¿Realmente hay un proyecto político en el país?

Todo lo que nos rodea como sociedad, ve que el país es impulsado por una figura mesiánica y mediático, que mantiene un grado comunicacional constante hacia su figura y lo que desarrolla en supuesto interés por la gente.

Por: Róger Hernán Gutiérrez*

Para ello ha roto con esquemas comunicacionales tradicionales y basado su presencia en la gubernatura del país y su continuismo, a través de un contingente de masa que para muchos es amorfa, sin intereses mediatos y de largo plazo, como también en disputa individualizada en la figura del Presidente; por la satisfacción de necesidades y la esperanza de alcanzar un bienestar individual.

Lo importante a destacar en esa coyuntura es la continuidad de la debacle y desarticulación del sistema de partidos políticos—que tuvieron su auge y relevancia a partir de fenómenos temporales en el país—ARENA, lo tuvo después del conflicto bélico (1983 Cn. que dio el poder del Estado a los partidos políticos), y con mensajes alienantes sobre el rebalse en materia económica y otros, impuso un modelo económico en favor de las élites oligarcas del país (venta de los bienes del Estado y preponderancia del mercado sobre los derechos de la gente). Nadie quería la continuidad del conflicto, de tal manera de poner al expresidente Cristiani (hoy exiliado) como el presidente de la paz, haciendo del poder del estado a sus anchas entre 1989-2009.

El pueblo cansado del conflicto armado, y de la situación de crisis decidió darle los votos al partido de la oligarquía, que arrastró viejas alianzas partidarias con el PCN (de los militares) y la democracia cristiana, que luego se fraccionaron en grupúsculos disidentes como GANA y figuras mediáticas como el ex Presidente Saca (presidiario). Que llevaron a mayores deterioros en los partidos. Lo que recogió el FMLN a partir del grupo los amigos de Funes, el FDR, CD y tantas más divisiones en la izquierda. La gente otra vez por hastío dio el voto para un cambio, y el deterioro continuó un primer quinquenio con el outsider y luego con el pura sangre—maniatados por una oposición visceral y antagónica—logrando frustrar otra vez los intereses de la gente, que habían depositado la esperanza de cambio en la izquierda partidaria.

Como abono, el FMLN, se encargó de llevar en sus filas a quien hoy es el Presidente, primero como alcalde en Nuevo Cuscatlán y después en San Salvador, el desgaste se afianzó más, fue expulsado, perdiéndose una oportunidad electorera y, a conveniencia fue adoptado por GANA quien se vio favorecido. El poder había quedado de nuevo corrompido por no corresponder a los intereses de la gente. Esto llevó a un vacío de poder, llenado por Bukele, quien recoge las frustraciones del pueblo y con formas diferentes de hacer política electoral en las redes sociales, gana las elecciones, y sostiene con mayores arribos en el período hasta obtener otro respaldo para un nuevo quinquenio de ejercicio del poder del Estado (2019-2029).

En este proceso del país, se han dado intereses de venganzas partidarias, y de favorecimiento personal del aparato del Estado; el sistema se servicios públicos está funcionando a la deriva y son deficientes los servicios, y al acallar la información pública, se ha dejado en la opacidad quien es el beneficiado en el período; no hay oposición partidaria, ni lecciones aprendidas por quienes han perdido el poder y por quienes los han sustituido como vamos y nuestro tiempo para el caso, se trabaja en una continuidad que puede resultar en circunstancias específicas valedera, pero los desgastes entre 2019-2021, y la pandemia dan ciertos huecos en el ejercicio gubernamental, el nuevo período legislativo 2021-2024, ha sido efectivo para apoyar a Bukele, luego del fracaso de feb2020.

¿Hay proyecto político?, generado con una sostenibilidad para un cambio en diferentes campos: económico, social, cultural y ambiental—aún no está claro; y la sustentabilidad es cuestionada por el grado de endeudamiento existente que afecta a las actuales y nuevas generaciones. Se decidió por el problema de la violencia criminal, y se volvió a dotar de fuerza a la represión como factor necesario para su control; las dudas siguen presentes en el control de las maras, y las denuncias sociales y jurídicas persisten por la implantación permanente del régimen de excepción.

La falta de transparencia sobre lo público, la debilidad de la democracia, la falta de debate y de diálogo social, servicios públicos deteriorados, incumplimientos en el manejo económico (caso del bitcoin); poco apoyo al trabajo, la educación, la vivienda, el medio ambiente (altos grados de construcción lesiva); el sistema previsional, del agua y recursos hídricos; desempleo y sub empleo, condiciones materiales de existencia en constante empobrecimiento, son aspectos no mejorados, y la gente y apoyo puede cambiar.

*Sindicalista salvadoreño

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