Los resultados de las elecciones en Estados Unidos pueden gustar o no, pero lo que no va a suceder es que sean algo inocuo. Todo lo contrario. Para el mundo lo que pase en los Estados Unidos de Norteamérica sigue siendo relevante, y será así hasta que su poder sea borrado de la historia.
En el caso de América Latina, con sus poblaciones fascinadas por la pantallita de tiktok, las domesticadas por las iglesias y convencidas de que la política es sucia, los estadounidenses pueden dormir tranquilos porque no van a producirse cambios sustantivos.
Hay suficientes Lulas, Boric en la izquierda y muchos más Milei, Rodrigo Chavez o Noboas en la derecha. Para los norteamericanos, América Latina pacifica no es un asunto de sus relaciones internacionales sino uno de tipo doméstico, “hemisférico”, le dicen eufemísticamente.
Por eso usaron a Lula para tener a Venezuela fuera de los BRICS. Por eso a Evo lo acribillaron ¿por órdenes del camarada Arce? Por eso a Correa lo traicionó un camarada llamado Lenin. En El Salvador, por eso mismo, al FMLN lo traicionaron sus propios dirigentes dejando que creciera en su interior un lobo que se los comió vivos.
No así en el resto del mundo. Esa es tierra de conquista. Es territorio de expansión o de defensa de esos dominios de ultramar.
Las manifestaciones de Tel Aviv para sacar a Netanyahu eran realmente a favor de Donald Trump; con ello la guerra va a quedar congelada. Lo siguiente va a ser el juicio político al corrupto mata niños.
El otro que no va a poder dormir es el cómico Zelenski de Ucrania.
Trump necesita frenar la guerra para concentrar el dinero en la recuperación de la economía interna. Los llamados “demócratas” y los llamados “republicanos” y sus guerras de conquista y la especulación financiera crearon una economía que fue en busca de mano de obra barata y empobreció a la gente real. Al llevar las empresas a China, obtuvieron enormes ganancias para sus dueños, desarrollaron a China y la prepararon para crecer. Hoy ya se ha convertido en una amenaza real. Trump quiere evitarlo, pero para eso primero ha intentado desde su anterior mandato que todas las empresas vuelvan al territorio nacional.
Incluso las bravuconadas y el mostrarle los dientes a México tiene que ver con la pretensión de evitar la presencia de empresas chinas en su territorio. El “nearshoring” incluye a México.
Pero hay un elemento del sistema de especulación financiera que conspira gravemente contra el fortalecimiento de la economía real: el capital del crimen organizado que se lava en los circuitos bancarios, aseguradoras, bolsa de valores y compite deslealmente contra las empresas reales que no tienen fuentes de financiamiento ilegales.
Ese es el secreto del respaldo ciudadano a Trump. Es el mismo sentimiento fascista y nazi: el nacionalismo. El secreto de la popularidad de Perón o Mussolini no era su hermosura física sino que fueron capaces de revivir el orgullo de un pueblo humillado. Por eso, poner al país ante todo ha ganado respaldo masivo.
Lo que es bueno para los Estados Unidos, sin embargo, es malo para el resto del mundo. Y, en algunos casos, puede ser malo para los proyectos personales de algunos tiránicos aprendices de reyes.
Para Bukele, en esta esquinita del mundo, su única salvación será que Donald Trump escuche a Elon Musk, pero si el recién electo cumple su promesa de atacar al crimen organizado internacional, Bukele estará en reales problemas.
Lo que preocupa en El Salvador es que Trump inició su campaña diciendo que Bukele es un mentiroso que dice que tiene un plan de seguridad eficaz pero en realidad lo que ha hecho es mandar a los criminales a los Estados Unidos.
Y si Bukele se quiere entregar a China buscando protección la única riqueza que le puede dar es territorio para bases militares, porque no produce los alimentos que China necesita desesperadamente, ni metales o minerales o hidrocarburos o gas.
El mercado salvadoreño es tan ínfimo que ni vale la pena comparado con la relación comercial que El Salvador tiene con los Estados Unidos. O sea, Bukele si o si tiene que seguir unido a los Estados Unidos e Israel, alejarse de China y rogar a Satanás para que Trump se olvide del problema de las drogas.
Pero resulta que la Fuerza de Tarea Vulcano que Trump creó para investigar a las pandillas ya está dando resultados. El juicio contra los líderes de la Mara Salvatrucha solo se retrasó para esperar el resultado de las elecciones.
América Latina va a seguir expulsando gente y El Salvador puede ser ofrecido nuevamente como “tercer país seguro” para recibir migrantes devueltos por los Estados Unidos mientras duran sus juicios. Pero Bukele necesita deshacerse de los pobres para pretender el milagro económico. De hecho, ya compró el terreno donde va a construir su primer palacio real.
En Bukele hay nerviosismo. Está enredado como consecuencia de los resultados. Atrapado sin salida.