La economía familiar salvadoreña está en crisis, late una preocupación constante. Sin embargo, las soluciones superficiales, de la orden presidencial, no son suficientes para abordar los desafíos estructurales que enfrentamos.
Por: Miguel A. Saavedra
E l pueblo quiere Seguridad y Soberanía Alimentaria : ¡Basta de migajas y excusas!
En un país donde los precios de los alimentos se disparan, los mayoristas , los supermercados se alzan como los guardianes de nuestras despensas y mesas, y que por rebote hasta la vendedora de la esquina de la colonia o del barrio te ofrece precios de Estados Unidos pero con ingresos de tercer mundo. Pero, ¿quiénes son estos titanes? ¿Y cómo afectan nuestras vidas?
Es hora de romper las cadenas de este sistema fallido. No más migajas de soluciones ineficaces. Exigimos un cambio radical:
Crítica a la orden presidencial
El reciente mensaje presidencial que exige a mayoristas y minoristas reducir los precios de verduras y hortalizas puede parecer una medida para aliviar la carga de las familias salvadoreñas. Sin embargo, esta solución superficial no aborda las causas estructurales del problema. La economía no se corrige con amenazas y medidas coercitivas, sino con enfoques integrales y sostenibles.
La economía no puede arreglarse con medidas superficiales e improvisadas. Las políticas económicas deben centrarse en el bienestar de la población, no en números abstractos. La reciente orden presidencial en El Salvador para reducir precios es un ejemplo de una medida mal concebida que no aborda las raíces del problema.
No ataca las causas fundamentales del problema, como la dependencia de importaciones, la falta de apoyo a la producción local y la especulación. Es una solución temporal que no ofrece un alivio duradero a las familias salvadoreñas.
Puede tener consecuencias negativas para los productores locales y generar escasez de alimentos.
Ignora las necesidades reales de la población, como el acceso a alimentos asequibles y nutritivos.
El Oligopolio Invisible
Unos cuantos importadores y dueños de supermercados controlan más del 70%-80% del mercado alimentario. Sí, has leído bien: un oligopolio. Estos gigantes, como sombras omnipresentes, dictan las reglas. Sus márgenes empresariales son supersaltos, mientras la inflación devora nuestros bolsillos.
El Poder de los Precios
Las grandes cadenas de supermercados, esos colosos de la alimentación, se aferran a sus altos márgenes de ganancia mientras el pueblo paga precios desorbitantes por sus productos y alimentos básicos. Es como si estuviéramos invitados a un festín ajeno, mientras en casa la olla sigue vacía.
¿Cómo es posible que los alimentos básicos se vuelvan inalcanzables? La respuesta está en los pasillos de los supermercados. y las bodegas y plantas procesadoras de los acapadores mayorista e importadores de alimentos del país .
Los precios han hecho cumbre, y no precisamente en nuestro favor. Los «capitalistas despiadados» se frotan las manos mientras nosotros luchamos cada día por una alimentación sana y asequible y que alcance para la familia.
El presidente ha tomado medidas, pero ¿son las correctas? La realidad es que no atacan las raíces del problema. La dependencia de importaciones y la falta de apoyo a la producción local persisten. La orden es como un parche temporal en un tejido desgarrado. No ofrece alivio duradero a las familias salvadoreñas y podría tener consecuencias no deseadas.
El Desafío de la Soberanía Alimentaria y Seguridad Alimentaria
El Salvador debe dejar de importar sueños ajenos(Granos , hortalizas y verduras) y cultivar su propia mesa. Es hora de exigir políticas que apoyen a los productores, subvencionen los insumos y fomenten la agricultura local. La seguridad alimentaria no se logra con decretos, sino con acciones concretas.
Para lograr un cambio real, debemos:
1. Apoyar a los Productores Locales: Brindar insumos agrícolas a precios accesibles y rehabilitar las tierras ociosas para aumentar la oferta de alimentos.
2. Tecnificar el Campo: Invertir en tecnología agrícola moderna para optimizar recursos y reducir pérdidas de cosechas.
3. Garantizar la Seguridad Alimentaria: Implementar programas de asistencia alimentaria mientras se trabaja en soluciones a largo plazo.
4. Inversión en la tierra: Despertar al gigante dormido. Invertir en las hectáreas ociosas y convertirlas en motores de producción agrícola.
5. Subsidios justos: Tender una mano amiga a los productores. Brindar subsidios que alivien la carga de los insumos y les permitan prosperar.
6. Protección a la producción local: Cerrar las puertas a las importaciones desenfrenadas. Proteger la producción nacional y fomentar el consumo de productos locales.
7. Regular a los Goliats: Imponer límites a las grandes cadenas. Evitar que continúen abusando de su poder y estrangulando a los pequeños vendedores.
8. Un gobierno presente: Un pastor comprometido con su rebaño. Un gobierno que diseñe e implemente políticas integrales que garanticen la seguridad alimentaria y el bienestar del pueblo.
Solo así, podremos transformar este panorama desolador en un festín de abundancia, donde todos los salvadoreños tengan acceso a una alimentación sana y digna. ¡Es hora de alzar la voz y exigir un cambio en la forma en que nos gobiernan!
En el corazón de la economía familiar salvadoreña late una preocupación constante: el bienestar de su gente. Sin embargo, las soluciones superficiales no son suficientes para abordar los desafíos estructurales que enfrentamos. La reciente orden presidencial para reducir los precios es un ejemplo de ello.
Alternativas propuestas
¡Basta de migajas y excusas! ¡Exigimos un cambio radical!
Es hora de romper las cadenas de este sistema fallido. No más migajas de soluciones ineficaces.
¿Qué podemos hacer? Aquí van algunas ideas:
1. Invertir en producción local: ¿Qué pasaría si esas 40 mil manzanas desocupadas y ociosas que tenemos improductivas en el campo se convirtieran en un motor de producción local?
La Revolución Agrícola
Manzanas en Acción: Esas tierras, hoy dormidas, podrían albergar cultivos diversos. Granos básicos, verduras, hortalizas y frutas. Imagina los campos vibrando con vida, cosechas que se suceden en un ciclo constante.
Tecnología al Rescate: La tecnificación es la clave. Sensores, riego inteligente, drones agrícolas. Las manzanas no solo serían árboles, sino nodos de información. ¿Cuántas cosechas al año podríamos obtener? La respuesta está en los datos.
Precios Estables: Aquí está el quid de la cuestión. Si producimos localmente, los precios se estabilizan. No más vaivenes según las importaciones o las decisiones de los gigantes. Acceso a alimentos asequibles para todos.
Es hora de despertar esas manzanas. No solo para llenar cestas, sino para llenar estómagos. El futuro está en nuestras manos, en cada semilla plantada y en cada cosecha compartida.
2. Mejorar la Infraestructura: Alimentos en Movimiento
Imagina una red de caminos y almacenes que fluyen como venas, llevando vida a cada rincón del país. La infraestructura es la columna vertebral de nuestro sistema alimentario:
Transporte Eficiente: Carreteras modernas, transporte ágiles y puertos eficientes. Los alimentos no deben quedar atrapados en atascos o perderse en caminos sinuosos. Cada tomate, cada grano de maíz, debe llegar a su destino sin demora.
Almacenamiento Inteligente: Silos, bodegas, cámaras frigoríficas. Aquí es donde los alimentos esperan su turno. Pero no queremos que esperen demasiado. Un almacenamiento estratégico reduce el desperdicio y garantiza que los productos estén frescos cuando lleguen a nuestras mesas.
3. Programas de Asistencia Alimentaria: Más que Precios Bajos
No basta con reducir los precios. Las familias vulnerables necesitan más que eso:
Acceso Real a Alimentos Nutritivos: No se trata solo de llenar el estómago. Hablamos de nutrientes, vitaminas, proteínas.
Programas que aseguren que los más necesitados tengan acceso a una dieta balanceada.
Apoyo Directo: No solo subsidios, sino educación nutricional, recetas saludables y acompañamiento. Que cada bocado sea un paso hacia la salud.
¡Imagina cadenas de supermercados diferentes ¡: «Precios Justos». No un coloso, sino un servicio público. Un lugar donde los precios no sean un enigma y la calidad no sea un lujo. ¿Por qué no competir contra el capo de los Supermercados del país y su imperio, aliados del actual gobierno?.
Es hora de desafiar a los gigantes. Necesitamos medidas audaces, no parches temporales. Que la mayoría social prevalezca sobre los intereses de unos pocos. El futuro de nuestras despensas está en juego.
Construyendo un Futuro Justo son Soberanía y Seguridad alimentaria
Nuestro país carece de soberanía y seguridad alimentaria. ¿Por qué no implementar políticas sostenibles y sustentables? Necesitamos diversificar cultivos, apoyar la agricultura familiar y garantizar que cada salvadoreño tenga acceso a alimentos básicos.
Favorecer a los productores locales no solo fortalece la economía, sino también la identidad de nuestra nación. Las recomendaciones del PNUD deben ser nuestra brújula: desarrollo inclusivo, equidad y resiliencia.
En lugar de poner «venditas» en heridas profundas, instamos a tomar medidas enfocadas en lo esencial para la población. No necesitamos más decretos, sino acciones concretas. La economía no se corrige con autoritarismo, sino con visión, empatía y soluciones reales. Es hora de cambiar el rumbo y construir un futuro más justo para todos.
El camino hacia la seguridad alimentaria y el bienestar requiere visión, empatía y soluciones reales. Debemos abandonar las medidas populistas y enfocarnos en lo esencial para la población. El futuro de la alimentación en El Salvador está en nuestras manos. ¡Unámonos en este grito por la soberanía alimentaria!
La seguridad alimentaria es urgente. No podemos seguir improvisando. Necesitamos políticas basadas en evidencia, diálogo y visión a largo plazo. Soñemos con un El Salvador donde la comida sea un derecho, no un privilegio.
Hagamos esto juntos. Exijamos políticas que apoyen la producción local en los municipios ahora destruidos . Construyamos un sistema alimentario sólido y resiliente. El futuro está en nuestras manos.