En El Salvador: Municipios tristes, pueblos en el olvido

En el oscuro teatro de la política local, se alza el telón para una nueva función. El escenario, configurado por las manos invisibles del poder, espera su reparto. Pero no se equivoquen, esto no es un drama; es una comedia electoral que se repite como un chiste gastado.

Por: Miguel A. Saavedra

Otro ensayo donde ya están los resultados cocinados; y solo falta cuadrar los números, con pleno aval del tribunal sumiso.

El mes de mayo se acerca, y con él, la conformación política local. ¿Qué nos depara? Pues, queridos espectadores, una farsa bien ensayada. Las urnas, testigos mudos, recibieron a tres de cada diez ciudadanos. ¿Y qué eligieron? A los candidatos del presidente, esos mismos alcaldes que ya han sido evaluados con notas más bajas que un examen mal resuelto. La legitimidad ciudadana, como un fantasma, se esconde en las sombras. ¿Vaya usted a saber?

Pero no se preocupen, aquí viene la imposición inconsulta. La continuación de la ineficiencia y el desempeño mediocre. Los abusos y la vulneración de los recursos naturales bailan en el escenario. El retraso económico, social y cultural se pasea como un bufón. Y la corrupción, ese actor principal, galopa sin cesar. ¿Y qué ganan los jefes distritales? Sueldos jugosos y privilegios dignos de monarcas.

¿Y quiénes son estos delegados? Los elegidos del partido del presidente, marionetas en una danza de poder. Agrupaciones de municipios bajo la orden jerárquica del gobernador político departamental, nombrados por el mismo presidente. El centralismo omnipresente, como un titiritero invisible, tira los hilos. Sus funciones, reducidas a poner flores en las calles, perseguir vendedores ambulantes y recoger desechos sólidos. ¡Ah, pero no olvidemos la fiesta patronal! Esa es sagrada. Y la fotos a la entrada de las ciudades y en los vehículos oficiales de las comunas.

¿Será suficiente? ¿Cambiará la suerte de los habitantes de estas ciudades integradas? Las prioridades ahora son mendigar a la Dirección de Obras Municipales que repare los baches en las calles principales. Reclamar por los puentes que alguna vez cruzaron ríos.

Esperar que algún proyecto fantástico, soñado desde la presidencia, llegue a estos territorios olvidados. La participación ciudadana, las consultas, las becas, el consultorio municipal, la ayuda para el muertito de gente pobre … todo eso quedó en el olvido.

Municipios Olvidados: La Triste Realidad

En los rincones olvidados de la política local, los alcaldes se aferran a tareas menores. Su labor se reduce a colocar farolas en las calles, perseguir vendedores ambulantes y recoger basura y poner su foto y nombre en las entradas de la ciudad y en los vehículos públicos.

Pero, ¿es esto suficiente para cambiar el destino de sus habitantes? Las prioridades han cambiado: ahora ruegan a la Dirección de Obras Municipales que repare los baches en las calles principales y restaure los puentes que alguna vez cruzaron ríos. Mientras tanto, la participación ciudadana, las consultas y las becas, la ayuda para el muertito de gente pobre …quedan en el olvido.

La autonomía municipal, garantizada por la Constitución, ha sido pisoteada. El Fondo de Desarrollo Económico y Social de El Salvador (FODES), antes destinado a obras municipales, fue eliminado por mandato de ley. Los planes participativos con la gente, que alguna vez prometieron un desarrollo centrado en la comunidad, son solo un recuerdo lejano. Estas gobernaciones políticas, herencia de siglos pasados, no sirven para nada al igual que el PARLACEN ,más que como una carga costosa para el Estado.

Las figuras políticas ahora electas por 2 habitantes de cada diez obedecen al cálculo de concentración de poder, no a la planificación territorial ni al bienestar de la gente. Es hora de cambiar esta lógica inversa.

Necesitamos soluciones sostenibles, servicios básicos y un enfoque desde abajo. Los territorios semi-feudales merecen más que la sombra de la indiferencia.

Y así, queridos espectadores, se cierra el telón. La comedia continúa, y nosotros, los ciudadanos, somos los actores secundarios en un guion que no escribimos.

¿Habrá un giro inesperado? ¿O seguiremos siendo los extras en esta tragicomedia llamada política local? Solo el tiempo lo dirá. Mientras tanto, atentos: nuestros municipios merecen un mejor futuro , y no renunciemos a construir un nuevo poder local desde abajo!

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