Esa responsabilidad primera

La acumulación de la riqueza originaria es un proceso permanente que enfrenta a las élites con las mayorías.


Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*


E l juego es simple: aparentar legalidad en los supuestos emprendimientos de esas élites.

Hagamos memoria. En el decenio de los 70’s del siglo 19, se adelantaron en el país una serie de medidas ejecutadas por el también ilegal régimen de entonces, para legalizar la expropiación de sus tierras a algo más del 90% de la población de aquellos días – eran las tierras ejidales que fueran de su propiedad desde tiempo inmemorial y que el emperador Carlos V les asegurará mediante la figura del ejido para continuarlo siendo “por siempre y para siempre” en aquel decreto del imperio.

La excusa esgrimida por aquel régimen como por las élites que lo fraguaron, era el supuesto de que eran tierras ociosas, por lo que se imponía ponerlas a disposición del desarrollo económico de la nación, bajo el esquema de esa nueva institución: la hacienda.

Esta entidad es introducida para repartir las tierras ejidales entre los nuevos dueños, las infames 14 grandes, que ni fueron 14 ni eran grandes.

Esas familias consumaron la más vil ejecución de nuestra historia, pues no solo dejaron sin hogar a aquellos salvadoreños, además sembraron la semilla de la conflictividad que padecemos desde entonces en el país, por lo que podemos afirmar que son las responsables originarias de todas las muertes asociadas a la violencia social registrada desde esos días, comenzando por las 35,000 muertes del alzamiento del 32.

Para perpetuarlo, pues se trata de continuar en posesión de la riqueza que se apropiaron y acumulan gratuitamente desde entonces, como de impedir los proceso legales y las consecuentes condenas por las decenas de miles de asesinatos que provocaron para asegurarlo, de cara a la posibilidad de que se instituya un estado legítimo, no solo han impedido y negado nuestra memoria histórica, castrando para lograrlo al modelo educativo y en particular tergiversando esa memoria [mediando el revisionismo que ahora vemos que el régimen que nos mal gobierna intenta imponernos], corrompiendo a los jóvenes, lo que les ha garantizado durante 92 años, impunidad, y por extensión, su instalación cultural.

Si cuestionamos a cualquier bachiller por nuestra historia, nos toparemos con que la mayoría no la conoce, o, su abordaje no ha sido interpretativo, por lo que en su mayoría no entiende sus implicaciones, y la desestima como simple cuento.

Ahora bien, la inseguridad como la violencia social son una consecuencia patente de aquellos eventos, pues a las carencias fundamentales de alimentos y demás, debemos sumar el de la institucionalidad, lo que provoca en la ciudadanía que la legalidad le sea ajena y ausente.

Las implicaciones son las que vemos en lo cotidiano: la desigualdad estructural generadora de violencia, que no provoca un compromiso social para resolverlo, lo que es consecuente con la violencia represiva del orden para perpetuarse.

Así, los que esperan que las élites edifiquen la justicia social, lo harán hasta morir, porque solo la tendremos con la participación colectiva.

*Educador salvadoreño

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