La violencia y los asesinatos que el régimen procura matizar

Los esposos Valdés Martínez, abogados de profesión, fueron encontrados el pasado domingo 11, enterrados en el patio de su casa. Ambos desaparecieron el 4 de agosto, engrosando desde aquel momento las estadísticas poco referidas por el régimen, de personas desaparecidas, que en promedio acumulan 1,2 diarias, de acuerdo a la FGR y la PNC.


Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*


E n lo que va del mes de agosto para el caso, la FGR reconoce 15 desapariciones de personas, en activo. Por otro lado, de acuerdo a la FGR, en el presente perdemos en consecuencia de la violencia social, en promedio a 1 persona diaria.

Revisemos esto. Los datos dicen, que hasta 2023, nuestro país padeció en promedio, 7,83 asesinatos por cada 100,000 habitantes [Datosmacro.com/FGR] en relación a los 17,18 de 2021. Una celebrada caída del 10%.

Esto sin embargo no sirve a los esposos Valdés Martínez. Otro elemento en esta ecuación que debemos acotar, es el discurso del régimen que sobre la violencia social nos ofrece, donde simplemente evade hechos como los referidos arriba, desviando la atención de las mayorías hacia el énfasis que hace por confirmar la concreción del Edén salvadoreño, como logro supremo de su ejercicio.

De hecho, desde CAPRES se afirma que, hasta el lunes 12 de agosto de 2024, el país tiene gracias a las políticas de seguridad que adelanta el régimen, ¡1000 días sin asesinatos!

Trágicamente eso es una llana falsedad, una torva y maliciosa mentira, motivada políticamente.

La cuestión es que por supuesto y de cara a la violencia social que desde la fundación de la República ha sufrido nuestro país, el que ahora tengamos un clima con menores márgenes de violencia es motivo de festejo, pues se salvan decenas de vidas de salvadoreños y salvadoreñas, que en cambio se perderían por esa circunstancia.

Tampoco nadie espera que, con tan solo 2 años de relativa pacificación, el país, la sociedad salvadoreña cambie, pues eso es imposible. Pues nadie cambia por decreto. Y ahí el quid de la cuestión.

La tesis del Edén salvadoreño, que nos regala el régimen simplemente es inviable para nuestra sociedad, pues la violencia social es estructural, solo uno de los desafíos que como sociedad enfrentamos, sin duda el más conspicuo, pero no el más relevante.

No el más relevante porque todo fenómeno social es producto de una elemental relación causa y efecto, y la violencia es solo el descarnado efecto de una sombría causal que nos atenaza como sociedad.

La exclusión y la marginación social provocadas por las élites constituyen las causas originarias de la violencia, donde este estrato, conformado apenas por el 0,00002% de la población [PNUD, FMI, BID, BM, OXFAM], instrumentalizando al estado, concentra en 160 personas el 87% de la riqueza nacional.

La realidad vendida en el discurso oficial niega esto, disfrazándolo, simplemente porque no es su interés abordarlo para superarlo, pues hacerlo supone terminar con esos privilegios de clase.

Algo que la familia Valdés Martínez y miles como ellos, sufren con impunidad.

*Educador salvadoreño

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