Hasta la medianoche del domingo 4 de febrero, el TSE no hizo pública ninguna de las actas que en ese punto fluían en gran número hacia la sede del organismo, cuando como se ha hecho público, hubo un apagón, un homenaje poco creativo que emula los fraudes que en los 70’s realizaron los militares.
Por: Luis Arnoldo Colato Hernández
Solo después del apagón, los datos comenzaron a fluir a toda máquina, sorprendiendo que infirieron un número de asistentes al evento electoral mayor al que hubo realmente.
La asistencia ciudadana al evento electoral no superó el 32% del padrón existente, por lo que las cifras ofrecidas por el TSE son sencillamente un blanqueo de la realidad, para imponer una narrativa que legitime el gane del oficialismo respaldado por, sorprendámonos, ¡el 90% de los votos contados!, cuando en realidad el respaldo al oficialismo no supera el 36% de acuerdo a las actas que se filtraron públicamente, y que luego han sido presentadas alteradas.
De ello hay abundante y cruda evidencia proveniente del TSE ya circulando en diferentes medios.
A la par de lo referido arriba, desde las 11pm de la noche del domingo 4, la narrativa oficialista en el centro de San Salvador sazonó la noche con un discurso triunfalista que desconoció los resultados reales, para en cambio imponer un relato que retoma el supuesto respaldo del 90% de la población, pero además presentándonos volúmenes de asistencia al evento cercano al 48%, del padrón, que es el promedio que hemos apreciado históricamente, pero distante al 32% objetivo e inédito que en cambio tuvimos.
En este punto hay que acotar el hecho de que el problema no reside en el triunfo oficialista, pues detenta el respaldo necesario para lograrlo como de hecho sucedió; el problema es el descarado fraude que el oficialismo adelantó para conservar el poder pleno, desconociendo al soberano y su voluntad, procurando engañar a propios y extraños.
Y a nadie engaña.
Hay que comprender que los eventos electorales no constituyen para los regímenes dictatoriales como el que padecemos más que un mero trámite, por lo que sus resultados no conforman una obligación a reconocer, y sí apenas un recurso político para legitimarse, como de hecho esperaba el oficialismo lograr, pues no olvidemos que es un régimen ilegal resultante de un golpe de estado perpetrado en contra del órgano judicial, por lo que una asistencia masiva le habría venido de perlas, tanto para legitimarse como para justificar con ese respaldo de la población, incluso los crímenes que ha cometido hasta ahora, como afirma el ejecutivo, “…para extirpar el cáncer de las maras y la corrupción…”, sin lograr lo uno y agravando lo otro.
Como sea, la jugada se ha valido de la estrategia de Goebels, repitiendo la misma mentira las veces que sea necesario, hasta que el imaginario público la admite como cierta, lo que, si bien antes funcionó, no lo hará con facilidad ahora, pues los mismos recursos a disposición del régimen para imponer esta farsa, valdrán para que la verdad se imponga.
*Educador salvadoreño