Les roban mucho (Parte III y última)

Con el primer gobierno palestino en El Salvador (2004-2009), encabezado por Antonio Saca, fue que las mafias del crimen organizado internacional comenzaron a desarrollar un primer escenario de guerra ficticia contra las pandillas del crimen organizado, bajo la jefatura del súper policía Rodrigo Ávila.


Por: Toño Nerio


E xactamente el mismo escenario bélico que pocos años más tarde montaría en México el presidente Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012), mediante el “súper policía” Genaro García Luna.

Gobernantes vestidos ridículamente en uniforme militar, patrullando protegidos por la oscuridad, junto a su tropa y decenas de periodistas armados de cámaras hasta los dientes, derribando puertas de humildes casitas de los barrios miserables, arrastrando hasta la calle a los moradores, en paños menores y descalzos, para tomarse la foto como aquellos cazadores ingleses de hace un siglo. Sin hacer un disparo, ciertamente, porque los feroces criminales detenidos no oponían resistencia ni estaban armados.

Era necesario crear la apariencia de lucha contra el crimen organizado para poder tomar el control de todas las jefaturas del crimen organizado interno en favor del crimen organizado internacional. Centralizar el poder del inframundo, para adecentarlo al estilo de Chicago, Nueva York o Miami, o de Cali y Medellín.

Las bandas criminales que se repartían los barrios pobres en micro mafias debían ser sometidas al poder superior que crea y organiza ciudades turísticas como Las Vegas o La Habana precastrista, y que controla los flujos de capital sucio hacia la banca super lavadora, para eliminar la violencia callejera -que es la que mantiene enfrentados por el control del territorio a los pobres pandilleros pobres- y de ese modo atraer las inversiones.

En todas partes es la misma historia. Si no, veamos el trayecto de los gangsters de los Estados Unidos. Aunque no son exclusivamente italianos e irlandeses, los mafiosos de esas nacionalidades son los de mayor impacto. Pero hablar de italianos o irlandeses es una simplificación burda. Realmente son varias pandillas dentro de cada denominación y, en cada pandilla, el poder lo detentan los miembros de una misma familia.

Entre los irlandeses, que son los gangsters más antiguos y ya pasan de los ciento cincuenta años de existencia como mafia nacional, tenemos a los grupos pioneros: los Conejos Muertos y los Whyos -que desaparecieron hace exactamente un siglo, tras el asesinato de todos sus jefes-; los Westies, que mandaban en el West Side (de ahí su nombre) de Manhattan, o la Cocina del Infierno –The Hell Kitchen-; los Winter Hill Gang, que fue la federación que gobernaba el bajo mundo en Boston, Massachusetts; la Philadelphia Badlans, que controlaba el norte del estado; las bandas irlandesas de Chicago: la de Michael Cassius Mc Donald; la Cuadrilla del Norte; los Insectos Moran; los South Side O`Donnell Side; los Colts from Ragen; y los Seven Group.

Por su parte, las bandas de origen italiano, que son un poco más nuevas que las irlandesas –con ciento treinta años-, controlan mucho más territorio y son bastante más numerosas. También todas son dirigidas desde una pirámide familiar.

Las mafias italianas durante mucho tiempo se mantuvieron en conflicto por el control territorial, hasta que mediante una guerra total, que duró catorce meses –febrero de 1930 hasta el 15 de abril de 1931-, la llamada Guerra de los Castellammarenses, en Nueva York entre las bandas Masseria (familias Gambino y Genovese) y Maranzano (de las familias Bonanno, Colombo y Lucchese), llegó a su fin con la victoria de Maranzano y la aceptación de las cláusulas de rendición por parte de los Masseria.

Con el propósito de evitar futuras luchas en el desarrollo de sus actividades criminales, en 1931, Salvatore Maranzano delimitó las fronteras dentro de las que cada una de las familias podía operar y creó una dirección única conjunta integrada por las cabezas de las cinco principales bandas familiares: los cabeza o capos de cada una de las cinco familias. Y se erigió como el capo de capos –capo di tutti i capi-, o coordinador general.

Sin embargo, a los cinco meses del final de la guerra, en septiembre de 1931, Maranzano fue asesinado. Parece ser que las familias querían evitar la concentración del poder en una sola persona y su centralización en una sola familia: deseaban un diálogo horizontal y equitativo (O sea, le dieron cuello a Salvatore por antidemocrático: ¡no a la monarquía absoluta, jum!)

Para no extenderme demasiado voy a mencionar solo las principales familias, las de la guerra de los años 1930 y 1931: Bonanno, Colombo, Gambino, Genovese y Lucchese.

Pero no quiero dejar de mencionar otras, vinculadas a aquellas, pero que también tienen nombre de la familia: Tafficante, Patriarca, Rizzuto, Cotroni, Luppino, Papalia, DeCavalcante, Magaddino, y otras que cubren todo el territorio estadunidense.

Pero no son solo irlandesas e italianas. La mafia también es judía, rusa, turca, japonesa, etc. Y todas tienen en común que pertenecen a una familia y a una nación.

Ellas son las que se encargan no solo de administrar el tráfico de drogas a escala nacional en el mercado más grande del mundo, sino que se dedican al lavado de dinero, el tráfico de desechos tóxicos, tráfico de armas, a la corrupción de funcionarios de gobiernos extranjeros, la prostitución, la pornografía, la falsificación de moneda y de mercancías, la extorsión, el sicariato, la extorsión laboral a través del control de sindicatos, el fraude fiscal, la compra y colocación de acciones en el mercado de valores y otras actividades criminales.

Muchas de esas actividades generan inmensas fortunas que necesariamente tienen que ser blanqueadas y, para ello, las mafias crean casinos o adquieren casas de juego como las aparentemente muy inocentes de bingo y otros juegos de azar como la lotería mexicana de granitos de maíz, casas de apuestas, juegos en línea, loterías –como la de El Salvador que fue entregada por bukele a la mafia judía en 2020, en plena pandemia del COVID19- y, obviamente, crean y utilizan paraísos fiscales.

De hecho, Las Vegas –conocida como la Ciudad del Pecado- tuvo un crecimiento en inversiones desde que el llamado “sindicato del crimen”, o sea, la mafia, comenzó a instalar hoteles, casas de juego y de apuestas, prostíbulos, restaurantes, cantinas, y todo tipo de empresas de construcción, etc., para tener un conjunto de negocios legales que se encargan de recibir diariamente toneladas de dinero sucio y de remesarlo en sus cuentas bancarias como el producto de los pagos de sus clientes.

El primer gran hotel de Las Vegas, el famoso Flamingo, fue construido por Benjamin “Bugsy” Siegel, un cruel asesino que se encargó de matar a Joe Masseria, con cuya muerte se puso fin a la Guerra Castellamarese. Y cinco meses después fue uno de los asesinos que le quitaron la vida a Salvatore Maranzano. Ese día, 10 de septiembre de 1931, comenzó la vida moderna de la mafia en los Estados Unidos.

Siegel propuso a las mafias en La Habana la creación de una ciudad en pleno desierto de Mojave, donde todos los dineros del crimen organizado pudieran ser lavados. Pero quiso ser jefe de jefes por haber tenido esa brillante idea. Así es los capos le recetaron lo mismo que a Maranzano: lo asesinaron en la casa de su novia en Beverly Hills. Pero el lema de la ciudad es “lo que sucede en Las Vegas, se queda en Las Vegas”, o sea, silencio absoluto, como la oscurana que impuso bukele desde que tomó el control absoluto de todas las mafias de El Salvador.

El Salvador actual, como Las Vegas de hace cien años, es el pobre territorio poblado de gente pobre, un desierto árido de pobreza absoluta, que para la mafia no puede estar ahí nomás, sin que sea de provecho para la economía que opera en el inframundo del crimen organizado internacional: por eso bukele encabeza la mafia palestina de su familia, hermanos, primos, suegra y el resto.

Por último, “Escribo con un nudo en la garganta”, como dice Elenita Poniatowska en aquella carta titulada Querida mamá, en la que hurga en su alma “con un temblor cardiaco” –como este que me estremece ahora-, al pensarte madre mía, tierra mía, Patria mía, azotada por el tirano que en esta hora te cabalga y te desgarra con el látigo del crimen organizado internacional. Pero te juro Patria que volverá el sol y que su luz radiante despachará para siempre esta oscurana y a estos viles hombres murciélagos.

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