El centro ceremonial de Tiwanaku: las ruinas de un imperio que conserva sus enseñanzas

Las ruinas de la ciudad imperial de Tiwanaku, en La Paz, demuestran el avanzado nivel tecnológico de las culturas ancestrales de los Andes. Sputnik recorrió esta zona y el arqueólogo José Luis Paz relató el contexto en el cual floreció la milenaria cultura tiwanakota.

El monolito Bennet fue desenterrado en 1932 en el centro arqueológico de Tiwanaku, departamento de La Paz. En 1933 fue trasladado a la capital para exhibirlo en el Paseo del Prado primero y en el barrio de Miraflores después. Con sus 20 toneladas y 7,3 metros de altura, se mantuvo firme por décadas en la ciudad, hasta que en 2002 lo devolvieron al sector de Puma Punku, donde están sus ruinas originarias. Actualmente, ocupa una inmensa sala en el Museo Lítico, parte del complejo del Centro de Investigaciones Arqueológicas, Antropológicas y Administración de Tiwanaku (CIAAAT).

Aunque el último siglo del monolito Bennet fue trajinado, tuvo mejor suerte que otras decenas de estelas, como también le llaman a estas obras religiosas talladas en piedra, cuyos pedazos están diseminados por Tiwanaku desde hace siglos.

Sputnik conversó con el arqueólogo José Luis Paz, quien durante dos años dirigió las excavaciones en las zonas del templo de Akapana y de Puma Punku. El especialista sostuvo que en Tiwanaku quedan entre el 10% y el 20% de las estructuras y construcciones originales de esta ciudad milenaria, que fuera capital del Imperio tiwanakota.

Este medio también recorrió las 71 hectáreas del complejo arqueológico. Según Paz, mediante imágenes infrarrojas se pudo determinar que este centro ceremonial y sus adyacencias abarcan 600 hectáreas, incluido el poblado de Tiwanaku y otros sectores hasta ahora nunca explorados.

La llegada de los conquistadores españoles, en el siglo XVI, implicó el saqueo de elementos ceremoniales de oro y otros metales, así como la destrucción de monolitos y otras esculturas, consideradas «sacrilegio» por los invasores.

Las obras que hasta hoy sobrevivieron, lo lograron porque se adaptaron a los cambios de los tiempos. La Puerta de la Luna, por ejemplo, sirvió durante décadas como entrada al cementerio local. Los prados de los templos milenarios fueron campos de cultivo por interminables temporadas.

Paz comentó que la iglesia de Tiwanaku, ubicada en la plaza del poblado, fue construida con bloques de piedras sustraídos de los templos ancestrales tiwanakotas. Incluso cuando se construyó el ferrocarril Huaqui-La Paz, que pasa entre las ruinas, se usaron piedras sagradas de esta cultura andina para nivelar el curso de las vías.

Persistencia de lo sagrado

Con estos antecedentes, la resiliencia de las piedras talladas demuestra su nobleza de origen.


«Tiwanaku ha atraído la atención de los españoles, desde el inicio, por sus tesoros. Lo han desmantelado hasta dejarlo en ruinas, lo han saqueado con motivo de la extirpación de idolatrías, por la adoración a los monolitos», explicó el arqueólogo.

«Lo primero que hicieron fue atacar a los monolitos. Construyeron sus iglesias encima de los adoratorios. Todo lo que causaba competencia a la religión cristiana fue desmantelado, atacado, destruido. La iglesia de Tiwanaku en su mayoría fue construida con piedras de las ruinas», relató el investigador.

«Se estima que de la pirámide de Akapana queda solo entre el 10% y 20% actualmente», mencionó. «Durante siglos ha sido usado como cantera, se han llevado sus piedras también para construir el templo de Laja», en la carretera que va a La Paz, agregó.

Hubo que esperar hasta la década de los 30, con las investigaciones de exploradores y aventureros como Arthur Posnansky y Wendell Clark Bennet, entre otros, para que el Estado boliviano reconociera su valor histórico. En ese contexto, el CIAAAT fue creado en los 70 y en el 2000 esta zona fue declarada patrimonio mundial por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

Nada sobrenatural

Durante siglos, el tallado de piedras tan duras con detalles muy cuidados generó dudas en el ámbito académico. ¿Cómo fue construido Tiwanaku? Recurrentemente, se procuró desprestigiar las capacidades en ingeniería de los pueblos andinos, afirmando, sin ningún tipo de prueba, que se trataba de imaginarios visitantes de otros planetas.

Paz contó que varias investigaciones demostraron que las piedras de Tiwanaku fueron talladas con otras piedras. El arte consiste en el tiempo que toma dar forma a cada bloque, que fueron traídos de montañas cercanas (hasta 12 kilómetros de distancia), o en los alrededores del Titicaca, que 1.000 años atrás llegaba hasta esta población. Actualmente, la orilla del lago se encuentra a 20 kilómetros.


El investigador citó las investigaciones de Rubén Mamani, quien usó piedras del lugar y «sacó promedio de cuánto tiempo ha invertido para sacar un bloque de tal tamaño. Lamentablemente estas innovaciones tecnológicas no repercuten en el público. No hubo nada sobrenatural ni extraterrestre», remarcó.

Mediante imágenes infrarrojas tomadas por el investigador español José Gallego, se evidenció que hasta Tiwanaku llegaban canales construidos a partir del río homónimo, vinculado al Titicaca. La zona de Puma Punku tenía una suerte de puerto, hasta donde llegaban las inmensas piedras de andesita o arenisca, destinadas a los templos y las esculturas. Venían en botes de totora, un junco que crece en los márgenes del lago.

Tiwanaku «fue construido por gente con adecuadas herramientas, mecanismos para tallar y transportar estos bloques», dijo Paz. Estas construcciones demuestran «un fuerte nivel de organización, de política, de control social».

Las voces de los monolitos

En las ruinas quedan piedras talladas más o menos completas. Pero hay un componente de las ceremonias ancestrales que quedó en el olvido: la acústica.
Paz comentó que varias piedras fueron talladas para amplificar sonidos, como si fueran parlantes: «Nos muestran cómo en sus ritos simulaban las voces de los dioses, de los monolitos».

También se deberían investigar los conocimientos en hidráulica que tenían los tiwanakotas, según el arqueólogo.

De acuerdo con varias investigaciones, 1.000 años atrás en la capital del imperio vivían hasta 70.000 personas. Ocupaban mucho más que las actuales 71 hectáreas administradas por el CIAAAT. «Hay mucho por excavar. Nos tomaría décadas», aseguró Paz.

Fuente: Sputnik

Si te gustó, compártelo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Social media & sharing icons powered by UltimatelySocial