Toda estructura política partidaria responde a un interés primordial. La izquierda política tiene por propósito legitimar a los trabajadores. Son entonces los trabajadores su razón de ser, su causa, la motivación que da lugar a su existencia.
Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*
Esto es así porque la dialéctica social impone la lucha de clases como motor, gestor del desarrollo socioeconómico cultural de las sociedades, lo que por extensión implica concienciarse en torno a qué clase social pertenezco, a mis deberes para con ella.
Una vez finalizada la guerra fría y con la disolución de la Unión Soviética, occidente se embarcó en el proyecto neoliberal, que desmontó la institucionalidad, dando al traste con los proyectos democratizadores.
Dicho de otro modo; la avaricia de las élites financieras dieron paso a una exacerbada avaricia, que busco una concentración de la riqueza sin paralelos en la historia, sin casi resistencia de la clase trabajadora por la caída de los proyectos progresistas, que además vieron agravados con la supresión obligatoria del estado de bienestar, que esas mismas élites vieran innecesario, porque fuera creado como respuesta al progreso en materia social alcanzado por el campo socialista, negado siempre desde occidente, pero que supuso un nivel de vida para los trabajadores, por mucho superior al de occidente en el mismo momento histórico, constatable en los datos que sobre esto aún se conservan y no pueden ser negados por nadie.
A la par de aquella debacle surgió un malicioso discurso que afirmó junto a la caída de la CCCP, la virtual obligatoriedad de alinearse con aquella, sin cuestionamientos y por entero, completo sometidos.
Fueron los días en los que las privatizaciones impusieron su paso, junto a los masivos despidos y la consecuente pérdida de derechos laborales y cívicos, en los que el estado retrocedió abandonando a la ciudadanía, cuando surgen y prosperan por omisión el hampa, el narco y las pandillas, y las principales ciudades se ven invadidas por anillos de la informalidad, que se toma las calles para sobrevivir.
De frente a esto, las organizaciones de trabajadores retroceden, se apocan, y la mayoría fenece, y son los partidos de derecha los que se apropian de los distintos escenarios, para defender y promocionar el derecho del patrono, de las elites financistas, para naturalizar el despojo como recurso político de la derecha, y la aceptación de los trabajadores como única opción, resignados.
De cara a este escenario se impone la urgente recuperación de la conciencia de clase, por los medios necesarios para así lograrlo, desmontando el supuesto que implica que todo llegará, que no hay que buscarlo, que la organización y la educación son innecesarias, que la lucha de clases es un mito.
Y no es un mito, es la constante de la historia y supone algo elementalísimo: elevar el nivel de vida de los trabajadores, de sus familias, por medio de un estado fuerte, que dignifique dentro de la institucionalidad y construya desde la equidad. Es tan simple como eso.
*Educador salvadoreño