La cultura laboral desechable en América Latina: ¿Jóvenes sin experiencia o adultos no deseados?

Por Enrique Pineda.

En la sociedad actual, el trabajo se ha convertido en una parte fundamental de nuestra vida. Pasamos gran parte de nuestro tiempo en el ambiente laboral, por lo que es importante analizar y reflexionar sobre cómo se vive y se trata a los trabajadores en América Latina. En este sentido, uno de los aspectos que merece una atención especial es la cultura laboral desechable, que afecta principalmente a los trabajadores mayores.

En el dinámico panorama laboral latinoamericano, una sombra oscura persiste: la cultura laboral desechable. Esta práctica nociva, arraigada en el utilitarismo empresarial, cosifica a los trabajadores, reduciéndolos a meras herramientas en la búsqueda incesante del éxito corporativo.

El mundo laboral en Latinoamérica está marcado por una cultura desechable, en donde las personas son vistas como simples recursos útiles y fácilmente reemplazables. Pero esta realidad se vuelve aún más preocupante para aquellos que superan los 40 años de edad. Analizaremos cómo la sociedad y las empresas han estigmatizado a los trabajadores mayores y cómo esto ha creado una cultura laboral desechable en la región.

Lamentablemente, esta cultura no discrimina por edad. Afecta por igual a jóvenes entusiastas y a profesionales experimentados. La errónea percepción de que superar los 40 años vuelve a un trabajador «demasiado viejo» e irrelevante, solo profundiza este problema sistémico.

La instrumentalización y utilitarismo en el mundo laboral

Muchas veces, en lugar de valorar la experiencia y conocimientos de una persona en su trabajo, se le reduce a ser simplemente un recurso útil para la empresas, instituciones y organizaciones. Esta perspectiva utilitarista hace que, una vez que una persona llega a cierta edad, sea vista como obsoleta y fácilmente reemplazable por alguien más joven y «más productivo».

¿Muy joven para asumir o muy adulto para seguir? El limbo laboral de los 40:

La cultura laboral desechable crea un limbo laboral para muchos trabajadores, especialmente aquellos que se encuentran en la franja de edad entre los 40 y los 60 años. Se les considera demasiado jóvenes para ocupar puestos de mayor responsabilidad o adultos para adaptarse a las nuevas tendencias del mercado.

Esta situación genera una profunda incertidumbre y angustia en los trabajadores afectados, quienes se ven confrontados a la difícil realidad de no ser lo suficientemente aptos ni para ascender ni para retirarse.

El mal entendido relevo generacional; El estereotipo del «dinosaurio»

Otra problemática que contribuye a la cultura laboral desechable es el mal entendido relevo generacional. Las empresas prefieren contratar a jóvenes en lugar de personas mayores, bajo la premisa de que estos últimos tienen menos capacidad de adaptarse a los cambios y son menos productivos. Sin embargo, esto no siempre es cierto, ya que muchas personas mayores tienen una amplia capacidad de aprendizaje y adaptabilidad.

En esta era de startups y tecnología, se ha creado un estereotipo del trabajador mayor como un «dinosaurio», obsoleto y fuera de lugar en un mundo empresarial en constante evolución. Pero ¿qué pasa con la trayectoria laboral y la experiencia acumulada a lo largo de los años? Estas características deberían ser vistas como valiosas y no como una barrera para conseguir un empleo.

La edad como factor determinante en el mercado laboral latinoamericano:

En nuestra región, la edad es un factor determinante a la hora de encontrar trabajo o de mantenerse en el mismo. A partir de los 45 años, muchos trabajadores enfrentan dificultades para conseguir empleo, ya sea por la falta de oportunidades o por la discriminación que sufren por parte de los empleadores. Esto se debe a una cultura laboral que privilegia a los trabajadores jóvenes y desecha a los mayores.

50% de los trabajadores de 50 años o más han experimentado discriminación por edad:

La discriminación por edad es una realidad palpable en el mercado laboral latinoamericano. Según estudios, un 50% de los trabajadores de 50 años o más han experimentado algún tipo de discriminación relacionada con su edad en el lugar de trabajo.

Esta segregación se expresa de múltiples maneras, abarcando desde los obstáculos para obtener un puesto de trabajo hasta el hostigamiento en el entorno laboral, e incluso la terminación injusta del empleo o el cese encubierto mediante supuestos programas de «retiro voluntario». Esta última es una táctica frecuente en el ámbito gubernamental, donde, bajo el pretexto de reducir gastos, se deja sin trabajo a centenares o millares de empleados, para luego incorporar el doble de personal, conformado por simpatizantes políticos afines a su ideología y métodos de gestión.

Es importante recordar que la OIT no solo tiene la responsabilidad de velar por el cumplimiento de los convenios, sino que también debe brindar asistencia técnica y apoyo a los Estados miembros para facilitar su implementación.

Según un estudio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el 50% de los trabajadores de 50 años o más han sufrido algún tipo de discriminación relacionada con la edad en su lugar de trabajo. Esto se manifiesta en la disminución de sus responsabilidades, en la exclusión de proyectos importantes y en la falta de reconocimiento de su experiencia y conocimientos. Además, muchos de ellos son marginados y dejados de lado a la hora de ascensos o de recibir beneficios laborales.

La falta de oportunidades y la presión por seguir trabajando:

La falta de oportunidades laborales para los trabajadores mayores también se ve agravada por la presión social y económica que existe para que sigan trabajando más allá de la edad de jubilación. Muchos de ellos no tienen la posibilidad de retirarse antes de los 55- 60 años, pero tampoco encuentran empleo después de esa edad, por la práctica empresarial e institucional de desecho laboral después de los 40s . Esto lleva a una situación de incertidumbre y preocupación en la que se ven obligados a seguir trabajando para sobrevivir.

La cultura laboral en América Latina a menudo se caracteriza por un enfoque utilitario, donde los individuos son vistos como activos desechables en lugar de miembros valiosos de un equipo. Esta mentalidad «desechable» tiene efectos de largo alcance para todo tipo de trabajadores, creando un sistema donde la edad se convierte en un factor limitante para las oportunidades de empleo.

La vida laboral sujeta a criterios de instrumentalización utilitaria:

En muchos países latinoamericanos, el enfoque en la productividad y las ganancias a menudo conduce a una cultura laboral donde los individuos son vistos como instrumentos para lograr un objetivo. Esta mentalidad puede resultar en la explotación de trabajadores jóvenes e inexpertos que son contratados por bajos salarios y largas horas, con poca consideración por su desarrollo personal y profesional.

Este enfoque utilitario tiene un impacto devastador en el bienestar de los trabajadores, generando inestabilidad laboral, ansiedad y un profundo sentimiento de desvalorización. La constante amenaza de despido genera un clima de miedo y desconfianza, sofocando la creatividad, la innovación y el compromiso genuino con la empresa.

El dilema de ser demasiado joven o demasiado adulto para el mercado laboral:

Un error común dentro de esta cultura laboral desechable es la falsa creencia de que la edad es sinónimo de irrelevancia. Se ha establecido una narrativa perjudicial que asocia a los trabajadores mayores de 40 años con obsolescencia y falta de adaptabilidad, propiciando su reemplazo por empleados más jóvenes percibidos como «más dinámicos» y «en sintonía con las últimas tendencias».

Por otro lado, los trabajadores de más edad enfrentan un desafío diferente. Muchos empleadores los ven como demasiado experimentados y, por lo tanto, sobrecalificados para ciertos puestos. Esto crea un dilema para los trabajadores que pueden no ser capaces de asegurar un trabajo debido a su edad, a pesar de tener las habilidades y calificaciones necesarias.

Esta visión simplista ignora por completo el valor inestimable que la experiencia y las habilidades acumuladas a lo largo de los años aportan al mundo laboral. Los trabajadores experimentados poseen un conocimiento profundo de su campo, una visión estratégica desarrollada y la capacidad de resolver problemas complejos con sabiduría y prudencia.

El tiempo laboral en el limbo: la edad como factor limitante:

Esta cultura del trabajo desechable también afecta la línea de tiempo de la carrera de un trabajador. Muchas empresas tienen límites de edad no expresados para la contratación, lo que dificulta que las personas mayores de 45 años obtengan empleo. Al mismo tiempo, la jubilación a la edad de 60 años a menudo no es una opción viable para muchos trabajadores, dejándolos en un limbo donde no pueden asegurar un trabajo o salir de la fuerza laboral.

Como consecuencia de esta cultura laboral desechable, muchos trabajadores mayores en América Latina se encuentran en una situación de limbo. A menudo son considerados como “demasiado jóvenes para jubilarse” pero “demasiado mayores para ser contratados”. Esto los deja en una posición muy vulnerable, donde sus capacidades y conocimientos no son valorados y su potencial es desaprovechado.

La cultura laboral desechable crea un limbo laboral para muchos trabajadores. A partir de los 45 años, pueden ser considerados «demasiado mayores» para asumir nuevos puestos o ascender, pero no reúnen los requisitos o la estabilidad económica para retirarse antes de los 55-60 según su género.

Esta situación genera una profunda incertidumbre y angustia en los trabajadores, quienes se ven obligados a aceptar trabajos por debajo de sus capacidades o permanecer en empleos que no les satisfacen.

El relevo generacional mal entendido: la invisibilidad de los trabajadores mayores de 40 años:

La idea del relevo generacional ha sido mal interpretada y utilizada como excusa para descartar a los trabajadores mayores de 40 años. Se asume erróneamente que estos trabajadores ya no tienen nada que ofrecer y que deben ser reemplazados por las nuevas generaciones.

Sin embargo, esta visión ignora el hecho de que el conocimiento y la experiencia no se adquieren únicamente con la edad. Los trabajadores jóvenes también pueden aportar valor, pero su potencial se verá potenciado si se les brinda la oportunidad de aprender de los más experimentados.

Es hora de desmantelar la cultura laboral desechable que plaga Latinoamérica. Se requiere un cambio radical de mentalidad, tanto a nivel empresarial como gubernamental. Las empresas deben reconocer el valor intrínseco de sus trabajadores, independientemente de su edad, y brindarles las condiciones necesarias para prosperar.

Lamentablemente, esta cultura no discrimina por edad. Afecta por igual a jóvenes entusiastas y a profesionales experimentados. La errónea percepción de que superar los 40 años vuelve a un trabajador «demasiado viejo» e irrelevante, solo profundiza este problema sistémico.

Consecuencias de una cultura laboral desechable:

La cultura laboral desechable tiene consecuencias negativas tanto para los trabajadores como para la sociedad en general. Por un lado, los trabajadores mayores se enfrentan a la discriminación y al desempleo, lo que afecta su autoestima y su bienestar emocional y económico. Por otro lado, la sociedad pierde una gran oportunidad de aprovechar la experiencia y el conocimiento de estos trabajadores, lo que podría contribuir al desarrollo y crecimiento económico de la región.

Las repercusiones negativas de la cultura laboral desechable no se limitan a los trabajadores individuales. Esta visión miope también tiene un impacto considerable en la economía y la sociedad en su conjunto.

Las altas tasas de rotación laboral, la falta de lealtad de los empleados y la baja moral son solo algunos de los síntomas que evidencian el daño infligido por esta cultura. La desvalorización del talento humano genera una fuga de cerebros y un estancamiento económico, privando a los países de su potencial productivo y su capacidad de innovación.

[La verdadera raíz del problema]

Más allá de los estereotipos y prejuicios, la verdadera raíz del problema de la cultura laboral desechable en Latinoamérica es la falta de regulación laboral gubernamental que proteja a los trabajadores mayores. A diferencia de otros países, en nuestra región no existen políticas eficientes que promuevan la inclusión y la igualdad de oportunidades para las personas mayores en el mundo laboral.

La raíz del problema no lo determina la edad, sino en la ausencia de regulaciones laborales sólidas y equitativas en muchos países latinoamericanos. La legislación vigente no protege adecuadamente a los trabajadores de todas las edades, permitiéndoles a las empresas deshacerse de ellos con facilidad y sin justa causa.

Se necesitan leyes y políticas que garanticen la estabilidad laboral, promuevan la capacitación continua y valoren la experiencia como un activo invaluable. Solo así se podrá construir un entorno laboral justo e inclusivo donde todos los trabajadores, independientemente de su edad, se sientan valorados y motivados para contribuir al éxito de las empresas y el desarrollo de la sociedad.

Posibles soluciones y acciones a tomar:

Es necesario tomar medidas para combatir esta cultura laboral desechable en América Latina. Esto incluye promover políticas y leyes que protejan los derechos de los trabajadores mayores y que fomenten su inclusión en el mercado laboral. También es importante trabajar en la sensibilización y en la eliminación de estereotipos negativos sobre el envejecimiento y el rol de los trabajadores mayores en la sociedad.

Para romper con esta cultura del trabajo desechable, es importante que las personas y las empresas reflexionen sobre sus actitudes hacia la edad en el lugar de trabajo. Debemos reconocer y valorar las diversas habilidades y experiencias que los trabajadores de todas las edades aportan a la mesa. Al crear una fuerza laboral más inclusiva y diversa en edad, podemos avanzar hacia una cultura laboral más sostenible y equitativa en América Latina.

La cultura laboral desechable en América Latina es una mentalidad dañina y limitante que afecta a trabajadores de todas las edades. Es hora de desafiar esta mentalidad y crear una fuerza laboral más inclusiva y diversa en edad. Valoremos y reconozcamos los talentos de todos los trabajadores, independientemente de su edad.

Es un tema que merece ser abordado y discutido. No podemos permitir que los trabajadores mayores sean marginados y discriminados en el ambiente laboral, ya que esto no solo afecta su vida personal, sino también el desarrollo económico y social de nuestra región. Es hora de tomar acción y trabajar juntos para crear un mercado laboral más justo e inclusivo para todas las edades.

Es hora de reconocer que las personas mayores tienen mucho que aportar en el mundo laboral. Su experiencia y conocimientos son valiosos y deberían ser valorados en igual medida que las habilidades de los jóvenes. Por eso, es importante que los gobiernos implementen políticas que promuevan la inclusión y protección de los trabajadores mayores en el mercado laboral. Solo así podremos combatir la cultura laboral desechable y avanzar hacia un futuro más justo y equitativo para todos.

Los compromisos vinculantes de los convenios de la OIT: ¿letra muerta o motor de cambio en Latinoamérica?

La suscripción de convenios de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) por parte de los Estados implica la adopción de compromisos vinculantes para la protección y promoción de los derechos laborales. Sin embargo, en la práctica, muchos países latinoamericanos, conocidos como el «continente del resago en derechos laborales», no cumplen a cabalidad con estas obligaciones.

En algunos casos, la falta de voluntad política por parte de los gobiernos es un obstáculo importante para la implementación de los convenios. Los intereses económicos y la presión de grupos empresariales pueden influir en la toma de decisiones, relegando la protección de los derechos laborales a un segundo plano.

Los trabajadores, en situación de vulnerabilidad y con un alto nivel de informalidad, a menudo se ven obligados a aceptar condiciones laborales precarias por temor a perder su empleo.

Sumado a la falta de mecanismos efectivos de control y sanción para los incumplimientos dificulta que los Estados rindan cuentas por sus obligaciones.

La implementación efectiva de los convenios de la OIT en Latinoamérica es fundamental para avanzar hacia el trabajo decente y la justicia social. Se requiere un compromiso firme por parte de los gobiernos, las empresas y los trabajadores, así como el apoyo de la comunidad internacional, para superar los obstáculos que impiden el cumplimiento de estas obligaciones vinculantes.

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