La escuela salvadoreña enfrenta varios desafíos, entre los cuales se encuentra por ejemplo la brecha digital, pero, además, dominio de los conocimientos y dominios digitales, es decir las habilidades que admitan tanto al cuerpo docente como los educandos sacar provecho de las herramientas y recursos que admiten estas tecnologías.
Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*
Parte de este problema se resuelve al dotar de computadoras a la comunidad educativa, pero no basta con ello, pues en la mayor parte del país se sigue favoreciendo el modelo tradicional educativo que coloca al educador frente a sus alumnos, repitiendo la lección de hace un año, memorizando, divorciando la clase del entorno, obviando los beneficios que supone el acceso a estas tecnologías.
Tampoco la tenencia de las computadoras da por sentado poder acceder a los saberes acumulados humanos, es necesario además tener acceso a la red, pagarla, lo que supone una inversión añadida que el gobierno ha denegado a las escuelas, mientras contradictoriamente muestra la entrega de pc´s como un logro, que lo es, pero que no lo lleva al siguiente nivel.
Esto se corresponde con los tantos recortes que en materia social se han implementado, y que incluye además entre otros la falta de alimentos en las escuelas.
Tampoco los educadores se han actualizado, lo que no solo apreciamos en el crudo hecho de que la mayoría, con algunas excepciones destacables, no se esfuerza por superar el modelo memorista y bancario, manteniendo en consecuencia a la saga a los educandos de la escuela pública y contribuyendo por esta vía a perpetuar su exclusión social.
Ello se refleja en la falta de confianza de parte de la población hacia la escuela pública, y que podemos constatar en la derrama ausentista y de deserciones reflejadas en diferentes informes por separado, que acusan una pérdida anual de educandos de la matrícula del país, de entre 650,000 y 800,000 estudiantes en los últimos 3 años [EHPM/UNICEF/MINED], lo que supondría que en apenas 10 años el sistema educativo simplemente dejará de existir, por sencillamente carecer de alumnos.
Tan cruda realidad se corresponde con hechos tales como el anquilosamiento del modelo, que responde a los intereses de las élites; la privatización de la formación de los educadores, la apuesta por la memorista bancaria, la baja y pobre inversión en el rublo, el desprecio a la interpretación cognitiva, la independencia de pensamiento y la creatividad, en favor del ideario del hombre masa, entre otros, a los que podemos sumar males culturales como el desprestigio del cuerpo docente, su pobre estima institucional, la inexistencia de estímulos, la imposición de una estructura política que favorece no al compromiso pedagógico y sí los intereses políticos.
Tales vicios son considerados cuando la familia salvadoreña apuesta mejor por su subsistencia, subempleando a sus hijos [el segmento de educandos que más falta a la escuela son los comprendidos entre los 9 y los 12 años de acuerdo a estas fuentes], pues estima que sin padrinos políticos de igual modo fracasaran si se dedican a los estudios.
Y así, ¿qué más decir?
*Educador salvadoreño