Una opción que degrada los servicios públicos y los deteriora, además de evitar la queja pública y esconder la corrupción
Por: Róger Hernán Gutiérrez*
En concepto de robot humano, que podríamos generar es aquella persona servidora pública, que labora para las órdenes del aparato del Estado, que atiende deshumanizadamente al usuario (a) que requiere de determinados servicios públicos: salud, educación, justicia administrativa y/o judicial, agua potable, energía, telecomunicaciones, seguridad pública, atención laboral y demás servicios que brinda el Estado a diferentes y diversos ciudadanos(as).
Un robot, es una máquina que a partir de su programación y estructura, desarrolla un lenguaje mínimo, ni más ni menos, encuadra la respuesta que se solicita, sin darle más elementos al usuario que necesita y solicita más explicaciones; a veces es un monosílabo, si, no, no sé, sin mayores orientaciones y satisfacción del servicio solicitado. Este robot humano, está desde la puerta de entrada a la institución pública, que no le permitirá fácilmente su ingreso-y no responderá nada si usted no le pregunta; y sólo se limita al saludo y decir pase; si se trata de una institución pública de mayor que hacer estratégico público—evitará que ingrese hasta que de acuerdo a su nivel de programación, el usuario(a) cumple con los requisitos para poder ingresar, si no los cumple no lo dejará accesar al servicio, los casos de las oficinas de la PNC, de la seguridad y salud pública.
En mucho lo dirige hacia un mostrador que se denomina comúnmente INFORMACIÓN, que evita que quien conozca la institución y sabe dónde está el empleado o el área que busca, le impida accesar de manera directa y, evitar hacerlo sin el control que es su principal función. Actualmente este tipo de controles se han proliferado, tratando de aparentar que todo está fríamente calculado, pero son grupos de robot humanos que impedirán que haya “desórdenes”, por usuarios que se cuelan o se quejan por los malos servicios que se le brindan.
Estos robots humanos, tienen la función de apaciguar a quien se acerca, además de impedirle que accese a los servicios públicos que realmente necesita, si el que se apersona a la institución, lleva la misión de quejarse, está prohibido hacerlo; y menos si requiere ver al de más arriba para obtener explicaciones claras de lo que evita disponer de una respuesta al problema que se tiene.
Es decir, los contingentes de grupos de información evitarán a toda costa que se accese a las oficinas de quienes tienen mayor responsabilidad directa sobre el atraso, la equivocación, el error, la falta de decisión, la arbitrariedad, el abuso o la corrupción implícita en el trámite público.
Se trata de personal robotizado que sólo se ha contratado para bloquear, para ser cortapisas, para decir mínimamente lo que se les ha instruido que diga, además no conoce el que hacer de la institución o el área donde está asignada—la razones es que desde arriba se organiza el trabajo, y el proceso va siendo fragmentado o maquilado; y no hay experiencia laboral para conocer el fin del servicio público que se brinda como un todo—la fragmentación o maquilación, determina que cada quien haga lo que se le presente en los 2m² de su área de trabajo, sin conocer todo el proceso, simplemente comunicará que está en trámite, que seguirá o está siendo analizado, que no conoce quien tiene el expediente, que espere que se comuniquen, que hable por el whatsapp asignado.
Respuestas con frases cortas que no den lugar a dejar una fisura para que haya más información que la que está instruida a dar. Esto por cuanto lo que no está instruido a decir, no dañe la política de la institución o la supuesta buena imagen—por ello los monosílabos o frases cortas—que no dan pauta a saber más de lo que el usuario está preguntando, de tal manera que aquello que aclare, pero no esté autorizado a decirlo, no lo va decir el robot humano; y es ahí donde recae que los servicios públicos se vayan deteriorando, se vayan perdiendo en su esencia, la queja, la demanda, el reclamo por el usuario(a), son prohibidos: y si surgieren, el funcionario(a) buscará a la persona responsable de los diferentes robots humanos que se salieron de la programación, y dejaron a la vista pública el error, la acción que dañaría la imagen institucional; en casos extremos se le traslada a otro puesto de trabajo; y en el peor de los casos se le despide sin más.
Esos robots humanos están programados en el ámbito de la información, bajo la maquilación de datos, la computadora sólo tiene accesos mínimos dependiendo del nivel de responsabilidad que se tenga, y es programada bajo la dominación de técnicas de comunicación e información, a veces sofisticadas o más simples, la colocación de cámaras en diversos ángulos, formularios virtuales, que deben ser enviados a direcciones electrónicas que raramente leen lo que llega, así están los servicios públicos, nada más están para esconder la corrupción de todo tipo: monetaria, de información, de recursos varios, que aflora a sus anchas por el aparato del Estado.
*Sindicalista salvadoreño