El asesinato del joven Alejandro Muyshondt bajo custodia estatal es, además de una tragedia para su familia y allegados, un tenebroso mensaje del régimen: “…si le hice esto a mi amigo, casi hermano, imagina que te haré si te metes conmigo…”.
Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*
El clásico lenguaje del terror del OAS francés enseñado a los regímenes militares el siglo pasado. Los antecedentes y pormenores de este asesinato son por demás turbios, partiendo de los señalamientos que hiciera el señor Muyshondt en su papel de asesor de seguridad, contra miembros de la bancada oficialista por tráfico de drogas.
Casi de inmediato fue apresado por supuestamente realizar espionaje para la oposición.
Todos recordamos al joven Muyshondt de aquella caminata exhibicionista que hiciera por el centro de San Salvador, años atrás, con un arma larga de calibre militar y una mascarilla de paintball, en busca de un supuesto traficante en los alrededores del Hula Hula, a quién intentaba escarmentar por los delitos que cometía con completo descaro y con conocimiento de las autoridades.
Era, como otros ciudadanos, una persona hartada de la inacción del aparato estatal para con el crimen organizado, por lo que decidió abrazar el papel de vigilante.
Era, en suma, un hombre de derecha recalcitrante que creyó en el orden que promete el conservadurismo a ultranza en su discurso, pero pasando por alto que el origen de esa deleznable lacra social que persiguió es precisamente la avaricia de las élites, para quienes el estado mínimo y un mercado desregulado es el único camino para lograr ese orden y la supuesta prosperidad que promete.
En la víspera de los hechos, fueron las redes sociales las que primero previnieron a la familia del asesinato, por lo que se movilizaron ante las instancias responsables, para que les orientaran, habiendo estas en cambio brindado información contradictoria y hasta falsa.
Parece ser que el miércoles 7 recibieron la confirmación del fallecimiento por una supuesta afección pulmonar, según reza el parte de ML, pero sin que hasta el viernes 9 pudieran practicar el sepelio, por supuestamente no haberse realizado la debida autopsia.
Empero la familia describe un cuadro dantesco del estado del cuerpo, asegurando que lo recibieron vacío, con la “costura” característica adelantada por el proceso que la FGR alega no se ha realizado, pero además con evidencia de haber sido torturado, por la cantidad de hematomas y laceraciones que presenta según ellos, agravado además porque suponen que se habría sustraído el cerebro y otros tejidos sin ninguna autorización.
Y ahí está, otro asesinato que se agencia el régimen, para encubrir el tráfico de drogas en el que se ha involucrado su bancada asambleísta – pues claramente es la diversión de muchos ahí – que, siendo avezados, de haber seguido investigando, muy seguramente el joven Muyshondt habría encontrado las conexiones de la misma con el propio ejecutivo.
Descansa en paz Alejandro, ya no sufres donde te encuentras y tampoco participas de la degradación en la que el régimen que apoyaste ingenuamente ha caído.
La República hará justicia en su día.
*Educador salvadoreño