¿No logras un sueño profundo? Estas pueden ser las causas

El insomnio es uno de los trastornos que más desequilibrios produce a cualquier edad. Conocer las razones que te impiden dormir bien es el primer paso para disfrutar de un buen estado de salud física y mental.

E l diagnóstico del insomnio puede ser primario o secundario. En los informes médicos, el que representa el porcentaje más alto de casos es el primero. Eso significa que no se ha podido identificar la causa, al menos no desde un criterio médico (aunque existan ciertas sospechas).

En esas situaciones, un diario de sueño puede ayudar muchísimo a que se conozca con más detalle cuál es el verdadero problema que está interfiriendo en ese descanso.

Por otro lado, cuando los despertares durante la noche responden a una cuestión física o psíquica se le denomina insomnio secundario o psicofisiológico.

En esa segunda denominación se incluye aquel derivado de un estado de ansiedad que nos lleva a permanecer despiertos incluso estando extremadamente cansados. Y dentro de este apartado es posible hacer una segunda clasificación: insomnio favorecido por factores internos (aquellos que se generan en el propio organismo); e insomnio debido a causas externas, del entorno en el que descansamos.

Por tanto, se trata de poner el foco en posibles alteradores o disruptores del sueño. Para ello, es recomendable llevar un diario de sueño. En él conviene hacer especial hincapié en los factores que consideras que te están afectando y detallarlos a conciencia. A continuación, y con la ayuda de los consejos que te proponemos más adelante, es el momento de tomar medidas para que dejen de impedir tu descanso.

EL PODER DE LAS EMOCIONES

Depresión e insomnio suelen estar tan unidos que en las consultas de Atención Primaria los médicos ya cuentan con protocolos específicos que ayudan a averiguar si un paciente que se queja de no poder dormir está sufriendo en realidad una tristeza incontrolable. De hecho, se sabe que uno de cada tres pacientes que consulta por no poder pegar ojo tiene, en realidad, una depresión no diagnosticada. 

Tal y como avanzábamos, el estrés está también muy presente. El 90% de los casos de insomnio se relaciona con factores emocionales. Existen numerosas estrategias que te pueden ayudar a sobrellevarlo, pero de momento lanzamos una reflexión: nunca esos «bajones» de ánimo servirán para mejorar una situación de por sí negativa; antes al contrario, la empeorarán. Si te sientes desprotegido ante cualquier problema, si te dejas llevar por la negatividad y el pesimismo, la salida se verá cada vez más lejana. Además de que inconscientemente harás menos por acercarla (porque tu mente ya habrá decidido que no vale la pena esforzarse).

Y, mientras tanto, el insomnio se apoderará de tu cama. Por eso, vale la pena enfocar todo el esfuerzo y las ganas en encontrar maneras de erradicar tanto la tristeza como la ansiedad o el estrés y, al menos, lograr un sueño reparador y las energías suficientes para afrontar los problemas de la vida. Lo que viene siendo el «ocuparse» en lugar del «preocuparse».

En otro orden de cosas, hay que mencionar que tener problemas respiratorios, una diabetes mal controlada, el reflujo gastroesofágico, el síndrome de piernas inquietas o el dolor son otras causas internas que pueden provocar un déficit de sueño.

RESPETAR LOS RELOJES BIOLÓGICOS

La temperatura corporal varía dependiendo de la hora del día; y lo mismo ocurre con otras muchas funciones del cuerpo. Por eso, todo lo que hacemos (nuestro descanso e incluso nuestro estado físico) se produce en función de un ritmo biológico concreto.

Sí, es el reloj interno al que hemos hecho referencia anteriormente. O deberíamos decir relojes internos, porque ahora se sabe que no solo el cerebro tiene el privilegio de albergarlo: también el corazón, los pulmones, el páncreas…

A todos ellos hay que hacerles caso (es cuestión de aprender a escuchar al cuerpo y estar atentos a las señales que envía), pero sobre todo al reloj del cerebro. En concreto al que se localiza en una zona llamada hipotálamo: conviene ir a dormir cuando el tictac de ese cronómetro cerebral se desacelera (coincide con la caída del sol) y ponerse en marcha cuando su compás es más rápido (de nuevo se sincroniza con la naturaleza y nuestros biorritmos se estimulan con los primeros rayos de sol).

Hay muchos factores que alteran el compás que marcan esos relojes orgánicos, desde la edad o el sexo de la persona, pasando por la cantidad de horas que se exponga al sol o el hecho de que haya hecho un viaje transoceánico. ¿Sabías, por ejemplo, que más de la mitad de los estudiantes tienen «desincronizado» su reloj biológico? Parece que la razón de ello es que generalmente se van a dormir tarde (pasadas las 23 o 24 h) y tienen que madrugar para asistir a las clases, con lo que ni descansan lo que deben ni cumplen bien los ciclos que marcan el día y la noche.

  • Conclusión: conviene que modifiquen esos hábitos y se vayan a dormir antes para descansar lo que conviene y poder tener un rendimiento adecuado en clase.

Fuente: SaberVivir

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