Una alerta sobre la inteligencia artificial

El 1 de enero el papa Francisco dedicó su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz a la Inteligencia Artificial (IA), un tema de gran relevancia no solo para las naciones poderosas, sino también para países como El Salvador, que apuestan por el desarrollo de las TIC y que utilizan diversos programas para espiar opositores, crear noticias falsas y descontextualizar situaciones que van desde el ámbito económico al jurídico.

El mensaje papal insiste en los peligros de la inteligencia artificial, especialmente cuando se utiliza para conseguir resultados económicos, políticos o sociales sin importar la ética. Francisco ve como amenazas las campañas de desinformación, la violación de la intimidad personal y la confidencialidad, la discriminación, “la interferencia en los procesos electorales, la implantación de una sociedad que vigila y controla a las personas, la exclusión digital y la intensificación de un individualismo cada vez más desvinculado de la colectividad”. Amenazas que ya son realidad.

La publicidad se nutre de los gustos y tendencias de cada uno, reforzando el individualismo. La deformación de la realidad a través del uso de las redes, la negativa al acceso de la información pública, la vigilancia y el espionaje electrónico son hechos ya presentes en el país.

En una sociedad como la nuestra, dada a admirar el poder y a justificar desde el mismo cualquier arbitrariedad, la utilización de la inteligencia artificial con fines negativos es una tentación muy fuerte. Que un gobernante se llame a sí mismo “rey filósofo” en las redes sociales puede parecer una broma, pero, dada la tendencia a ensalzar el poder y la admiración por el discurso del líder, tan desinhibido como nacionalista y egocéntrico, el título es más bien una especie de confirmación de las cualidades antidemocráticas del mandatario.

En su mensaje, Francisco afirma que la inteligencia artificial tendrá resultados positivos para el desarrollo humano solamente “si somos capaces de actuar de forma responsable y de respetar los valores humanos fundamentales como la inclusión, la transparencia, la seguridad, la equidad, la privacidad y la responsabilidad”.

Además, propone crear una institucionalidad internacional que trabaje “para adoptar un tratado internacional vinculante, que regule el desarrollo y el uso de la inteligencia artificial en sus múltiples formas”. Y aclara que “el objetivo de la reglamentación no debería ser solo la prevención de las malas prácticas, sino también alentar las mejores prácticas”.

Y entre estas señala la promoción del pensamiento crítico, para que todos los usuarios, especialmente los jóvenes, desarrollen la capacidad de distinguir entre los datos y contenidos creados por personas, y aquellos producidos por la inteligencia artificial. Tomar nota de estos consejos y señalamientos sería un buen punto de partida para superar las discriminaciones, mentiras e injusticias que tanto peso tienen en nuestro país. (Editorial UCA)

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