Para las naciones en general el segmento que conforma la juventud entre su población constituye un capital invaluable, porque aseguran el relevo generacional y el futuro mismo para el estado en cuestión.
Por: Luis Arnoldo Colato Hernández
E n tal sentido respaldarlo con una formación educativa de calidad es capital, que en teoría debiera a su vez promover la construcción debido a ese relevo antes referido, de sociedades más justas e igualitarias, que por extensión fomenten una ciudadanía global, razón por la cual su potencial se ha de valorar, y, en consecuencia, no pasar desapercibido [CEPAL].
Observemos que destacamos no solo el tema de la educación, de acuerdo al proyecto establecido entre los estados miembros de la ONU en la CEPAL, para un futuro sostenible, del que nuestro país es suscriptor, también el que debiera redundar por extensión en la generación por antonomasia de ese modelo educativo a desarrollar, de una consecuente redistribución de esa riqueza global que por ahora solo se la ha apropiado menos del 0,2% de la población, lo que es permanentemente señalado por estas entidades.
Entonces la clave es la educación, que es el recurso que les provisiona no solo de los conocimientos y las habilidades necesarias para que los jóvenes que ahora se forman en básica, se inserten socialmente, con los suficientes dominios cognitivos para ello, como además para que se garantice la concreción de esos grandes fines descritos arriba.
No es difícil calcular que nuestro país tiene para con esos fines acordados en los diferentes tratados que sobre el tema nuestro país ha suscrito, una deuda extraordinaria.
Veámoslo con mayor claridad.
El 40,41% [2,321,631 personas/ ohchr.org] de la población en el país son jóvenes menores de 18 años, y 51,4% de la población total menor de 30 años, de entre los cuales hasta un 26% ni estudia ni trabaja [con hasta el 47,7% sin haber superado el 4º grado escolar – fundaungo.org.sv], contando el promedio en general apenas 7,2 años de estudio de acuerdo al MINEDUCYT, sin conocerse el porcentaje exacta sobre ello, y con menos del 3% del PIB orientado a la manutención de educación por parte del estado salvadoreño, el cual ha sufrido este año incluso un recorte equivalente a $338,6 millones, correspondiente al 28,32 % en relación del año anterior.
Claramente los objetivos para el desarrollo suscritos por nuestro país, no pueden ser alcanzados en las condiciones que ahora nos encontramos, las que son enteramente un tema administrativo, es decir, dependientes por entero de las decisiones que internamente el gobierno ha asumido para definir la senda “del desarrollo” que se propuso.
¿Por qué? Porque las decisiones que tome el gobierno en ese sentido parten de las prioridades que se tracen para construir el futuro para el estado salvadoreño, donde teóricamente los jóvenes sean contemplados como prioritarios.
No es el caso. Se ha favorecido desde el modelo económico el privilegiar a las élites económicas, mientras es pospuesta la atención al relevo generacional. ¿Podemos seguir aceptándolo sin hacer nada? No debemos.
*Educador salvadoreño