Hablar de la música Latinoamericana nos abre un vasto abanico de formas, colores, ritmos, culturas y cadencias.
Por: Nayda Acevedo Medrano
En El Salvador, por ejemplo, la cumbia ha jugado un papel trascendental en la vida diaria, pero si preguntamos cuál género musical podría representar artísticamente a la mayor de las Antillas, muchos convergerán en que es el son cubano, base, además, de otros géneros musicales devenidos de su sonoridad.
De hecho, la Real Academia de la Lengua Española, define el son como: “Sonido que afecta agradablemente al oído, especialmente el musical”. Suma a su definición que en Cuba se refiere a la “música popular bailable”. Y es que no hay cuerpo humano que no se sienta envuelto ya sea en la sonoridad de la letra como en su musicalidad, provocada por la fusión de la estructura y características españolas con instrumentos afrocubanos y taínos, sumando ese peculiar sonido entre el güiro, las maracas, las claves, el bongó, el tres, la guitarra, las tumbadoras y las trompetas.
En El Salvador este estilo de danza y canto ha venido marcando su paso. Y es que la agrupación Encuentros Latinos ha logrado, desde hace un poco más de una década, el preciso ensamble que permite retomar el caluroso ritmo insistente. La idea de cantar y tocar son cubano en El Salvador surge de una de las voces más representativas de todo ese recorrido que reúne la música latinoamericana y que, sin duda, dejó una huella en su propio andar, nos referimos a Claudia López, quien acompañada de Julio Ernesto (Teto) Burgos, una de las guitarras más jóvenes y virtuosas del espectro salvadoreño que empezaron a dar vida a este proyecto, siguiendo el pentagrama musical del género que por predilección querían, literalmente, pregonar.
Claudia López con su potente y peculiar voz era la indicada para echar a andar la tarea. Meticulosamente, como un luthier gesta instrumentos, seleccionó la lista de temas por interpretar que oscila desde las maravillosas canciones de Tony Ávila hasta los clásicos que escuchamos de Buena Vista Social Club, la Sonora Matancera, entre otros. Y fue así como fueron armando un proyecto musical, dedicado a presentar el son cubano a cuanto salvadoreño (y no salvadoreño que anduviera por ahí) fuera posible presentar.
Poco a poco la idea tomó mayor vuelo y con ello se incorporaron otros instrumentos. Teto, quien asumió el desafío con toda la disciplina y responsabilidad del caso, tan distinto a la guitarra en su ejecución. Pero el desafío lo valía y la disciplina de Teto es su mejor carta cuando no deja un resquicio de duda para tirarse a la pista a bailar, cada vez que acaricia las cuerdas del tres.
Dirigiendo esta iniciativa, Teto ha logrado una cohesión apenas perceptible por aquellos que nos dedicamos además a observarlos disfrutar: alzar la mirada, dar pie asintiendo, incluso fruncir el ceño de cuando en vez son algunas de esas formas de sostener en una sola pieza toda la musicalidad derrochada por Encuentros Latinos. Su línea de músicos no pasa tampoco desapercibida y representa acaso una excelente propuesta que ha retomado su génesis con respeto profundo, al punto de ser enunciados como discípulos de cuidado, considerando que nadie se queda sentado al escucharlos tocar.
Actualmente la agrupación la conforman Luis (Luigy) Parada, en la voz principal y el sonido de las maracas, Felipe (Pipe) Zamora y Diego Hernández en las trompetas, Aparicio Hernández es el encargado de atizar el timbal y el peculiar güiro, el talentosísimo Erick Paiz palmea las congas, Walter Lara le aporta un toque maravilloso con el bajo. Teto Burgos, además de tocar el tres cubano, logra desde su dirección que ruja pregones este inmenso jaguar salvadoreño.
Claudia no se equivocó cuando eligió a Luigy como su sucesor vocal. Con más de veinte años en la farándula salvadoreña y siendo reconocido por su guitarra y su peculiar voz, derrocha su preferencia por la música cubana como uno de los referentes que interpretan acuciosamente la trova de Silvio Rodríguez y Pablo Milanés.
¿Quiere usted referencia del son en El Salvador? Encuentros Latinos lo es. Parafraseando a Nicolás Guillén, podría decir desde todo el sesgo que me cruza al haber crecido en Cuba:
¡Teto
con su tres!
y una trigueña que se derrite de sabrosura…
¡Teto
con su tres!
Fuente: Espacio Revista