México: Manuel López Obrador se va entre aplausos y vivas

La primera batalla de López Obrador no fue contra los mil millonarios sino contra los pobres, varios de ellos que murieron calcinados, que abrían hoyos en las tuberías de los conductos de combustible para robar gasolina y venderla para poder comer.


Por: Miguel Blandino


F ue un inicio doloroso, muy doloroso, que nos dejó estupefactos. Fue la primera batalla en la que vimos a los soldados de la Secretaría de Defensa rodeando sin atacar a los civiles.

No era un arranque para presumir. Más bien se veía una mano dura contra los pobres, como decía la prensa burguesa. Pero la mano dura que comenzaba a mostrarse era dirigida contra la corrupción y la organización del mundo criminal.

El apartar a la gente de esa peligrosa actividad que producía incendios y lesiones al tiempo que se comenzaba a darle a esos pobres los bonos, becas y pensiones, con el mismo dinero que se ahorraba PEMEX al desaparecer el robo y el gasto para reparar las tuberías.

El combate al huachicol es simbólico para mí porque a la vez que se protege y ayuda al pobre, se protege y ayuda al Estado para que la riqueza pueda distribuirse de manera organizada, legal y segura entre los más necesitados.

Justamente en esos días desapareció la pareja gobernante de Puebla, cuando su helicóptero se cayó e incendió diez minutos después de haberse elevado en un viaje de rutina hacia la Ciudad de México.

Fue un accidente extraño. Hubo dudas en la identificación de los cuerpos, agravadas por la desaparición de unos cuerpos de cadáveres no identificados de la morgue de la ciudad de las mil iglesias. La gobernadora y su esposo ex gobernador se leían a la cabeza de las investigaciones contra la corrupción que los había convertido en mil millonarios.

¿Se murieron, huyeron? Misterio. Pero la lucha contra la corrupción en la política iba en serio.

El manotazo sobre la mesa de la anti corrupción fue más grande cuando se puso fin a los privilegios fiscales y se obligó a los ricos a pagar impuestos como debe ser: nada de devoluciones ni de perdones. Igual que los pobres que no pueden evadir al fisco, los ricos tienen que pagar.

La persecución implacable de todos los corruptos permitió ahorros impensables. Y, de esa forma, se pudo gobernar sin agarrar nueva deuda, invertir en la creación de grandes, medianas y pequeñas obras y en los programas sociales de ayuda directa para los más pobres.

Al principio fue el huachicol, hoy, más de nueve millones de personas que vivían en la pobreza han salido de esa condición. Parece un cuento, pero es verdad. La justicia se ejerce desde el poder y el poder es de la clase que lucha por alcanzarlo.

INAUDITO.

Desde el fraude electoral que terminó con la ilusión del pueblo cuando votó por Duarte y terminó en el exilio, el golpe de Estado al General Romero y el derrocamiento a balazos de Tacho  Somoza, pasando por las botargas burlándose de Salinas y hasta bombas molotov, siempre espera un presidente que por lo menos pueda irse entre el desdén de la gente, por lo menos que lo olviden pronto los desconsolados.

Nunca una despedida entre aplausos y vivas, canciones y arpas. Risas y duelo, agradecimiento eterno y promesas de cuidar su herencia. Así se va Andrés Manuel a La Chingada.

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