen, sino para imponer el orden constitucional que, para el caso presente, el régimen y sus diferentes gestores han atropellado permanentemente.
Por supuesto también el estimado señor director.
¿Cuándo lo hizo?
Citemos dos ejemplos.
Cuando invadió, so excusa de proteger al ciudadano presidente, el recinto legislativo para amenazar en colusión con la fuerza armada, al primer órgano de estado, lo que constituye no solo un superficial desliz, sino una grave afrenta al orden constitucional que fuera roto posteriormente, al también participar de la ilegal remoción del órgano judicial en pleno como del fiscal general, acompañando tanto al ejecutivo como a los diputados oficialistas y el ministro de defensa, lo que cual está ampliamente documentado y evidenciado.
No. La diatriba que nos muestra el director de la PNC, como las medidas emprendidas por el ejecutivo el 1º de junio pasado, son evidencia de su prioridad electorera, pero además de haber cruzado el umbral que les permitiera distinguir lo posible de lo deseable, pues sin duda desean no tener ninguna oposición, pero no será posible mientras exista algún grado de conciencia entre los ciudadanos.
Lo cierto es que la labor de los periodistas que exhibieron públicamente aquellos arreglos debe ser premiada y los partícipes procesados.
Por otro lado, amenazar al aire no seria necesario si la gestión hubiera actuado en concordancia con la ley, pero en cambio sus arbitrariedades, saqueos e injusticias, se suman día a día, y aunque no fuera esa su intensión inicial, lo cierto es que han incurrido como ninguno de sus predecesores en graves delitos, incluido el asesinato.
No.
Falta ver si su desesperación los lleva a cometer peores errores, profundizando por ejemplo el régimen de excepción, lo que equivale a decir, agravando la represión de inocentes para aterrorizar al resto.
Solo podrá terminar, la historia así lo señala, del peor modo.
*Educador salvadoreño