Las disputas en los palacios vaticanos

El papa Francisco es consciente que la sucesión papal está cada vez más cerca. La Santa Sede es una monarquía absoluta de base teocrática, lo único que no puede hacer el Papa es designar a su sucesor, aunque él designa a los cardenales, quienes tienen la potestad de designarlo.


Por: Elio Masferrer Kan*


E n esta perspectiva Francisco ha nombrado cardenales a obispos que están en su línea teológica y pastoral. No hay ningún cardenal del Opus Dei y los jesuitas tienen seis votos, que coaligados con cardenales provenientes de órdenes religiosas son un bloque importante. También ha designado obispos de lugares alejados del centro europeo y nombró a obispos “rebeldes” a las premisas de los sectores conservadores.

Ahora el Papa está haciendo los últimos “retoques” a los aparatos burocráticos del Vaticano Están por retirarse varios cardenales que tienen posiciones estratégicas en el control interno del Vaticano. Es necesario elegir en estos nuevos cargos a expertos en el manejo institucional. Francisco no está interesado en la designación de “quienes saben mucho”, pues gran parte de su gestión fue acotar a la burocracia de la curia vaticana. Destituyó a varios, a otros les hizo demandas penales y les recortó el presupuesto, imponiéndole reglas de austeridad, pues en muchos casos las cuentas de los carísimos y lujosos restaurantes romanos eran pagadas con fondos que debían ir a las misiones.

La búsqueda de personas expertas, que no estén amañadas le lleva al Papa hacia una perspectiva de género, pues considera que las mujeres, las religiosas que son más de 600,000 en la Iglesia, son más honradas, serias y consecuentes que los hombres. La novedad de Francisco ha sido la designación de religiosas y laicas en posiciones claves, antes monopolio de los varones, quienes trataban a las religiosas como si fueran sus “domésticas”.

La designación de los nuevos obispos, reservado a los hombres, pasa por una revisión de religiosas que revisan los antecedentes enviados por las Conferencias episcopales y contrastados con “otros datos” que recaba el Vaticano a través de su eficiente sistema de inteligencia. El Gobernarato de la Ciudad del Vaticano tiene de titular a un cardenal y de segunda en mando a una mujer. Esta posición es clave en el proceso sucesorio pues recibe a los cardenales electores, el cardenal está por retirarse, ¿quedará la religiosa que está en segundo lugar o designará a un hombre?

Estas tensiones podrían explicar los comentarios de Francisco en el sentido que hay “mucha mariconería en la Iglesia”. Un periodista francés, que se declara homosexual publicó un libro que aborda el tema: Sodoma. Poder y escándalo en el Vaticano, allí define a la Iglesia católica como “la comunidad gay más grande del planeta”, pues considera que alrededor del 80% de sacerdotes, obispos y cardenales tienen esta preferencia sexual y según sus hipótesis, la practica.

El autor enumera un conjunto de reglas de juego del poder gay dentro de la Iglesia:

“Cuanto más vehemente es un prelado contra los gais, cuanto más fuerte es su obsesión homófoba, más posibilidades existe de que su vehemencia nos oculte algo” (p. 56).

Cuarta regla: “Cuanto más pro gay es un prelado, es menos susceptible de ser gay; cuanto más homófobo es, hay más probabilidad de que sea homosexual” (p. 64), “en la Santa Sede los rumores, las difamaciones, los arreglos de cuentas, la venganza y el acoso sexual son frecuentes. La cuestión gay es uno de los principales motores de esas intrigas” (p. 85). “Los cardenales, los obispos y los curas más gay-friendly, y los que hablan poco de la cuestión homosexual, generalmente son heterosexuales” (p. 151).

El libro de Martel es muy interesante por la seriedad analítica y es una investigación muy seria, respaldada con un trabajo de larga duración. Esto nos podría explicar el lenguaje “ incorrecto” del papa Francisco el primer pontífice que reconoció la existencia de los gays en la Iglesia Católica con ese memorable “Quien soy yo para juzgar a los gays”, regresando de la Jornada Mundial de la Juventud a inicios de su pontificado en el 2013, allí evitó explícitamente referirse a la existencia de un lobby gay en la Iglesia, ante las insistentes preguntas de los periodistas.

En este caso la insistencia temática, está referida a las eternas disputas de los aparatos burocráticos en el Vaticano, que están muy preocupados por la designación sistemática de mujeres en posiciones estratégicas de la milenaria institución.

Como decía mi suegra, una mujer muy sabia, “dime de qué hablas y te diré de qué careces”

 

*Doctor en antropología, profesor investigador emérito ENAH-INAH

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