LA CLOACA DESTAPADA: Cuando la gota rebalsa no es por casualidad.

Por Miguel A. Saavedra.

«La corrupción es el impuesto más caro que pagan los pobres y los honestos».

La corrupción ha alcanzado niveles epidémicos, pero parece que a nadie le importa. Aún no se han dado cuenta que tanto derroche se paga de los dineros de los impuestos de todos los salvadoreños.

La piñata con los fondos públicos, el destape -luego de filtraciones en la web- de la corrupción en contrataciones en la Asamblea Legislativa y todo el gobierno de Bukele, ha dejado en evidencia y en la superficie la CLOACA DESTAPADA. La Nueva Forma de Gobernar resultó ser como un vestido nuevo cosido con hilos de corrupción. La opacidad y el nepotismo son los colores cyan de moda. Los funcionarios se pavonean como modelos en una pasarela, mientras los ciudadanos aplauden con incredulidad.

El mandatario, al imponer silencio y conformidad, queda atrapado  y encubre la enfermedad crónica del Estado: la corrupción. Mientras tanto, la población sufre una dieta amarga de desconfianza y descontento.

La etica y la buena gestión brillan por su ausencia pese a que el que gobierna y maneja a su antojo los 3 poderes del Estado. Mientras el mandatario de la nación se jacta de saber «lo que pasa hasta en el último sanitario de las instituciones» , que extraño que no se entera de las alcantarilla en que han convertido al aparato estatal. Vaya cambio si terminaron con ser más de lo mismo con los errores corregidos y aumentados.

En los pasillos, vedetes, damas de compañía, y los trolls se camuflan como asesores y personal técnico. Todos con sueldos jugosos, como caramelos en una piñata. Y el líder, el gran prestidigitador, dice: «Sé lo que pasa hasta en el último sanitario”.

La gente aún no despierta del letargo inducido. Creyeron en un cambio radical, pero se encontraron con una farsa bien orquestada. Los poderes del Estado, antes un sistema de checks and balances, ahora son un títere en manos de un solo jugador. Un rey desnudo que se jacta de conocer hasta el último rincón de su reino, un séquito de cortesanos inútiles que cobran fortunas mientras el país se desmorona. La ética y la buena gestión son solo palabras vacías en un diccionario olvidado

Nos vendieron un cuento de hadas y nos entregaron una pesadilla. El poder se ha concentrado en unas pocas manos corruptas que gobiernan sin oposición, convirtiendo al Estado en su cortijo personal. Mientras el pueblo se distrae con el circo de los artistas y los trolls, los verdaderos dueños del poder saquean las arcas públicas.

Ironías de la vida.

Aquellos que prometieron transparencia y rendición de cuentas son los primeros en ocultar la verdad y enriquecerse a costa del erario público. La maquinaria estatal, otrora un instrumento al servicio del pueblo, se ha convertido en una herramienta de opresión y control. Y lo peor de todo es que siguen mintiendo, convencidos de que la gente es demasiado estúpida para darse cuenta.

El barco del Estado se hunde lentamente, mientras los pasajeros de primera clase se dan un festín en el comedor. Los timoneles, incapaces de navegar en aguas turbulentas, han abandonado el puente de mando para entregarse a los placeres mundanos. La tripulación, compuesta en su mayoría por inútiles y corruptos, solo se preocupa por salvar sus propios pellejos.

Los Pecados del Gobierno Actual

Opacidad y Nepotismo

Prometieron claridad y transparencia, pero lo que hemos visto es todo lo contrario. Las decisiones se toman en la sombra, y el nepotismo campea por doquier. Familiares y amigos de los altos funcionarios han sido colocados en puestos estratégicos, no por su competencia, sino por sus conexiones. La falta de transparencia es tal que resulta casi imposible saber en qué se están gastando los recursos públicos.

Derroche de Fondos y Recursos Públicos

El derroche es escandaloso. Mientras el pueblo lucha por llegar a fin de mes, los funcionarios del Estado disfrutan de sueldos ostentosos y prestaciones exorbitantes. El dinero que debería ser usado para mejorar la vida de los ciudadanos es despilfarrado en lujos y caprichos de quienes están en el poder.

Ostentación de Sueldos y Prestaciones

Los sueldos de los funcionarios son un insulto a la ciudadanía. Mientras los servicios públicos se deterioran, los responsables de su gestión viven en la opulencia. Esta ostentación no solo es inmoral, sino que refleja un desprecio absoluto por las necesidades del pueblo.

El Colapso del Sistema

La gente aún no ha tomado conciencia de que todo un sistema ha colapsado. Las funciones de los poderes del Estado se han concentrado en el poder ejecutivo, que gobierna sin ningún contrapeso legal ni legítimo. Esto no es una mera cuestión de mala gestión; es un golpe a la democracia misma.

El Séquito de la Vergüenza

Artistas, maquilladoras, damas de compañía para hombres y mujeres, trolls y personal de séquito en general han sido nombrados en cargos de asesores y técnicos con jugosos sueldos. Estos nombramientos no solo son un despilfarro, sino una burla a la ciudadanía que esperaba un cambio verdadero.

La Falsa Omnisciencia del Gobernante

El gobernante se jacta de saber «lo que pasa hasta en el último sanitario de las instituciones», pero parece no enterarse de la alcantarilla en que han convertido al aparato estatal. La ética y la buena gestión brillan por su ausencia, y lo que tenemos es un gobierno que ha corregido y aumentado los errores del pasado.

¿Cambio? Más de lo Mismo y  Peor: La Farsa del Cambio detrás  de la Máscara del Poder

Han pasado  5 años desde que el Clan Bukele prometió una nueva era, un gobierno transparente y honesto que acabaría con la corrupción que tanto daño había hecho al país. Con una retórica enardecida y promesas de cambio radical, lograron convencer a millones de ciudadanos de que eran la solución a todos los problemas. Sin embargo, la realidad ha sido muy distinta.Buena parte del pueblo  votante en las últimas elecciones les entregó “poder total”.

Sin embargo, en poco tiempo ha revelado una cruda realidad: la corrupción no ha desaparecido, simplemente ha mutado y cambiado de color , esa corriente que representa la tan llamada Nueva forma de Gobernar» corre por las alcantarillas del aparato gubernamental. La Nueva Forma de Gobernar resultó ser una versión mejorada de la vieja. Los mismos trucos, solo que ahora con más brillo y confeti

Detrás de la fachada de renovación, hemos sido testigos de cómo la corrupción se ha arraigado aún más en las estructuras del poder. Lo que antes era una sospecha, hoy es una evidencia irrefutable: nepotismo, derroche, opacidad y un enriquecimiento inexplicable de aquellos que juraron servir al pueblo. Ahora después de la primera gestión legislativa y  apenas  un mes de le un nuevo periodo han destapado la cloaca de lo que pregonaban ser la Nueva forma de Gobernar…

La contratación de familiares, amigos ,»queridas» y conocidos para ocupar cargos públicos, a menudo sin las competencias necesarias, es una práctica que se ha vuelto común en este gobierno. Los sueldos exorbitantes y los privilegios de los funcionarios, mientras la población lucha contra la inflación y la falta de oportunidades, son una afrenta a la justicia social. Y ni hablar de los gastos en lujos y fiestas, mientras los servicios públicos se deterioran y la deuda pública se acumula.Y todo pagado con fondos públicos que tanta falta hacen en las instituciones que tienden a la gente cada día, escuelas , centros de salud , cuidado de la niñez y ancianos , tanta opulencia de unos pocos ante la desgracia ,injusticias y calamidad de cientos de miles ; no lo duden Dios tarde o temprano ¡Hará Justicia¡…

Pero lo más grave es la concentración del poder en una sola figura. Al debilitar los otros poderes del Estado y controlar los medios de comunicación, se ha creado un sistema autoritario donde la crítica es silenciada y la oposición perseguida. La democracia, ese ideal por el que tanto se luchó, se encuentra en grave peligro, perseguido y encarcelado.

¿Cómo llegamos hasta aquí?

La respuesta es compleja y tiene que ver con una combinación de factores: La desilusión con la clase política tradicional: La corrupción y la ineficiencia de los gobiernos anteriores generaron un profundo descontento entre la ciudadanía, lo que facilitó la llegada al poder de nuevos actores que prometían un cambio radical.

La falta de mecanismos de control: La debilidad de las instituciones y la falta de transparencia en la gestión pública han permitido que la corrupción se propague sin mayores obstáculos.

La manipulación de la opinión pública: A través de los medios de comunicación y las redes sociales, se ha construido una narrativa que presenta al gobierno como la única solución a los problemas del país, ocultando la realidad de la corrupción y la mala gestión.

Prometieron ser diferentes, pero han resultado ser más de lo mismo, con los errores corregidos y aumentados. La gota rebalsa, y no es por casualidad. Es el resultado de un sistema corrupto y un gobierno que, lejos de mejorar, ha profundizado los vicios que juró erradicar.

 «El poder absoluto corrompe absolutamente»,

La frase , atribuida a Lord Acton, es una máxima que ha resonado a lo largo de la historia. Al concentrar los tres poderes del Estado en una sola figura o entidad, se elimina el sistema de checks and balances diseñado para evitar abusos de poder. Sin contrapesos, el gobernante puede actuar sin restricciones, socavando la democracia y los derechos fundamentales de los ciudadanos.

La Asamblea Legislativa como una «maquila de Decretos y Leyes» de casa presidencial que justifican injusticias contra las mismas mayorías que le dieron el poder.

¿Por qué es tan peligroso concentrar el poder?

La gente no ha tomado conciencia que todo un sistema es el que ha colapsado pues se han tomado las funciones de los poderes de los órganos del Estado y se han concentrado en el poder ejecutivo quien gobierna sin ningún contrapeso legal ni legítimo.

Corrupción: Sin controles, el poder absoluto tiende a corromper. Los gobernantes pueden utilizar su posición para enriquecerse a sí mismos y a sus allegados, a expensas del bien común.

Abuso de autoridad: La falta de controles puede llevar a abusos de autoridad, como la persecución política, la censura y la violación de los derechos humanos.

Pérdida de legitimidad: Un gobierno que concentra el poder de manera excesiva pierde legitimidad a los ojos de los ciudadanos, ya que estos se sienten desprotegidos y sin representación.

Estancamiento: La concentración del poder suele ir acompañada de un estancamiento político e intelectual, ya que se limita el debate y la diversidad de opiniones.

¿Cómo se manifiesta esta concentración de poder en la actualidad?

Propaganda y desinformación: Los gobiernos autoritarios utilizan la propaganda y la desinformación para manipular a la opinión pública y mantener el control.

Restricción de libertades: Se limitan las libertades de expresión, asociación y reunión, a fin de silenciar a los opositores y críticos.

Control de los medios de comunicación: Los gobiernos autoritarios suelen controlar los medios de comunicación para difundir su mensaje y censurar las opiniones contrarias.

Uso de la fuerza: Se recurre a la fuerza para reprimir a los disidentes y mantener el orden.

¿Qué podemos hacer?

Es fundamental que la ciudadanía esté alerta y se organice para defender la democracia y los derechos humanos. Algunas acciones que podemos tomar son:

Informarnos: Mantenernos informados sobre los acontecimientos políticos y sociales.

Participar: Participar en actividades cívicas y políticas.

Denunciar: Denunciar cualquier acto de corrupción o abuso de poder.

Organizarnos: Unirnos a organizaciones de la sociedad civil que defienden los derechos humanos y la democracia.

Finalmente en este país del  autodenominado “Rey Filósofo” que paga vitrinas y portadas internacionales: en este nuevo reino, donde la realidad es un espejismo y la verdad una rareza, gobernar es sinónimo de reality show. El elenco: un séquito de aduladores y oportunistas, todos ansiosos por su minuto de fama y un suculento cheque. La trama: un guion preestablecido donde el bien siempre triunfa… al menos en los discursos. La moraleja: Mientras en barco se hunde el capitán, con una sonrisa burlona, asegura que todo está bajo control  lo que nos  reafirma que el poder corrompe, y el poder absoluto corrompe más… bueno, ya sabemos cómo termina esa historia

La corrupción, lejos de ser una excepción, se ha institucionalizado. El que gobierna, lejos de ser un servidor público, es un déspota que se burla de la inteligencia de los ciudadanos.

La ética y la buena gestión, conceptos que alguna vez fueron valorados, han sido reemplazados por el clientelismo y la impunidad. La ironía es que aquellos que prometieron acabar con la corrupción, se han convertido en sus mayores exponentes.

Es hora de que la ciudadanía despierte y exija el cambio real que se le prometió. La farsa ha durado demasiado tiempo, y el costo lo está pagando el pueblo.

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