Un sector cristiano se da por ofendido y reacciona ante el performance presentado en la inauguración de los juegos olímpicos en París, Francia; sin embargo, Thomas Jolly, el dramaturgo responsable principal de la puesta en escena, ha señalado que en ningún momento hace referencia alguna a esta religión, sino que se remite a la cultura grecolatina representando a Baco(1); incluso fue necesario que Anne Descamps, portavoz de la competencia deportiva, aclarara que no hubo intención de faltar al respeto de ningún grupo religioso (2).
Por: E. Arturo Carrasco Gómez
D espués del tradicional desfile que este año incluyó delegaciones de 206 países, y donde no participa Rusia, pero sí Ucrania e Israel, y aunque hubo países que participaron compartiendo embarcación con otras naciones, la delegación de Palestina desfiló a solas en una pequeña embarcación a lo largo de los seis kilómetros del río Sena, donde se dio paso a un momento dancístico musical.
En el Puente del Alma, que hizo las veces de pasarela, pista de baile y escenario teatral, un grupo diverso que incluyó a una persona barbada con pechos de mujer, un bailarín con secuelas de poliomelitis, una pareja conformada por un enorme hombre afrodescendiente y una menor blanca, así como a Bárbara Butch, referente LGBTIQ+ de Francia, entre otras personas; además de una plataforma de baile, anclada a un costado del puente citado; el dinamismo del baile y la música tecno expresaban un momento festivo, con expresiones corporales que remitían a baile folclórico, danza contemporánea e incluso breakdance.
En lo que podemos considerar el primer acto del performance Unidos en la Diversidad, acto que duró al rededor de 10 minutos en una ceremonia de más de 5 horas, el grupo de bailarines se reunió con Bárbara Butch al centro, mientras que en la pasarela, un hombre con bodypaiting azul, ataviado con una corona y un pequeño cordón, ambos de flores, recostado sobre un platón lleno de frutos y flores multicolor, cantaba una suave melodía, en un intempestivo y bien logrado cambio de ritmo.
Al parecer, lo antes descrito es lo que ha inconformado a este sector, con expresiones que consideran una mofa sobre la pintura de la última cena de Jesús, el Cristo, específicamente la realizada por Leonardo Davinci, que dicho sea de paso es la más conocida, aunque menos verosímil, al menos que se acostumbre comer en grupo utilizando sólo un costado de un tablón rectangular.
Cabe recordar que la competencia deportiva en la Grecia clásica consideraba a los triunfadores como seres excepcionales, cuasi divinos, y que al exhibir sus habilidades deportivas se consideraban próximos al Olimpo, donde residían las divinidades griegas; de ahí que estas competencias se conozcan como olimpiadas, o juegos olímpicos, que de suyo tienen un origen ajeno al cristianismo.
Tal parece que el ensimismamiento de algunos liderazgos religiosos les hace ver mofas, donde no las hay; sin embargo, lo que sí hay es el reflejo de su intolerancia ante la diversidad, que sí fue abiertamente manifestada en la danza, desde el título del performance.
Acaso pretenden que una competencia deportiva, de origen politeista, y que en su etapa llamada moderna es internacional, y por lo tanto multicultural, debe sujetarse a los criterios de una expresión religiosa, o específicamente de un sector de alguna expresión religiosa.
Las descalificaciones de este sector evidencian su desconocimiento, o en el más radical de los casos, su mala intención. Indubitablemente presentan su rechazo a la diversidad, evidenciándose como intolerantes, en un enfrentamiento cultural sobre la diversidad LGBTIQ+ que transcurre en la actualidad y que pretenden llevar a la internacional competencia olímpica, omitiendo cualquier comentario sobre el trato desigual con alguno de los países en guerra, así como en el desfile náutico de la delegación de Palestina, lo que sí resulta ser una Des-Unión en la Diversidad.
*Centro de Estudios Teológicos San Andrés – México
Referencias
