“Los héroes son personas que actúan cuando nadie hace nada”, Philip Zimbardo.
Por: Igor Iván Villalta Sorto*
E l psicólogo estadounidense Philip Zimbardo, diseñó a lo que posteriormente se llamaría El Experimento, que escandalizó a la opinión pública estadounidense. Las experiencias recogidas por las situaciones que se describen en numerosos documentales, reportajes, películas y libros, como el que nos sirve para titular este artículo, son valiosas para todo aquel que se preocupa por hechos tan concretos como la impunidad y el abuso de poder.
El experimento surge como una necesidad de investigar el fenómeno que se suscitaba en la sociedad estadounidense de diversas rebeliones en los centros de confinamiento y consistía en un anunció de prensa en donde se pedía a voluntarios que recibirían $15.00 diarios por participar en el mismo, jóvenes masculinos de clase media, estudiantes universitarios que fueron sometidos a una evaluación psicológica para explorar en ellos rasgos de sadismo o antecedentes criminales.
Se escogieron de forma aleatoria a los individuos que harían de reos y custodios, los reos fueron capturados en sus casas con agentes de policía verdaderos y en el sótano de la facultad de psicología de la Universidad de Stanford, dotada hasta con celdas de confinamiento. El papel de súper intendente de prisión la ejercería el propio Philip Zimbardo.
Los custodios fueron dotados de uniformes militares color kaki con lentes oscuros para resguardar su identidad. Al llegar a “prisión” se les obligó a quitarse la ropa. Se les roció con un líquido que les quitaría los ectoparásitos, el fin era degradarlos, que se sintieran que no eran individuos pulcros que tenían manchas. Se trabajó para que los “reos” perdiesen su identidad como personas al vendarle los ojos con un pañuelo, vestían uniforme de reos con un número y no eran llamados por su nombre si no por el número.
Me recuerda en mis años en primaria en la escuela pública que nos asignaban un número y respondíamos a él.
Además de perder la identidad, se pierde la noción de espacio y tiempo. Nosotros tenemos el poder; ellos se verán impotentes. La dieta, la mínima para la subsistencia, una persona con hambre no puede pensar en rebelión o analizar su condición física o mental, sólo piensa en su sobrevivencia. Se les interrumpía el sueño. En mi secuestro y tortura, en la Policía de Hacienda, no teníamos derecho a dormir, si por alguna razón te vencía el sueño, inmediatamente llegaba el custodio a golpear la puerta y gritarse “y quien te ha dado permiso a dormir”, además de privarte de comida y agua.
Uno de los objetivos que se cumplen al someter a los seres humanos a tratos deleznables y crueles es legalizar el castigo y que las sociedades vean esta forma como algo normal y sobre todo deseable. Aplaudir al tirano que disfruta sometiendo a seres humanos, humillarles, eliminarles en sus derechos. El tirano se mantiene ajeno y fuera, no soy yo quien está cometiendo a tropelías, son hechos aislados, son otros los que las cometen, además los malos se lo merecen.
Me recuerdo cuando Bukele en la pandemia, dio luz verde a los policías para que ejercieran castigo, que si se les pasaba la mano, tenían un cuerpo de abogados que los defenderían. Es clave dotar al torturador de impunidad, ofrecerles el anonimato y defenderlos, pero tarde o temprano esto se termina y los crímenes son expuestos a la luz pública.
Cuando esto pasa esos que los incitaban a ejercer violencia contra el indefenso se resguardan en lugares seguros y protegidos. Los otros sálvense como puedan.
Recuerdo que quien me secuestro fue el criminal de guerra Coronel Nicolás Carranza que fue condenado por un jurado de Menphis por crímenes de lesa humanidad, tortura y matanzas extrajudiciales.
Volviendo al tema principal, al tercer día de confinamiento los reos propinaban insultos a los custodios, otros se arrancaban los números de identificación, uno de ellos entró en crisis, otros tres fueron acusados de ser los actores intelectuales de la rebelión, fueron aislados del grupo. Se crearon divisiones entre ambos grupos los obedientes y los rebeldes. Los obedientes fueron privilegiados con una cama y comida. Los tres rebeldes fueron enviados a la celda de confinamiento. Se respondió a la fuerza con más fuerza.
En una oportunidad daba una charla en una parroquia en San Miguel, la charla se trataba del porque no pegarle a los niños. La reacción de algunas madres no pudo ser más preocupante, se levantó una señora y me dijo: cómo voy a dejar de pegarle a mis hijos, si no les pego ellos le van a pegar a mí. A lo que respondí, pero ya reparaste en los danos físicos o psicológicos que puedes ocasionar a tus hijos, si pegas en las manos existen conexiones muy delicadas que puedes dañar, en las nalgas también, en la columna ya no se diga y tú serás la única responsable.
El experimento se compara con lo ocasionado en el régimen nazi o japonés en cuanto al maltrato y vejámenes ocasionados a los prisiones civiles o militares, pero no se repara que en Nuestra América Latina fue fundada por Estados Unidos la Escuela de las Américas en donde fueron entrenados todos esos torturadores de los que muchos fuimos víctimas y hasta el momento no hemos obtenido reparación y castigo para los culpables.
Los torturados y criminales siguen sin ser expuestos, mantienen su anonimato e impunidad.
*Biólogo investigador