Relato: «Cuando la trampa se cambia por el juego: La ventaja ilegal manda»

Una vez, en un lejano país llamado Absurdolandia, se llevaba a cabo un peculiar torneo de fútbol político. El partido se desarrollaba en un estadio donde las reglas eran tan flexibles como la moral de los políticos locales. Pero esta no era una competencia ordinaria, no señor.

Por: Enrique Hernández

El equipo local, conocido como «Los NINIS», tenía un astuto plan para asegurar su victoria. Primero, decidieron cambiar la orientación de la cancha de fútbol. ¿Por qué jugar de poniente a oriente cuando puedes hacerlo al revés? Después de todo, cambiar la perspectiva puede confundir a los rivales y dar una ventaja estratégica.

En esta ocasión, el equipo oficial llamado «Los NINIS» tomaba decisiones descabelladas para asegurar su dominio absoluto sobre el campeonato.

Los directivos y dueños de «Los NINIS» anunciaron un decreto que dejaba a todos perplejos. Decidieron cambiar la orientación de la cancha de fútbol de su sede, pasando de norte a sur, pero con un motivo peculiar: tener el control absoluto sobre qué partidos se jugarían como locales. Era una manera sutil de manipular el calendario y asegurarse de que solo enfrentarían a equipos que consideraran débiles.

Pero eso no era todo. También modificaron las reglas del juego a su favor. Ahora, los hands y las faltas de agresión del equipo local no se tomarían en cuenta. Era como si la impunidad reinara en el terreno de juego. Además, contrataban árbitros que favorecían descaradamente al equipo local, dejando de lado cualquier vestigio de imparcialidad.

Para asegurarse de tener una afición complaciente, el equipo local regalaba agua a los aficionados que ingresaban al estadio. Sin embargo, al resto de los seguidores los relegaban a las últimas gradas,  quienes habían comprado los boletas más caros o en reventa.  casi como si quisieran hacerles desaparecer. La discriminación era evidente pues la entrada para los aficionados visitantes debía hacerse 3 horas despues que se instalan los locales

Y si el equipo local se encontraba en desventaja en el marcador, no había problema. Los directivos se aseguraban de que el partido se prolongara hasta que lograran empatar o incluso ganar. Si eso no era suficiente, inventaban penales a favor para nivelar el marcador. ¡Una verdadera farsa!

Pero las manipulaciones no se limitaban al campo de juego. Incluso en la rifa que se realizaba en el estadio, el visitante tenía que estar con la cara al sol, y situarlos justo donde los rayos solares caían de lleno no era la opción más acogedora, como tampoco lo era disponer su sector del estadio con mayor desnivel hacia la portería defendida

Y para colmo, los comentaristas y cronistas deportivos estaban bajo estrictas órdenes de solo entrevistar a los jugadores locales. Cualquier celebración de goles por parte de los equipos contrarios estaba prohibida, como si el equipo oficialista quisiera borrar cualquier muestra de éxito de sus opositores.

Esta historia surrealista del fútbol político refleja con sarcasmo la forma en que algunos regímenes políticos manipulan las elecciones a su favor, sin importar los medios utilizados. Es una analogía irónica que nos recuerda la importancia de la transparencia, la imparcialidad y la equidad en todos los ámbitos de la vida, incluido el deporte y la política.

En el peculiar mundo del equipo oficial «Los NINIS», las manipulaciones continuaban sin cesar. Además de todas las artimañas anteriormente mencionadas, ahora se descubrió un nuevo aspecto en su juego: los penalties se ejecutaban a solo 9 pasos de distancia. Era como si quisieran asegurarse de que cada penal a favor fuera un regalo garantizado para el equipo local.

Pero las injusticias no se detenían ahí. Los boletos para los visitantes del partido tenían un precio exorbitante, mucho más caro que los de los aficionados locales. Era una forma descarada de desalentar a los seguidores de los equipos visitantes y asegurarse de que el estadio estuviera mayoritariamente lleno de sus propios seguidores.

Era una clara limitación impuesta por el equipo oficial, restringiendo la participación y el apoyo de los demás seguidores. Parecía que su objetivo era mantener el control absoluto sobre el ambiente del estadio, evitando cualquier muestra de disidencia o animación en favor de los equipos visitantes.

Esta historia surrealista del fútbol político refleja con sarcasmo la forma en que algunos regímenes políticos manipulan las elecciones a su favor, sin importar los medios utilizados. Y nos recuerda la importancia de la transparencia, la imparcialidad y la equidad en todos los ámbitos de la vida, incluido el deporte y la política.

Cuando crezcas, pueblo mío, te contaré una historia llena de esperanza y superación. Será un cuento que transcurre en un tiempo y lugar indeterminados, pero que refleja los desafíos y las victorias de tu propia comunidad.

En este pequeño país anclado en la adversidad, ¡otro gallo nos va cantar ¡ Y así, cuando crezcas, pueblo mío, te contaré esta historia como un recordatorio de que siempre hay esperanza, incluso en los momentos más difíciles.

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