Libro | Sociedad de la transparencia

“Sociedad de la Trasparencia”, obra escrita por el filósofo surcoreano Byung-Chul Han, es publicada en castellano en el dos mil catorce. Han reflexiona que cuando el tiempo se vuelve transparente, el presente se hace perpetuo.


Por: José Guillermo Mártir Hidalgo*


L as imágenes se vuelven transparentes, cuando se liberan de sentido y profundidad. Las cosas se vuelven transparentes, cuando se liberan de singularidad. La sociedad de la transparencia es una nueva forma de uniformidad.

La transparencia de la lengua acelera la comunicación, pero, la senda narrativa es opaca y no transparente. Sin narrativa, el tiempo se disuelva en diversos presentes atomizados. La pretensión del fin de la vida privada es errónea, ya que toda relación humana requiere de la zona oscura y desconocida del otro. El autor sugiere contraponer la ignorancia a la transparencia. Pues quien reflexiona no conoce y va hacía el conocimiento.

En la sociedad de la transparencia hay una pretensión al bienestar total, pero, el espíritu humano nace de la fortaleza del sufrimiento, de la que la sociedad positiva huye. El amor cae en este proceso de transparencia ya que parte del placer, entendido a una sucesión de situaciones agradables y excitantes. La política es en esencia estrategia, lo cual requiere secreto. La política que pretende ser transparente es apolítica, pospolítica y antipolítica. La transparencia política está destinada, a conservar lo establecido y pierde su pretensión transformadora. La transparencia no deja espacio a la opacidad y la verdad supone, la existencia de lo falso. La transparencia es opuesta a la trascendencia.

La sociedad de la comunicación requiere anular la distancia, la reflexión y la crítica. La falta de distancia, es el fin de la mirada porque anula la contemplación. Creer que la falta de distancia es cercanía es un error, por el contrario, es la aniquilación de lo cercano. La cercanía, requiere una lejanía de la cosa. La sociedad de la transparencia es enemiga del placer, ya que este requiere del displacer.

Considerar la transparencia como camino a la belleza es un yerro. Lo bello necesita de lo encubierto. La desnudez se vincula a los sublime y a la creación, pero, el cuerpo exhibido pornográficamente, pasa de los sublime a lo insignificante. El erotismo se diferencia de la pornografía, por su condición de tensión entre lo visible y lo no visible. A la pornografía le falta seducción.

Hay dos categorías de análisis de la imagen: studium, lo que se expone y punctum, la conmoción que produce. A la fotografía uniforme le falta punctum. Estas son imágenes pornográficas, son todo studium, no apasionan y solo generan un “me gusta”.

La sociedad de la transparencia es cálculo, no pensamiento. El pensamiento requiere de una negatividad que lo transforma.  El cálculo es la suma de datos.      La transparencia es vacía, para llenarla, se vuelca en ella una masa de información que no genera ninguna verdad.

La sociedad de la transparencia es vivencia y no experiencia. La experiencia es transformadora, la vivencia no modifica. En la experiencia encontramos al otro.          En la vivencia nos encontramos nosotros mismos. El mundo actual ha perdido distancia teatral y se ha sumido en la cercanía de lo íntimo. La exposición de la intimidad tiene como correlato la caída de la vida pública. La falta de sentido de la esfera pública, se ha vuelto a la exposición de lo privado.

Los procesos sociales carecen de sentido cuando son excesivos y superfluos por hiperactividad, hipercomunicación e hiperproducción. La luz absoluta de la transparencia carece de transcendencia. La luz de la negatividad es color y el color es diferencia. La luz absoluta aniquila la apariencia en la sociedad. No hay lugar para el arte, la simulación y la poesía.

El filósofo y sociólogo francés, Jean Baudrillard, consideraba el fin del panóptico del filósofo y jurista inglés, Jeremy Bentham, a finales del siglo veinte. Han discurre que lo que Boudrillard no sabía era que, estaba comenzando el panóptico digital. El panóptico es control visual de pocos sobre muchos. El panóptico es propio de la sociedad disciplinaria del siglo diecinueve y veinte. Es un control correccional desde del centro a la periferia. Los habitantes del panóptico sabían que estaban siendo vigilados. En cambio, los habitantes del panóptico digital del siglo veintiuno creen estar en libertad, colaboran en su control como fruto de su deseo, el control va de arriba hacia abajo y en todos los sentidos, la vigilancia se vuelve reciproca.

El poder y la transparencia no se llevan bien. El poder requiere de espacios secretos y ocultos. La lógica del control reciproco aniquila la libertad y la uniformiza. La confianza se contrapone al control total digital. Confiar anida su propia negatividad. La transparencia aparece cuando desaparece la confianza. La sociedad de la transparencia es la sociedad de la desconfianza. Hay necesidad del control.

En la sociedad de la transparencia, hay una pérdida de valores como la lealtad y la honradez. En la sociedad de la transparencia domina la lógica de la sociedad del rendimiento. Su habitante no requiere de dominación externa para rendir. Él es su propio explotador, en la creencia de gozar de libertad. La sociedad de la transparencia, no da lugar a la construcción de comunidad. Ya que encontramos individuos aislados con algún fin, pero, sin espíritu común.

*Psicólogo salvadoreño

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