El Poder de la Palabra: discursos de odio”, fue publicado en el dos mil quince, siendo la filósofa Valeria López Vela y el abogado, Adán Baltazar García Fajardo, ambos mexicanos, los coordinadores del libro.
Por: José Guillermo Mártir Hidalgo*
El compendio está constituido por nueve apartados. La presentación es escrita por el abogado mexicano, Luis Enrique Pereda Trejo, informa del debate que hay en torno a los discursos de odio. La principal postura es que, se debe alimentar el libre mercado de ideas y no castigar las expresiones que parecen desagradables a un sector. Pereda Trejo considera, que el criterio para destrabar los derechos en pugna y establecer la primacía de la libertad de expresión es la dignidad. El prólogo es escrito por la abogada mexicana, Perla Gómez Gallardo, quien considera que la libertad de expresión es fundamental para el funcionamiento de la democracia. Coincide con Pereda Trejo y cree que deben existir criterios que distingan disertaciones que representan un peligro real o inminente, como los discursos de odio, de aquellos que buscan emitir una opinión pública. Aclara que el libro analiza los discursos de odio desde varias perspectivas: jurídica, sociológica, filosófica, política, comunicacional y literaria.
“El poder de la palabra”, es escrito por Adán Baltazar García Fajardo. Destaca que las palabras tienen un poder que traspasa la mera emisión de un mensaje. Las palabras moldean verdades que crean nuestra realidad. El poder de la palabra, con la libertad de expresión que le acompaña, puede construir comunidades basadas en verdades y también destruirlas, con un lenguaje formado por afirmaciones que denigran y vilipendian.
La socióloga mexicana Olivia Gall, escribe “La libertad de expresión, discurso de odio racista y democracia”. Opina que en las democracia liberales, la defensa de la libertad de expresión, lleva a tolerar discursos muy desagradables. Pero, el Estado no puede permanecer neutral, cuando en defensa de la libertad de expresión, permite que se perpetúen expresiones o prácticas que tiene como resultado, la disminución o anulación de la voz o los derechos fundamentales de grupos. La violencia racista de la palabra, se dirige contra un grupo o una persona integrante de un grupo racializado y las víctimas experimentan limitaciones de su libertad.
Valeria López Vela es la autora de “La polémica Dworkin vs, Waldrom sobre la posible regulación de los discursos de odio”. Informa que hay países que prohíben los discursos de odio, a razón de defender el estatus social de todos los ciudadanos. En otros se refrenan los discurso de odio mediante sanciones, para promover la igualdad y la no subordinación de los agredidos potenciales. Ronald Dworkin y Jeremy Waldrom, son dos filósofos del derecho de nacionalidad estadounidense. Dworkin dice que una sociedad bien ordenada, debe incluir todas las voces, incluso, los que promueven discursos de odio. En cambio, Waldrom expone que una sociedad bien ordenada, no tendría que tener discursos de odio, pues afectan el bien público.
El abogado mexicano, Javier Mijangos y González, escribe “Discursos de odio homofóbico y libertad de expresión en la jurisprudencia de la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la nación”. El termino hate speech, proviene de la doctrina jurídica estadounidense. Agrupa una serie de supuestos: apología del terrorismo, negación del holocausto, mensajes racistas y xenófobos, manifestaciones de sexismo y homofobia y cualquier tipo de expresión donde el odio sea el elemento común. Siendo su objetivo, transmitir ese odio a los demás. El discurso homofóbico es una serie de calificaciones y valoraciones críticas, relativas a la condición homosexual y a su conducta sexual, como una condición de inferioridad o de exclusión.
Sandra Anchondo Pavón, filosofa mexicana, escribe “La mestizofilia en México, el racismo encubierto de un discurso supuestamente integrador”. Redacta que los discursos racistas promueven la discriminación por origen étnico, color de piel y otras formas conexas de intolerancia. En la actualidad, dice, existe un racismo cromático. Las personas con características indígenas, han sido las más menospreciadas históricamente en el territorio mexicano. El Estado Mexicano, promulgo durante muchos años el ideal de un México mestizo, a pesar de la diversidad étnica, sociocultural y lingüística.
El comunicólogo mexicano Raúl Armando Canseco Rojano, es el autor de “Discurso de odio y libertad de expresión: retos para un futuro compartido”. Subraya que la libertad de expresión, es esencial para crear un entorno de entendimiento y tolerancia. Cualquier restricción a la libertad de expresión, debe establecerse en una legislación en forma clara y accesible a la gente. Algunos gobiernos, por combatir el discurso de odio, establecen leyes ambiguas con sanciones desproporcionadas. El rechazo del discurso de odio, por parte de altos funcionarios, es importante para reducir tensiones y crear una cultura de tolerancia y respeto. Las redes sociales publicitan mensajes injuriosos, calumnias y amenazas a causa de la impunidad, anonimato y la aparente irrestricta libertad de expresión. La educación y la conciencia social, son la mejor arma para la prevención del discurso de odio.
Hugo Cesar Moreno Hernández, politólogo mexicano, escribe “Criminalización, marginación y sociedades de control”. Habla que los gobiernos de individuos pasan a gobiernos de poblaciones y a la necesidad de controlar los elementos perniciosos, es decir, malos y enfermos. Para conseguir esto, es necesario hacer de la ley una herramienta para favorecer acciones extrajudiciales. Se trata de asumir a delincuentes consuetudinarios y sujetos marginalizados, como enemigos y negarles cualquier estatus de ciudadano. Lo anterior se concreta en el campo de concentración, modo de encarcelamiento determinado por la conformación de enemigos. La tendencia a criminalizar, es la principal estrategia de los Estados cuando se trata de fenómenos complejos, producidos por las dinámicas de la economía global como el caso de las pandillas transnacionales.
El abogado mexicano Guillermo Kohn Espinosa, en su artículo “Discursos de odio y libertad de expresión: los retos de la comunidad internacional frente a la incitación al genocidio” califica incompatible al derecho a la libertad de expresión, la censura previa y la restricción indirecta. Tantea que la represión de las expresiones de odio, entraña el riesgo de acallar opiniones que no son “políticamente correctas” y privar espacio a heterodoxos y disidentes. Los operadores judiciales, deben actuar con cautela para reprimir y castigar las expresiones que representan un riesgo para un bien jurídico que el Estado Tutela, buscando limitar lo menos posible, el flujo libre y contrastado de ideas.
La maestra en letras, Karla Urbano, cierra el libro con “Antídotos posibles contra los discursos de odio: la poética de un mundo “apoético” a la luz de algunos ejemplos de la literatura latinoamericana contemporánea”. Reflexiona que el arte latinoamericano, es proclive a manifestar el problema del arte y su relación con las políticas de excepción, dictaduras y genocidios. El arte requiere un potencial de terror, para desestabilizar la anestesia de la violencia cotidiana.
*Psicólogo salvadoreño