Libro: LA PSICOLOGÍA COGNITIVA DE LA CORRUPCIÓN

POR: JOSÉ GUILLERMO MÁRTIR HIDALGO

Kendra Dupoy, economista política de origen estadounidense y Siri Neset, psicóloga política de nacionalidad noruega, son las autoras del estudio “La Psicología Cognitiva de la Corrupción: explicaciones del comportamiento no ético a nivel micro”. Las autoras, investigadoras del instituto noruego Chr. Michelsen, inician presentando el paradigma técnico alternativo de la Psicología Cognitiva, para explicar el comportamiento corrupto.

Parten del enfoque de la política pública sobre corrupción: La Teoría de la Elección Racional. Dicha teoría plantea que la corrupción se basa en el cálculo, en una estrategia y en el comportamiento egoísta. Pero Daniel Hakneman sostiene que, los seres humanos, susceptibles a una variedad de bases cognitivas, moldean su proceso de toma de decisiones y comportamientos sin ajustarse a predicciones de decisiones racionales y enfoques funcionales. Por eso se han buscado enfoques alternativos, para entender los catalizadores de comportamiento corrupto. Esta búsqueda se ha enfocado en los determinantes psicosociales y la influencia de las normas grupales.

Efectivamente, para entender la toma de decisiones, la psicología cognitiva se ocupa de los factores que afectan el procesamiento de información, como los individuos interpretan y organizan la información, la utilización de esquemas mentales, la preminencia de las emociones y el contexto social. De lo anterior se establecen cinco puntos principales: Los individuos con algún grado de poder son más propensos a actuar corruptamente, las personas pueden actuar de manera corrupta cuando pueden obtener beneficios personales, ante buenas recompensas los individuos son propensos a aceptar riesgos, la corrupción es más aceptable con narrativas de racionalización y, la culpa puede hacer menos vulnerables a los individuos a realizar acciones corruptas.

Para el estudio de la corrupción es fundamental el poder, sin poder no hay corrupción. El poder o autoridad sobre los procesos de toma de decisiones por parte de ciertos individuos, crea una ventana de oportunidad para el comportamiento no ético. Los individuos que tienen una percepción del poder “personalizado”, podrán utilizarlo para perseguir objetivos centrados en beneficio propio. Las personas sin poder, pueden actuar corruptamente por obediencia o por recompensas esperadas.

Los individuos con mayor autocontrol y desarrollo moral cognitivo, son más propensos a tomar decisiones éticas. Le Teoría del Comportamiento Planeado estudia la percepción individual, acerca del grado de control que ejerce sobre ciertos comportamientos. La confianza en sí mismo de comportarse de determinada manera, influye en la probabilidad que un comportamiento ocurra.

La corrupción es un comportamiento potencialmente riesgoso, por la probabilidad de ser descubierto y castigado. Las mujeres tienen una mayor aversión al riesgo. Los hombres se encuentran en más interacciones propensas de corrupción. Aquellos que tienen poder, son más propensos a tomar riesgos.

La Teoría de las Perspectivas habla de las actitudes hacía el riesgo, el cual dependen de la probabilidad de ganar o perder en una situación particular. Cuando los individuos están en situaciones difíciles, tomaran decisiones no éticas, para prevenir malos resultados o perdidas. El sesgo de optimismo puede falsear el juicio de las personas. La gente que se involucra en actividades ilegales, son propensas a pensar que evitaran el monitoreo, la detección y el castigo.

La gente racionaliza y justifica sus comportamientos futuros y pasados, para hacerlos más aceptables a ellos y a otros. Los individuos que se involucran en actos de corrupción, usan constructos sociales para legitimarse ante sus ojos.

La emoción es un componente y conductor de creencias, percepciones, decisiones y acciones. Las llamadas “emociones morales” influencian el comportamiento corrupto. La culpa reduce la tendencia a actuar corruptamente. Un fuerte sentido de responsabilidad por el bienestar del grupo, se correlaciona con sentimientos de culpa y vergüenza.

Las implementaciones de medidas para el combate de la corrupción son: provisión de información, medidas de integridad y rendición de cuentas, recompensas por comportamientos éticos y procesos de toma de decisiones.

Los individuos son más propensos a actuar corruptamente, cuando les falta información sobre sanciones por actuar incorrectamente. Las medidas que mejoren el flujo de información acerca de los costos individuales y sociales de corrupción y castigos por corrupción, ayudan a desmotivar a individuos a actuar corruptamente y desalientan la tentación de racionalizar los actos de corrupción. Para evitar deslices éticos y áreas grises que faciliten la corrupción, debe haber definiciones claras de la corrupción, los cuales deben ser comunicadas y repetidas constantemente dentro de las organizaciones.

Los códigos de conducta pueden ayudar a recordar a los individuos con poder, a actuar limpiamente. Se deben crear estándares claros y mínimos para el comportamiento ético. Los mecanismos de rendición de cuantas son necesarios, para exigir a los individuos con poder a dar cuenta de los abusos de poder y ayudar a prevenirlos desde el principio.

El éxito de las campañas anticorrupción punitivas se centra en reformas secuenciales que preparen a las élites para perdidas, permitiéndoles reducirlas. Asimismo, recompensar a la gente por comportarse éticamente, en lugar de solo castigar el comportamiento no ético. Debe haber una sincronización y progresión de las medidas anticorrupción dirigidas a la sociedad en general y a las élites políticas. Si no se sincronizan bien, las campañas anticorrupción podrían suprimirse entre sí. Dupoy y Neset consideran que, las motivaciones psicológicas de corrupción son un campo emergente y requieren mayor investigación en dos vías: comprender los efectos psicológicos de la corrupción en individuos y estudio de casos de entes políticos.

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