La Independencia: más allá del símbolo y los desfiles

La independencia, un acontecimiento que se celebra con fervor, ha sido reinterpretada a lo largo de la historia como un acto simbólico de libertad y soberanía.


Por: Miguel A. Saavedra


S in embargo, es esencial cuestionar para quién ha servido realmente esta independencia y qué cambios concretos ha traído a la sociedad salvadoreña hasta nuestros días.

Desde el proceso de independencia, se observa una transición de poder de los encomenderos de la corona española a un pequeño grupo de elites criollas, quienes, tras estudiar en el extranjero, impusieron un modelo europeo en un contexto que no lo requería. Este cambio no fue una verdadera emancipación, sino un nuevo patrón de dominación que resultó en la fragmentación de la federación provincias de Centro América, donde El Salvador quedó como un territorio limitado, y por arreglos oscuros de los patriotas la nueva república  se conforma con menos de quince por ciento del antiguo istmo de centroamericano con sede en Guatemala.

Ese acto político de un 15 de septiembre de 1821, redactado por una pequeña minoría de mestizos, criollos y algún indígena pasó a ser irrelevante y con poco impacto para la mayoría de los habitantes; simplemente paso a ser la nueva forma del reparto de la tierra y las riquezas generadas en los países de la federación centroamericana, es decir «solo cambió el patrón» paso de ser el conquistador español al grupo criollo local.

Los efectos de la independencia trajo de forma inmediato, guerras menores entre países que querían la continuidad de la federación y los que celebran el fin de la era colonial. Ese acto político  que pone fin del gobierno colonial convirtieron  «a cada población en estado soberano», también trajo subsecuentes luchas internas por la tierra, la destrucción de la propiedad colectiva indígena y ejidal, el desorden social y la decadencia económica.

Los llamados libertadores, lejos de liberar al pueblo, perpetuaron una nueva forma de esclavitud. La expropiación de tierras ejidales y realengas de comunidades indígenas y campesinas marcó el inicio de un ciclo de despojo que culminó en el reparto territorial de extensas zonas agrícolas para el cultivo del café, dando vida a una oligarquía criolla que monopolizó la riqueza y el poder.

En este contexto, en una de las haciendas del libertador firmante del acta de independencia el llamado prócer José Simeón Cañas surge la figura de Anastasio Aquino, el «Rey de los Nonualcos». Su resistencia ante las condiciones laborales opresivas y los altos impuestos lo convierte en un símbolo de la lucha popular de los ladinos e indios. Aquino, al liderar una campaña de resistencia que duró entre octubre de  1832 y enero de 1833, en la zona central del país (San Vicente y La Paz) se convierte en el primer revolucionario de base en la historia de El Salvador, desafiando la narrativa oficial de la independencia.

En los gobiernos posteriores a la independencia, el poder se configuraba de manera arbitraria, compuesto por un grupo selecto que incluía a los propietarios de tierras. Estas personas, representantes de las familias terratenientes de la época, recibían privilegios y leyes especiales que les permitían dirigir y organizar la nueva economía rural. Su enfoque estaba centrado en los productos de exportación, lo que favorecía sus intereses y los de su grupo.

El flujo de inmigrantes europeos comienza  partir de los años 1869 y 1872, donde la mayoría de ellos se integran a las familias dominantes, participando de la hegemonía de la estructura política oligárquica. En poco tiempo controlan las actividades comercial exportadora del café y por esta posición les es fácil controlar las relaciones financieras con el exterior y el hecho de conocer el mercado exterior les da ventaja e influencia sobre los gobiernos locales.

Hacia el final del siglo, las fortunas personales que la mayoría de  estos inmigrantes habían adquirido ,les elevaron a los rangos de las familias de terratenientes más ricas que se  vieron inundadas con una mezcla cosmopolita de apellidos nuevos como Hill, Parker, Sol, Schonenberg, Soundy, DAbuisson, De Sola ,Dalton, Deiniger y Duke principalmente. Los anteriores con las nuevas condiciones políticas favorables de independencia política, libre intercambio, libertad total de acción para el gobierno nacional ayudaron a conformar las actitudes de aquellos que volvieron a reconsiderar el uso de la tierra de El Salvador, a finales del siglo XIX reproduciendo la misma lógica de su antecesores españoles en las propiedades ahora retomadas por ellos.

En 1856 se fomenta la producción de añil, como una actividad que dieron en llamar «actividad que constituye la riqueza de la nación». La tenencia privada de las tierras representadas por las haciendas y su organización tenía que ser protegida y fomentada por las leyes, para garantizar la productividad alrededor de 4 productos  consagrados: El añil, caña de azúcar, el algodón y la crianza de ganado. Y por el lado de las fincas: En primer lugar el café, caco y el bálsamo.

Entre los años 1851 y 1858, se pusieron en subasta tierras públicas de varias partes del país (tierras comunales y ejidales despojadas de sus  antiguos propietarios campesinos e indígenas).Dando fin a la propiedad individual y colectiva que tenían generaciones de la población mestiza e indígena que había luego de la independencia y convirtiéndolos en colonos de haciendas y fincas de los nuevos propietarios por ley.

Después de 1850 los bosques en extensas zonas del país se clarearon  masivamente por la tala y los incendios provocados para tener  terreno apto para el Café, con el aval gubernamental. Una década después continuó con bastas bosques naturales en lo que hoy es el valle de Zapotitán al poniente de San Salvador despejando grandes territorios a gran escala. Desde marzo de 1882, donde se abolió legalmente el sistema ejidal. Una vez destruida y desarticulada la estructura agraria que abolió todo aspecto de tenencia, uso o asentamiento ejidal o colectivo por considerarla «antieconómica» o que impida el «desarrollo» y desde ese momento se dio paso a la abolición de la posesión comunal de la tierra en favor de la propiedad privada de la tierra. Y la instauración de la acumulación originaria de la oligarquía en El Salvador hasta nuestros días.

La ley agraria de 1907, creó los jueces agrarios que quienes  podían apresar al campesino que no cumplía con los días obligatorios de trabajo, además de expulsar a los arrendatarios y colonos intrusos de las propiedades privadas  y llevaban el control de todos los jornaleros de cada pueblo. Y para ello los funcionarios contaban con el apoyo del ejército para llevar a cabo su tarea décadas después crearon un cuerpo especial para ese trabajo que se llamó GN (Guardia Nacional). Desde 1940 el paisaje costero se transformó con plantaciones de algodón y crianza de ganado a gran escala. Las llamadas familias principales en sus mayorías descendientes directas de prominentes familias criollas de los días coloniales como clase social ha sido capaz de mantener una posición dominante durante el tiempo en la sociedad. Y desde el punto de vista político casi todo miembro de la clase alta, se ha incorporado a la política haciendo valer su posición social y abolengo histórico.

La vieja aristocracia aún está presente en los grupos hegemónicos del s XXI en El Salvador solamente ha trascendido del sistema agroexportador de los siglos dieciocho y diecinueve , al sistema bancario y corporaciones de bienes y servicios en el siglo veinte y mutado  a las transnacionales de bienes y servicios, capital accionario vinculado a las TICs del nuevo siglo.

La historia de El Salvador se caracteriza por la entrega de sus recursos y la traición a las promesas de desarrollo por el progreso rentable para ellos. Ya desde 1840 donde los gobernantes de la nueva patria tenían puerta abierta y control total se legisla favor del café cultivo que desplaza a las exportaciones del añil que se enviaba a España, desde la privatización de su sistema ferroviario que cedió su usufructo a cambio de una deuda a la corporación inglesa (Railway Company of Central América) CIRCA  que lo devolvió a FENADESAL cuando ya era obsoleta pues ya habían carreteras viales modernas que cruzaban el país de punta a punta ,hasta la cesión de recursos valiosos a empresas extranjeras, este paisito nuestro ha visto cómo se despojó de sus tierras ejidales y comunitarias para beneficiar a una nueva oligarquía cafetalera, incluyendo a figuras como Gerardo Barrios, un poderoso cafetalero que también fue víctima de la ambición de sus propios aliados quien fuera ajusticiado por  salirse del mandato de la dictadura de aquel momento.

Hoy en día, los puertos han sido cedidos, y se prevé que las zonas de exploración y explotación minera, así como las áreas costeras, se transformen en complejos turísticos, campos de golf y la zona rural antes productoras  de comida  en urbanizaciones exclusivas de alto costo.

Luces, Cámaras y Corrupción: la nueva forma de celebrarla.

Hoy, esta conmemoración se ha transformado en un espectáculo de «Luces, Cámaras y Corrupción», donde los líderes políticos que dirigen hoy ven a la patria  como el lugar ,la forma  y los momentos propicios para sus riquezas, en lugar de abordar las realidades del país, se limitan a preparar discursos vacíos, repletos de frases clichés y promesas engañosas. Su retórica se basa en datos inflados y amenazas a quienes cuestionan el modelo de desarrollo que ellos mismos imponen, como si el bienestar del pueblo dependiera exclusivamente de su visión distorsionada y míope

La independencia, en este contexto, lejos de ser un símbolo de libertad, se ha convertido en un mecanismo de control social que perpetúa la ignorancia y la complacencia. En lugar de empoderar al pueblo, la celebración de la independencia se ha transformado en un mero ritual que oculta la realidad de un país que sigue siendo vendido al mejor postor.

Esto pone de manifiesto que la narrativa de independencia es cuestionable. ¿Qué tipo de independencia se puede afirmar cuando el país está constantemente en venta, bajo el control de intereses ajenos?

Cada evento histórico ha tenido sus propios héroes, sus villanos y traidores, pero lo esencial es aprender de cada proceso, de las acciones de sus protagonistas y del legado que debemos rescatar. Este legado es crucial para transformar la vida de las futuras generaciones, guiándose hacia un camino de reflexión y crecimiento. Al final, lo que realmente importa es la enseñanza que podemos extraer de nuestra historia y cómo podemos utilizarla para construir un futuro más esperanzador.

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