Una cartera de trabajo y previsión social

Que cae en una acción ministerial abusiva para dialogar, arbitrar y conciliar derechos laborales y libertades sindicales


Por: Róger Hernán Gutiérrez[1]


L a cartera ministerial que tiene bajo se responsabilidad los derechos humanos laborales y sindicales, sigue en el limbo decisorio en el nuevo ejercicio de Bukele. Algunos opinan que no habría alguna diferencia en la persona que siga o que pongan en cambio, en tanto el autoritarismo bukeliano no deja lugar a un nombramiento por capacidad e idoneidad y a la idea de un desarrollo progresivo de los derechos laborales en el país.

Como en casi todo el mundo, tales derechos que tienen estrecha vinculación con la producción de bienes y servicios; y la productividad para mejorar la economía nacional, son de acuerdo al pensamiento neoliberal pasado y el actual (3.0) una tranca y oposición a la ganancia y al lucro de pequeñas élites económicas que se lo llevan todo; sin que el MTPS diga en algún momento esta boca es mía.

El reparto de las migajas vía el rebalse anterior o por los ejes de acumulación actuales, incluyendo en esto al clan bukele, deja un panorama para la cartera de trabajo bajo una autocracia reinante, una labor totalmente insustancial y de poco provecho jurídico y administrativo para la organización sindical, en su ejercicio de representatividad y reivindicativo, de negociación colectiva y de un diálogo social con características de decencia, equidad y en pro de la justicia social.

Por qué el Ministro Castro, no muestra interés y no logra cohesionar, en un marco de derechos, el mundo del trabajo local y nacionalmente; y llevarlo a un plano exitoso; donde la economía crezca, sea viable y sostenible para bienestar de las poblaciones laborales que producen y hacen la riqueza bajo un régimen ayer y hoy de salarios bajos, nulidad de derechos e incumplimientos del régimen legal imperante; así como ejercer dilaciones en los registros de las diferentes organizaciones sociales y, arbitrariedades que llevan a un estado de indefensión y abusos, por cuanto ahora se pagan los servicios administrativos de toda índole, supuestamente para hacerlos viables y en el marco de una supuesta imparcialidad laboral.

El Ministro Castro, sigue con su lógica de prepotencia, poco acceso a los servicios de inspección, conciliación y arbitraje laborales, manifiesta una cerrazón para propender a impartir justicia para todos los intereses laborales involucrados que se conjugan en los diferentes procesos productivos del país.

El ámbito laboral ha sido históricamente una realidad a la que no se le ha querido dar la importancia que amerita, y las personas a cargo de dicha cartera han sido claramente designados por la empresa privada. Cuando se ha pretendido buscar además de la competencia, el conocimiento, defensa y aplicación de la ley laboral, la capacidad de diálogo para poder conciliar los intereses en las relaciones sociales de producción, no ha sido posible.

Prevaleciendo los intereses identificados por la ganancia y a la parte laboral se le deterioran los intereses identificados con la estabilidad, salarios justos, condiciones de trabajo optimas, y el mejoramiento de prestaciones sociales y económicas.

Hay en la práctica un impedimento, claramente político partidario, de parte del Ministro Castro (gana, nuevas ideas) de otorgar los espacios de la ley laboral en igualdad para todas las agrupaciones sindicales existentes; sin embargo, el Ministro cuando le ha convenido ha salido en la defensa o en el ataque a la demanda y/o petición político-laboral, que plantea el momento de coyuntura, así tenemos los vínculos con las maras, a aquellas organizaciones sindicales y sociales que no estaban de acuerdo con su directriz; la decisión de separar a quienes le apoyan—que son convocados o recibidos para el planteamiento de problemas diversos socio laborales— y los grupos disidentes que no comulgan con su forma de llevar el trabajo ministerial.

Ha realizado hasta ahora un funcionamiento selectivo y en mucho se observa que ha pretendido llevarlo sin mucha autonomía ministerial—es un ministerio con pocos recursos presupuestarios—pero con un alto contenido de politización a su interior, el Ministro por momentos se convierte en el dirigente de asociaciones municipales y otros agrupamientos, pero claramente ha definido que antes de demandar y/o quejarse en el marco socio laboral, debe pasarse por el camino del asesoramiento de CAPRES; si aquéllas no son del agrado presidencial o no contribuyen al trabajo del Presidente Bukele, la demanda es desvalorada, rechazada, deslegitimada y, denigrada la acción de los grupos que lo demandan.

El Ministro Castro ha ofrecido un instituto de capacitación sindical, apertura al tripartismo, puertas abiertas, a los procesos expeditos de los servicios laborales, reformas laborales y otras. Pero ha anulado al sindicato que no es afin y, ha ido socavando el ejercicio reivindicativo a lo interno para mejorar las condiciones administrativas del personal del Ministerio. Y ha marcado con fluorescencia a quienes no comulgan con dicha gestión o sea “en casa de herrero, cuchillo de palo.”

[1] Sindicalista salvadoreño

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