Los pronombres de Dios: la Iglesia anglicana estudia referirse a Dios con género neutro

En el ámbito de las religiones, las concepciones sobre la divinidad han mostrado una notable diversidad a lo largo de la historia.


Por: Fabian Acosta Rico*


E n la religión taoísta, por ejemplo, el Ser supremo, conocido como el Tao, es percibido como una unidad primordial que trasciende las categorías duales. Esta noción de la divinidad representa una armonía perfecta entre los principios opuestos del Yin y el Yang, y sus manifestaciones como el tigre y el dragón, lo masculino y lo femenino. Este enfoque dualista, aunque aparentemente contradictorio, en realidad refleja una integración profunda de las fuerzas cósmicas.

De manera similar, en la mitología mexica, el dios eterno, Ometéotl, es considerado el principio creador del cual emergen otras deidades. Ometecuhtli representa el día y la masculinidad, mientras que Omecíhuatl simboliza la noche y la feminidad. Estos ejemplos ilustran una visión de la divinidad que no está estrictamente ligada a una sola categoría de género, sino que abarca una multiplicidad de aspectos.

En muchas religiones antiguas, la divinidad primordial es conceptualizada como una unidad que da origen a los elementos fundamentales del universo. En la mitología japonesa, por ejemplo, los dioses Izanagi e Izanami trabajan juntos en la creación del mundo, demostrando una visión de la divinidad que también integra aspectos de la dualidad cósmica.

El judaísmo, particularmente en su tradición cabalística, presenta una visión diferente. La Cábala, una corriente mística dentro del judaísmo, describe la creación como un proceso que emana directamente de Dios a través de las diez sefirot o emanaciones divinas. En esta tradición, la creación no requiere la intervención de una deidad femenina, reflejando una concepción de la divinidad que es unitaria y transcendente.

En el cristianismo, la representación de Dios como Padre es central en la doctrina. Los evangelios del Nuevo Testamento, como Mateo 6:9, donde se dice «Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre», y Marcos 14:36, donde Jesús se dirige a Dios como «Abba, Padre», refuerzan la imagen de Dios como una figura paternal. Este enfoque también se refleja en Lucas 10:21, donde Jesús alaba a Dios como «Padre, Señor del cielo y de la tierra». En este contexto, la representación de Dios como Padre está profundamente arraigada en la tradición cristiana, y se asocia con la figura de la primera persona de la Trinidad.

La reciente discusión dentro de la Iglesia Anglicana sobre el uso de pronombres neutros para referirse a Dios ha generado un intenso debate. Desde 2023, esta iglesia ha establecido dos comisiones para explorar la posibilidad de abandonar los pronombres masculinos. La propuesta surgió a raíz de la sugerencia de la reverenda Joanna Stobart, quien abogó por un lenguaje más inclusivo en los servicios religiosos. Este cambio implicaría reemplazar términos como «Padre celestial» por opciones neutras, con el objetivo de reflejar una visión más inclusiva de Dios.

La propuesta de cambiar el lenguaje litúrgico ha encontrado resistencia dentro de la Iglesia Anglicana. Ian Paul, miembro del Sínodo General y del Consejo de Arzobispos de la Iglesia de Inglaterra, ha argumentado que la Biblia utiliza pronombres y metáforas masculinas para describir a Dios, y cambiar estos términos podría alterar el significado teológico. Paul sostiene que la sustitución de «Padre» por «Madre» o cualquier otro término neutro podría desviar el significado tradicionalmente asociado con la figura divina.

No obstante, la Iglesia Anglicana no es la primera en abordar el lenguaje inclusivo en contextos religiosos. La Iglesia de Suecia, desde 2017, ha recomendado a sus clérigos que utilicen solo el término «Dios», evitando los pronombres masculinos. Fundada por el rey Gustavo I y con cerca de 8 millones de miembros, la Iglesia de Suecia es presidida por la obispa primada Antje Jackelén, quien ha declarado que Dios está más allá de las categorías de género humano. Este enfoque refleja un intento de representar a Dios de una manera que trascienda las limitaciones de género.

La Iglesia Anglicana también se ha puesto al día con las cuestiones de género en décadas recientes. En 1984, permitió el sacerdocio femenino, y en 2014, autorizó que las mujeres pudieran convertirse en obispos. Además, en 2018, la Iglesia Anglicana introdujo una liturgia para marcar la transición de género de una persona, y recientemente aprobó una bendición para matrimonios del mismo sexo, reflejando un compromiso con la inclusión y la igualdad.

El que ahora la jerarquía eclesiástica anglicana quiera cambiar los pronombres masculinos de Dios y que esté considerando no referirse a Él como Padre, más que una reforma doctrinal forzada por el debate entre teólogos, da la apariencia de ser una nueva puesta al día con los tiempos postmodernos, marcados por la inclusión, el protagonismo de las minorías y el combate frontal al patriarcado y a todas sus expresiones culturales, incluida la de concebir a Dios como Padre. Estamos ante la eterna disyuntiva: la doctrina debe adecuarse a los signos de la cultura impuesta o dominante o es la realidad la que está obligada a remodelarse como lo marcan la Verdad revelada.

*Universidad de Guadalajara – México

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