Juan Barreto ha compilado un esfuerzo colectivo donde participa, junto con Roberto Galbán, Héctor Sánchez y Javier Biardeau, en la obra “Fascismo, el rostro oculto de la oposición venezolana: la guerra permanente contra la multitud”. La obra consta de tres partes: El fascismo eterno, miedo y fascismo y dos reflexiones adicionales.
Por: José Guillermo Mártir Hidalgo*
En la primera parte, “El fascismo eterno”, Barreto y asociados sostienen, que el fascismo es la respuesta contrarrevolucionaria al avance del socialismo. El fascismo niega la lucha de clases y detrás de una retórica de unidad, es el brazo político-militar del mando capitalista. El fascismo busca construir una línea de reclutamiento en la clase media y en las masas populares marginadas, contra la izquierda y la clase trabajadora. Aunque el fascismo convoca a las masas reaccionarias, es parte de la apología del destino manifiestos de la minoría selecta.
El fascismo no llega al poder solo con golpes de Estado, también recurre a elecciones. La crisis económica hace que las personas se desmoralicen o desilusionen de las políticas de la izquierda y voten a favor de la derecha, incluso, por proto movimientos fascistas. El fascismo basado en resultados electorales, puede proveer una estructura dentro de la cual puede crecer el fascismo de calle. Por eso es importante llamar a organizarse contra la derecha y la ultra derecha fascista. El fascismo requiere de un alto grado de mistificación, para que su discursividad dote a la práctica de un sentido cuasi religioso. Por esto, explican los autores, el fascismo se nutre de rituales y símbolos cuasi religiosos. Las características típicas del fascismo son: culto de la tradición, elementos sincretistas ocultos, rechazo a la modernidad política, culto de la acción por la acción, rechazo al pensamiento crítico, miedo a la diferencia, llamamiento a clases medias frustradas, nacionalismo xenofóbico, envidia y miedo al enemigo, anti pacifismo, elitismo, culto a la muerte, transferencia de la voluntad de poder a cuestiones sexuales, populismo cualitativo y neo lengua.
Los fascistas apelan al concepto de unidad, entendida ésta a una sociedad ideal sin contradicciones, sin lucha de clases, donde la disidencia es aplastada y el consenso se logra a partir de la aplicación de la fuerza. Las fuerzas heterogéneas del fascismo son cohesionadas bajo la autoridad de un líder, el cual se encuentra rodeado por la élite del poder fascista. El fascismo rechaza, lo múltiple, lo diverso e intenta auto afirmarse por medio de una férrea jerarquización del aparato estatal. Hay un designio por favorecer a la plutocracia. Predican el culto al héroe, a la violencia y a la guerra. Los fascistas se atribuyen las representaciones exclusivas de la patria, flanqueados por elementos liberales que buscan reemplazar el Estado Liberal por el Estado Fascista Unitario. El poder totalitario es un requerimiento para la recuperación de los beneficios del sistema de monopolios capitalistas. El Fascismo en el poder es la dictadura abierta de los elementos más reaccionarios. El desarrollo del fascismo y la propia dictadura revisten distintas formas en distintos países: parlamentario, monopolio político y dictadura abierta. En las campañas de agitación, el fascismo intenta contraponer las masas trabajadoras de la ciudad y del campo, contra el proletariado revolucionario y asustar a los pequeños burgueses. Los neo fascistas latinoamericanos tiene como objetivo fundamental instaurar regímenes de terror. El fascismo busca aplastar al movimiento de masas y crear condiciones para el predominio de una burguesía fuertemente vinculada al capital transnacional. El fascista tiene una solución mágica a todos los problemas: la violencia y la muerte de quienes sean distinto al orden fascista.
La segunda parte de la obra citada, Barreto y asociados la titulan “Miedo y Fascismo”. El miedo es instrumento de fácil uso para el fascismo, comienzan diciendo los autores. Conociendo la estructura del miedo, es posible conducirlo a través de técnicas de manipulación de masas. El miedo, desde la antigüedad, es un factor de unificación y amalgama social ante un peligro común. El proyecto fascista crea una amenaza y propone la metodología del aplastamiento y castigo para exorcizarla. El fascismo se resume en técnicas sistemáticas de administración del terror, generando una burocracia del exterminio, de la persecución y de la exclusión. El fascismo es el exterminio de la alteridad, la que no es vista como crueldad, sino, como un mal necesario. Para el fascismo, el pueblo es un espacio de retórica, lo asume como masa amorfa y sin proyecto histórico. El fascismo es un fenómeno de masas marcado por el interés de las élites. En relación con la manipulación mediática, el fascismo tiene en la propaganda un soporte de difusión de sus ideas y prácticas. El fascismo se ha caracterizado históricamente, por la producción artificial de acontecimientos. El uso del odio, sintetiza la acción fascista. Se requiere, por tanto, la activación del poder popular, como muro de contención ante cualquier discurso demagógico, anti popular y anti patriótico. El poder popular es el pueblo como sujeto colectivo y revolucionario, para coronar con éxito la eficiencia y eficacia de las iniciativas en la construcción del socialismo.
La tercera parte comprende “Dos reflexiones adicionales”, en ella, Barreto y asociados aseveran que el capitalismo es un sistema absurdo. Las reglas del juego del capitalismo están asociadas al libre mercado, el cual es la razón racionalizadora, calculadora, ordenadora y normalizadora del sistema. En el capitalismo, el trabajo pierde toda materialidad y es sustituido por su representación discursiva. Así, toda mercancía es fruto del trabajo, pero para que un trabajador acceda a ella, tiene que transformarse en dinero. Por tanto, la crítica al capital se traduce en poner en crisis los discursos que legitiman y materializan la metafísica del mercado.
*Psicólogo salvadoreño