Es harto evidente que el Estado de Derecho que de alguna manera se Formalizó a partir de los Acuerdos de Paz de la nueva república salvadoreña, no sólo se ha ido desmontando, sino que, prácticamente destruyendo por el régimen de Saca-Bukele.
Por: Edwin Felipe Aldana Aguirre
Pero enfrentar esta destrucción debe partir a nuestro juicio, de la realidad del Estado de Derecho en nuestra mentalidad, en nuestras actitudes cotidianas, en nuestra cosmovisión, y en definitiva de eso que llamamos nuestra cultura.
Pero realmente ¿ha existido un Estado de Derecho en nuestra convivencia social como “ciudadanos” de este país? Antes de entrarle de lleno a esta revisión parcial y limitada para esbozar nuestra respuesta, es necesario dejar bien en claro otra cosa de fondo: Ninguna persona, organización y menos universidades, con algún atisbo de carácter democrático y nacional; puede estar esperanzada en que el imperio gringo sea un aliado confiable en la construcción de la democracia real en nuestra Región centroamericana.
El régimen de Saca-Bukele es la versión modernizante del predominio de un sector de la Oligarquía con mucha voracidad y menor espíritu democrático y, ¡con pleno respaldo gringo.! Prueba de ello es la modernización del sistema y la desgraciada vida de las mayorías populares que siguen empobrecidas y huyendo de la pobreza y la desesperanza del país más cool del mundo.
El amor y las relaciones de pareja
¿Debe verse el amor también desde el plano del Estado de Derecho? Por supuesto que sí y más en nuestra región centroamericana en donde los feminicidios siguen a la orden del día. En ese sentido, la carencia en nuestro imaginario de una realidad regida por leyes, fácilmente nos lleva a: “Si no sos mía no vas a ser de nadie”, “Ese hombre es mío y punto p…” Esa realidad de control y dominación desdice radicalmente el hecho de las relaciones amorosas.
Todos y todas tenemos derecho a estar con quien nos parezca; a recibir buen trato, al espacio de diálogo que nutre el verdadero amor y jamás a la sujeción abusiva. Entonces, como decían los viejos, aunque eso no era garantía: Hay que ser responsables con la pareja que escogemos; porque hay otro factor fundamental que son los hijos. Los hijos también tienen derecho a tener una familia que los ame, les proteja y les eduque. Nuestro machismo extremo, y nuestro feminismo extremo, es prueba fehaciente que la noción de Estado de Derecho está ausente de esta realidad.
El tráfico vehicular.
Me disculpan, pero también las calles, carreteras y caminos, están regidos por leyes. Y en este escenario muchas personas expresan sus ansiedades y enojos, su prepotencia, soberbia y matonería.
Vemos las motos llevándose en pedazos los espejos retrovisores de los carros; los conductores de vehículos de cuatro ruedas, tomando como un estorbo a los motociclistas que ocupan su espacio legal de conducción. Todo esto convierte a nuestras calles en un territorio en el cual prevalece la “ley” del más fuerte. En tal sentido, las calles y carreteras son uno de los escenarios en donde nos jugamos la vida, porque de alguna manera tenemos que seguirnos matando.
Cuántos ebrios con altos niveles de alcohol en su organismo provocan accidentes o más actos de muerte, en contra de gente que va a su trabajo o viene de paseo y son realmente asesinados por gente que ni por cerca se le ocurre eso que llamamos prudencia y que el hecho de conducir alcoholizado es transgredir la ley.
La escuela
En el plano de los Centros Educativos de todo nivel, el acoso violento y el acoso sexual, violento por naturaleza también, son parte del día a día; es la violencia a flor de piel que te respira en el cuello, y que de plano no reconoce de hecho el espacio y la integridad del “otro” que es igual que tú.
La misma posición de muchos docentes, que por el hecho de serlo se atribuyen una posición de poder y no de servicio; y se colocan muy por encima de los estudiantes de manera abusiva y con tono de burla hacia ellos. ¿En dónde queda el respeto y el derecho que todos tenemos a ser tratados con dignidad? ¿Cuál respeto de las normas mínimas para la sana convivencia?
Y que decir de esos estudiantes que van convencidos de que la educación es un espacio más para pasarse de “vivos” y hacerse trampas, porque al fin de al cabo, pagar porque te hagan las tareas, porque te llenen un examen no es ninguna viveza, es simplemente resignarse a ser un analfabeta que pasó por las aulas, un inútil con título o grado, que por cierto abundan en todos los rincones del país y en puestos políticos para más joder.
La política del menor esfuerzo, de saltarse procesos educativos, de obtener un cartón que en realidad no expresa nada, no representa nada… Todo eso expresa realmente la derrota del Estado de Derecho, eso mismo explica el por qué seguimos siendo caudillistas; acostumbrados, sometidos y esclavizados a cualquier tiranía del pícaro de turno. Seguimos siendo gentuza antes que ciudadanos; porque ciudadano es aquel que es consciente de sus derechos, de sus deberes y de conducirse en su vida con la moral precisa que te hace buen vecino.
La tiranía la llevamos dentro, el gran dictador descansa en nuestro corazón y en nuestra mente; por eso somos presas fáciles, por eso no nos constituimos en una oposición verdadera y democrática. El tirano lo llevamos dentro, y si no lo derrotamos ahí, menos lo haremos en la calle.
Ser ciudadanos en una sociedad democrática implica, entre otras realidades; luchar por la construcción siempre permanente de un Estado de Derecho, que se asiente verdaderamente como decía Ignacio Ellacuría, en un auténtico Estado de Justicia. No es simplemente vivir al amparo de la ley, de cualquier ley. Porque hasta los regímenes Ortega-Murillo y Saca-Bukele, promulgan leyes de corte autoritario, mientras pisotean el espíritu democrático de las personas y sus naciones.
*Investigador Social y Docente universitario.