Apenas unos años atrás la actual violencia que padece el Ecuador era inimaginable, pues la estabilidad, prosperidad y progreso, eran condiciones establecidas, lo que hacía del país un ejemplo a seguir.
Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*
Eran los años del Correísmo.
Simplemente debemos referirnos a esos logros, en los reconocimientos brindados por entidades como el FMI, BM y el BID, el OFIMURES, OXFAM, CsiELO, EconomiaSur, Dialnet, etcétera.
Recordemos que al asumir el ex presidente Correa, Ecuador se encontraba en una profunda y agobiante recesión, dominada por una cruda inestabilidad social, consecuente con décadas de desgobierno y un desmedido saqueo.
A esto le siguieron cuatro años de estabilización por intermedio del ordenamiento económico, disciplina fiscal y lucha frontal contra la corrupción heredada, sin que ello implicara el shock económico que el neoliberalismo propone.
Fueron años de verdadero progreso inclusivo, en los que incluso se allanó la investigación en diferentes áreas, como la protección al medio ambiente, inédito entonces en nuestra América Latina.
¿Qué sucedió?
A Correa le siguió Lenin Moreno, quien fuera elegido por el pueblo ecuatoriano bajo el signo del progresismo, con la promesa de darle continuidad al proyecto correista, pero que en cambio giró hacia la derecha retomando el proyecto neoliberal por el que no votara el pueblo ecuatoriano, ¡traicionándolo!, acusando de paso sin evidencias, de corrupción al correísmo y dando inicio a una serie de agotadores procesos legales que no llegaron a ningún lado.
Su arribo supuso para Ecuador el estancamiento, retrocediendo en todos los marcadores sociales hasta superar en apenas meses, la condición en la que Correa lo encontrara, y retrocediendo aún más, lo que se apreció crudamente cuando llegara la pandemia y pudimos observar como Ecuador, que apenas tres años atrás se encontró superando a sus vecinos, en aquel momento veía morir a sus ciudadanos por centenares en las calles, y sus cuerpos se amontonaron, reducidos a una condición en la que apenas superaran a la basura.
Así de deshumanizada fue aquella gestión.
La llegada de Guillermo Lasso constituyó una caída libre al neoliberalismo, con un absoluto abandono de la gestión pública, por lo que acabó la inestabilidad social.
El gobierno de Daniel Noboa ha dejado atrás como apenas un recuerdo los logros del correísmo, entregado a los privados todas las obligaciones estatales, abandonado por completo a su suerte a la población. Cristalizando las privatizaciones.
Por último, la geografía del Ecuador lo ubica en el epicentro productivo de la coca, lo que sumado a las condiciones de abandono al que se ha dejado a la población, conforman el elemento final para comprender el caso.
El abandono del desarrollismo, para favorecer al mercado y a las élites, con su vacío mercantilismo retrógrado, permiten comprender nuestro atraso y fracaso como pueblos.
Así también y para el caso de nuestro país, que abandonara con esta gestión los tibios progresos alcanzados en las gestiones progresistas, ubicado geográficamente en la principal ruta del narco, supone Ecuador una advertencia de lo que nos puede esperar si es el neoliberalismo nos sigue guiando.
*Educador salvadoreño