El filósofo surcoreano Byung-Chul Han, publica “Psicopolítica: neoliberalismo y nuevas técnicas de poder” en el dos mil catorce.
Por: José Guillermo Mártir Hidalgo*
D icho autor sostiene que, bajo la férula del neoliberalismo, la libertad es un espejismo, ya que esta es explotada para la reproducción del capital, estimulando el rendimiento y la optimización. La revolución es imposible, porque la lucha de clases se ha interiorizado y se ha eliminado el espíritu revolucionario. Y el “disconforme” es imbuido en un estado depresivo.
En los actuales tiempos tecnológicos ha surgido el Big Brother digital que, se encarga de vigilar y controlar a los sujetos. El aparato estatal obtiene información de los sujetos por voluntad propia a través de teléfonos smart y demás dispositivos electrónicos. Actualmente el poder diverge en el poder disciplinario del Estado de vigilancia, quien actúa de forma prohibitiva y represiva. Siendo el trabajador, representado por el topo, el emblema de este poder. Y el poder psicopolítico inteligente, asociado a la seducción y no a la prohibición. Siendo el empresario, representado por la serpiente, el emblema de este poder.
Para el filósofo francés, Michel Foucault, la biopolítica es una relación de dominación de la tecnología con la dominación corporal que caracteriza al poder disciplinario. Pero en el neoliberalismo que, se enfoca en la psique, se ocupa que el individuo actúe y reproduzca por sí mismo las acciones que se le han impuesto. Siendo las principales afecciones del capitalismo actual, la depresión y el burnout. Pues el sujeto del régimen neoliberal precisa de la optimización personal, es decir, de la auto coacción para generar más rendimiento.
En la “La Doctrina del Shock”, la periodista canadiense Naomi Klein, cita al psiquiatra Ewen Cameron con la terapia de choque, quien sostenía que podía eliminar lo perjudicial de la mente mediante choques eléctricos. Y ante economías distorsionadas, la única manera de enderezarlas era infringiendo políticas impopulares dolorosas, es decir, choques económicos a las masas, según el economista estadounidense Milton Friedman. En cambio, la psicopolítica neoliberal, no opera con amenazas, no emplea medicina amarga, opera con estímulos positivos, con mecanismos que agradan al sujeto, para sugestionarlo a su antojo.
Han compara la obra “1984” de George Orwell y la actualidad del capitalismo neoliberal. El poder disciplinario del Estado vigilante disminuye la palabra, lava cerebros, fomenta aislamiento social y control del pasado. El poder es prohibitivo, protector y represivo. Se reprime el consumo, los sujetos se sienten vigilados y se extrae información en contra de la voluntad de las personas. Mientras que el poder psicopolítico inteligente incrementa las palabras, domina la apariencia de libertad, se amplía la comunicación social y se intenta controlar el futuro. El poder es proyectivo, permisivo y prospectivo. Se maximiza el consumo, los sujetos no se sienten vigilados y las personas entregan su información de manera voluntaria.
El régimen neoliberal utiliza las emociones para incrementar la productividad y el rendimiento. El capitalismo de la emoción explota la subjetividad de la libertad, construye inestabilidad, acelera la comunicación e impulsa el sistema productivo. La psicopolítica se inserta en las emociones de las personas, para influir en sus acciones.
La filosofía de nuestro tiempo es que todo puede medirse y cuantificarse, lo cual podría servir para prevenir y predecir acontecimientos futuros (dataísmo). La evolución del dataísmo se dio con la primera ilustración, donde el hombre se creía capaz, mediante la razón, de modificar su propia situación y su propio destino. Con la segunda ilustración, la abundancia de datos hace inservible la teoría. Los datos eliminan la explicación de los fenómenos sociales.
El mercado o Big Data, acumula información de las personas y vigila sus preferencias, para ofrecernos productos mediante la publicidad y comprarlos. La alianza entre el Estado vigilante o Big Brother y el mercado o Big Data, ha conducido a la aparición de la sociedad digital. Dentro de ella, paralela a las clases sociales, existen clases virtuales. Las personas con poder económico, poseen una preferencia financiera. Y las personas en el otro extremo que, no ostentan bienes que les permitan un crédito, ni un sueldo rentable, son consideradas “waste” o basura. La sociedad digital plantea una imperiosa superficialidad.
Los datos por si mismos solo son un registro inenarrable de los hechos, falta las subjetividades de los hombres para moldearlos a sus intenciones e intereses. Ser sujeto significa estar sometido, pues la política neoliberal es una técnica de dominación por medio de la programación y controles psicológicos. Por tanto, la des-psicolonización conlleva el arte de la vida: pensar por sí mismo. Esto significa que nuestra psicología podría formarse a partir de sí mismo. Así construir cosas ideas nuevas que aún carecen de nombre.
Han promueve el idiotismo, pensamiento de un campo próximo y único de acontecimientos, que se escapa a las cualidades de la subjetivación y psicologización. No se pueden crear ideas sin antes haber pensado que era una idiotez, en un principio, una total locura. El idiotismo construye espacio libres de silencio, quietud y soledad. Hacerse idiota ha sido una función de la filosofía.
*Psicólogo salvadoreño