La amenaza de siempre: el petate del muerto

Las diferentes direcciones departamentales han distribuido en las últimas semanas entre los docentes de los diferentes niveles del sector público, una serie de spot publicitarios para que sean repartidos entre padres de familia y alumnos en general, por medio de las redes sociales.

Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*

En estos spots, que son descarnados mensajes de carácter político electoral del oficialismo, se urge a los receptores a favorecer el continuismo, para conservar en detención a los maleantes detenidos en el régimen de excepción, “…que ellos – la oposición – quieren liberar…”.

Esos mensajes recuerdan aquellos que arena distribuía financiados con fondos públicos, en una permanente campaña dirigida a atemorizar al electorado.

No eran más que descaradas mentiras, pero tuvo un efecto profundo en nuestra población, proclive a dejarse llevar por bulos y desinformación que no se tomaba el tiempo de comprobar, manteniéndose en el poder durante 20 años.

Aquellos 20 años, recordemos, pasaron, pero no pasaron.

Pasaron porque transcurrieron, porque se sumaron las fechas, porque pasaron los años.

No pasaron porque sencillamente durante ninguno de aquellos años, además de mentir, saquear, aumentar el poder financiero para las élites y asegurar la impunidad de militares y los grupos de poder, ¡no hicieron nada!

La narrativa, también podemos revisar, era triunfalista tal cual sucede ahora; asegurando logros sin precedentes y un progreso sin par.

Nada cierto por supuesto, porque aquellos fueron los años de las privatizaciones, en los que los activos estatales pasaron a las élites, sin que ello supusiera beneficios para el soberano, mientras aumentó exponencialmente el poder financiero de aquellas.

Igual que ahora.
Podemos observar comparativamente, que se agotó virtualmente el período para el cual fuera elegido el actual ejecutivo, sin reportar mayores logros.

Empero la seguridad de la que tanto se alardea, es en realidad una incongruencia, pues si bien el número de delitos se ha reducido, no es producto de un esquema sostenible en el tiempo y si de una herramienta con propósitos electoreros que no ataca las causales de la inseguridad y la violencia social, que el régimen ha profundizado y agravado.

Para colmo son ahora policías y militares de nuevo agresores como antes fueran, de la población menos favorecida, lo que ha ocasionado una cada vez mayor migración interna, así como más desempleo e inseguridad jurídica.

Así, imponer a los educadores que asuman el papel de propagandistas gratuitos del oficialismo es inmoral e ilegal, suscribiéndose al temor tanto del régimen de excepción como a la carencia de carácter para denunciarlo.

Por otro lado, la muy extendida cultura en nuestra idiosincrasia, de la desinformación, profundizada para favorecerse por el actual régimen, impone la pauta que lamentablemente muchos siguen, pero que se contrapone tanto a las buenas costumbres como a la legalidad, por lo que el servirse gratuitamente el régimen de los empleados públicos para publicitarse, es solo evidencia no solo de su amoralidad, también de cuán ilegítimo es.

Debemos entonces decidir como sociedad si conservamos este grado de descomposición político social, o si en cambio hacemos lo correcto.

*Educador salvadoreño

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