La particular inteligencia del ser humano, le lleva a enfrentar la realidad como una habitud radical. De ahí que se orienta al control de sí y de su entorno; y precisamente en ese enfrentar la realidad, con su tipo de inteligencia, tiene que ir optando por unas posibilidades y no por otras. Y precisamente en esa capacidad de opción, reside su libertad. Ya he mencionado en otros artículos, la enorme y bella convergencia con la tradición bíblica del libre albedrío.
Por: Edwin Felipe Aldana Aguirre*
Somos, como seres humanos, diversos y con estricta individualidad; y esto no niega nuestra realidad como Especie y tampoco nuestra naturaleza social, por decirlo de alguna manera. Somos una realidad en proceso, y dicho proceso corresponde a cada ser humano desde su propia particularidad. Es decir, tenemos o bien somos diversos ritmos y diversa, es nuestra inteligencia.
Ahora bien, observando la realidad de la educación Parvularia y el Primer Grado del primer ciclo de educación primaria, vemos un fenómeno recurrente que se da en los alumnos y sus familiares.
Muchos padres de familia no son conscientes de la diversidad de los desarrollos de cada niño y niña, y caen en la comparación con otros niños y niñas, con lo cual introducen el factor de la inseguridad en la vida de la niñez.
Algunos padres de familia, incluso tías y hermanos del niño, le ayudan en las tareas, porque no quieren que los demás se den cuenta de que su niño o niña no puede y no es tan rápido como los otros. Es decir, que temen a que su estudiante sea visto de menos por el “atraso” que lleva respecto de sus compañeritos.
Pero esto precisamente causa un daño mayor al niño o niña, ya que cuando debe trabajar en el aula, realmente no puede hacerlo o intentarlo, porque no se le ha dejado equivocarse, no se le ha dejado llevar su propio ritmo.
Y esto se convierte en un doble esfuerzo para las maestras ya que deben ayudar al estudiante a superar esa dependencia y a la vez ayudarle a ir haciendo las cosas a su propio ritmo, incluso tomándole la mano a los niños para que, crezcan en confianza.
No importa que te quede feo ahora, -dicen las maestras- ya que poco a poco irá aprendiendo a hacerlo.
Y realmente esto es así; cada alumno tiene su propio proceso, y en esa comprensión han ido avanzando nuestras maestras y maestros. Y lo mismo sucede en la universidad, aunque en la totalidad del magisterio todavía falta mucho por hacer en este orden.
Ahora bien, con esto queremos introducir una problemática en el sector de los estudios universitarios, pero también en la ruta que ya, algunos graduados en el mundo del trabajo están impulsando o dicho de mejor manera, están sucumbiendo a una trampa similar a la apuntada con la niñez.
De hecho, la universidad es el espacio en el cual la persona va haciéndose responsable de su propio desarrollo; el espacio en el que va concretando una parte de las opciones de su vida. Pero también es cierto, de que hay un problema incluso más radical del que vamos a tratar en este breve artículo, y es el hecho de que, con pasmosa facilidad, muchos jóvenes plantean de manera impositiva: -cosa que los buenos y auténticos educadores jamás pueden dejar pasar-. “A mí no me gusta leer”. Casi como un -lo tomas o lo dejas-, eso es lo que hay.
De hecho, esto refleja en el plano de nuestras culturas, como el Sistema del Capital ha ido ganando terreno en la mentalidad de la gente y sobre todo de los jóvenes. Una juventud boba e ignorante, que renuncia a su propio crecimiento intelectual y moral, serán los impulsores de esas tendencias ultra individualistas, centradas en sí mismas; ensimismadas mejor dicho y que no les importa lo que pase a su alrededor porque cada uno es el centro del universo, y que poco a poco irán perdiendo el contacto con la realidad, la cual, al igual que a la hermosa, inteligente y rebelde juventud norteamericana le pasó al perder la batalla contra el sistema.
De ahí, a las salidas falsas, a las Exits multicolores del alcoholismo, las drogas y los estimulantes, que no solo te alejan de la realidad, sino que, te pierden de la misma junto con tu persona.
Las llamadas “Inteligencias Artificiales”, que ni son inteligencias y menos artificiales, como por ejemplo el Chat GPT y otros mecanismos que están saliendo al mercado, son herramientas que te pueden ayudar a replantear las cosas, pero jamás deben desplazarte del ejercicio de tu inteligencia y tu razón, a menos que usted renuncie a su propio crecimiento intelectual y humano.
Y cuando hemos planteado en otros artículos, que: “El ser humano realizando se realiza.” Estamos diciendo simple y llanamente que, el Ser Humano al enfrentar su realidad social y personal e incluso natural, es precisamente como se va desarrollando como persona y como profesional.
La Dra. Marcela Brito planteaba en Facebook -También en las redes hay cultura mostrándose- lo siguiente respecto de este tema:
“Qué aburre ya este tema de la «inteligencia artificial». Si el cerebro y la mente humana se redujeran a funcionar como un teclado predictivo, una calculadora o un generador de algoritmos, pues sí podría decirse que esas babosadas son inteligencias también. Pero no lo son. Son únicamente predictivos con mejor desarrollo combinatorio y nunca podrán hacer lo que hace un cerebro humano.”
Esto nos lleva a la necesidad de ir pensando propiamente sobre qué es radicalmente la Inteligencia Humana. Cosa que quizá iremos preparando para más adelante, y más que como verdad, como visiones que hay que ir dialogando desde el plano de las ciencias positivas y desde la Filosofía de la Realidad Histórica que propone Ellacuría.
Ahora bien, el joven es estudiante, su realidad y etapa es de ser estudiante, ya sea que esté en una universidad pública o universidad privada. Y en el plano de las universidades privadas, esa dimensión radical de ser estudiante no debe ser cambiada, por esa suerte de visión mercantilista de que el estudiante en realidad es un cliente.
El estudiante y su familia, pagan para estudiar, para aprender, para prepararse profesionalmente, con algún plus, respecto de otras universidades públicas o semi públicas.
En este contexto, “el cliente no siempre tiene la razón”, precisamente porque el joven es estudiante y jamás puede ser visto como cliente; ya que el pago no cambia la naturaleza del hecho educativo.
Las universidades deben ser un centro de educación y resistencia hacia todo aquello que se oriente a la pauperización de la realidad humana. En consecuencia, anterior a los mecanismos del control del plagio y otras expresiones de pereza mental; debe existir un esfuerzo para que los jóvenes tomen conciencia del tremendo daño que se hacen así mismos y a su futuro profesional y personal.
Definitivamente los jóvenes deben tomar conciencia que “pasarse de listos”, a la manera de los malos políticos que padecemos y de los malos empresarios; para nada significa un daño principal a los docentes, sino que, un daño a su propia persona.
El triunfo fácil no existe, a menos que este triunfo no esté anclado en lo real de la realidad y si es un avance, tiene la virtud de impactar otras vidas, y no sólo la tuya de manera efímera. Esos sueños de que usted puede hacerlo todo fácil y sin esfuerzo, es falso, al menos si lo buscado es algo realmente bueno.
Tan falso como que determinadas actividades te harán una estrella brillante con mucho dinero y lujos. Ciertamente algunos lo logran, pero es parte del engaño que el sistema les tiene preparado, para plantearles falsas metas.
En conclusión, los jóvenes tienen la decisión de sus vidas en sus propias manos. Pero también es cierto que esos maestros y maestras rigoristas, que creen que aplastando a la mayor cantidad de estudiantes eso les hace “buenos maestros”, están equivocados y eso debe revisarse.
En la Escuela Normal Central para Varones, aprendimos qué en tiempos de crisis, hasta las calificaciones o notas se convierten en un recurso pedagógico.
El diálogo claro, directo y sincero, debe ser la tónica entre estudiantes y maestros, pero también al interior de las Instituciones Educativas de todos los niveles. Ciertamente nos estamos jugando el futuro de nuestra Especie y de nuestra nación.
*Investigador Social y Docente universitario.