¿Te has preguntado por qué no te dicen quién será el dueño de los centros de abasto? Todo indica que va a ser otra mafia similar a lo que critican de «La Tiendona» o el Mercado Central.
Por: Miguel A. Saavedra
Es desalentador observar cómo la gente común, influenciada por la narrativa de los troles y opinadores del gobierno, repite y ataca rabiosamente a las humildes vendedoras de los mercados municipales, acusándolas de no vender productos a precios bajos.
Lo que muchos no entienden es que estas vendedoras simplemente trasladan al precio un leve margen del costo al que compraron los productos. No reciben subsidios del gobierno ni son empleadas del Estado. «Son trabajadoras que, al igual que todos, intentan ganarse la vida en un sistema que no les favorece».
Es una maniobra burda que aparenta estar solucionando el caos de los precios, pero sin abordar el problema de fondo. Es un alivio temporal a un problema recurrente que ya conocemos. La solución real pasa por fortalecer a los productores-agricultores locales para abastecer el mercado. Y por qué no municipalizar los agromercados para que esa dinámica comercial favorezca y contribuya las deterioradas finanzas municipales.
Es como si nos presentarán una película donde el héroe es el gobierno, que se preocupa por todos nosotros. Pero detrás de esa fachada, lo que hay es un juego en el que los beneficios se quedan en manos de unos pocos. La historia que nos cuentan es que están trabajando para mejorar nuestras vidas, pero la realidad es que, mientras algunos se enriquecen, otros apenas pueden llegar a fin de mes.
El gobierno anuncia que «gracias a sus esfuerzos ha bajado los precios de verduras, frutas y legumbres .
Estamos ante la manipulación de la deflación y subsidios como estrategia de control donde ciertos productos generan la percepción de un “buen gobierno”. Sin embargo, estos productos no representan un cambio real en la economía popular, ya que las personas, aunque los precios bajen, no compran más allá de lo necesario debido a la precariedad de sus ingresos.
La baja de los precios en esos pocos productos se dan por una «deflación artificial y temporal» y vinculada a factores estacionales, no a una política sostenida. Así, el Estado funciona como «intermediario» que impulsa la creación de una red privada de abastecimiento, reemplazando y debilitando los mercados públicos.
Manipulación de precios: deflación y subsidios ocultos
La deflación en ciertos productos agropecuarios es presentada como el resultado de políticas gubernamentales exitosas. Sin embargo, esta realidad es más compleja. El descenso de precios se debe en gran medida a la temporada de cosechas y, crucialmente, a la intervención del Estado en la cadena de suministro. Este control estatal no es sostenible a largo plazo y actúa como una mano invisible manipulada para favorecer intereses privados.
Pero mejor te explico más sencillo: la gente llega hoy a los agromercados y ven que los precios de los alimentos que compras , como el verduras y las frutas, han bajado varios centavos. Al principio, puede parecer una gran noticia, ¿verdad? Pero déjame explicarte un poco más sobre lo que realmente está pasando.
Primero, piensa en lo que sucede cuando hay muchas más frutas y verduras de las que la gente quiere comprar. Por ejemplo, si hay una cosecha increíblemente buena, los vendedores, para intentar vender toda esa producción, empiezan a bajar los precios. Eso es lo que llamamos deflación: la caída de los precios en general.
Ahora, en el hogar , tú y tu familia están enfrentando dificultades económicas. Si no tienen mucho dinero, probablemente solo comprarán lo básico y en lugar de 6 productos, llevan 3, ¿cierto?, Cuando muchas personas hacen lo mismo, los vendedores se ven obligados a bajar los precios aún más, porque no están vendiendo suficiente.
Aunque las verduras, frutas y legumbres sean más baratas, la gente no va a comprar más cantidad, ya que no tienen ingresos suficientes para abastecerse para todo el mes. El índice de la canasta básica es un indicador crucial porque mide la pobreza relativa (no poder comprar dos) y la pobreza extrema (no alcanzar para una) en un país. Por tanto, cuando la canasta básica sube, también lo hacen las estadísticas de pobreza.
El gobierno intenta intervenir en los precios del mercado, subsidiando apenas doce de los 22 productos de la canasta básica necesarios para vivir con dignidad. La canasta básica de El Salvador es la más limitada de Centroamérica, lo que hace que algunos precios se mantengan bajos temporalmente.
Sin embargo, si esos subsidios se eliminan, los precios volverán a subir, y eso será un verdadero problema. Ya podemos prever el escenario que se está preparando: cuando los precios de esos doce productos aumenten en unos meses, los agromercados subsidiados con precios y personal del gobierno desaparecerán.
La insana competencia hará que los mercados municipales, comunitarios y las tienditas quiebren, dejando solo los centros de abasto y los supermercados, que son sociedades anónimas de privados. Se consolidará así el monopolio del negocio agroalimentario del país; hacia allí nos llevan…
Sería más efectivo y barato subsidiar directamente al productor-agricultor local para contar con producción sin importaciones y dinamizar la cadena de distribución local, en lugar de seguir con este modelo donde los nuevos megacentros de alimentos serán manejados por sociedades anónimas, pero con fondos e instalaciones del Estado. ¿No te parece un negocio oscuro?
Y aquí viene otra parte complicada: si la gente empieza a pensar que los precios seguirán bajando, puede que decidan esperar y no comprar nada por ahora. Eso solo empeora las cosas, porque cuando los vendedores ven que no están vendiendo, bajan los precios aún más para atraer a los compradores.
Entonces, aunque al principio parece bueno que los precios bajen, la deflación puede llevar a problemas más serios en la economía. Puede resultar en menos empleos y menos inversión, lo que al final afecta a todos. Así que, aunque los precios más bajos son atractivos, es importante entender que no siempre significan que la economía esté bien.
Detrás de la magia y el espejismo: La realidad oculta del poder
¿Has notado que suelen decirnos que están haciendo todo por nuestro bien, verdad? Pero déjame explicarte la jugada: esta es la falacia ad populum. Utilizan nuestras emociones y percepciones para hacernos sentir que ellos son nuestros salvadores, cuando en realidad están manipulando el sistema a su favor. Así, el Estado se convierte en un recipiente para vaciar sus negocios privados, y nuestra confianza se erosiona poco a poco.
Con la instalación de los agromercados, el gobierno subsidia precios y actúa como intermediario, «coyote o topetero» de algunos productos, principalmente en frutas, verduras y legumbres, pero no con respecto a maíz y frijol porque ya hay cosecha local. En realidad, están usando al Estado para favorecer a unos pocos, a esos amigos y aliados cercanos en el poder.
Nos hacen creer que estas acciones son para ayudarnos a nosotros, la gente común, pero lo que realmente están haciendo es consolidar el control y manejar el negocio de los alimentos para dárselos a ciertos grupos.
La parábola del mal administrador y los precios bajos eventuales
En la parábola del mal administrador, narrada en el Evangelio de Lucas (16:1-13), Jesús, describe a un administrador acusado de derrochar los bienes de su amo. Ante la inminencia de su despido, este administrador toma medidas astutas: reduce las deudas de los acreedores de su señor para ganarse su favor y asegurarse de que lo reciban bien tras su destitución. Sorprendentemente, el amo alaba su astucia, no por su ética, sino por su habilidad para asegurar su futuro.
Esta parábola se convierte en un marco profundo para analizar a quienes utilizan posiciones de poder en beneficio propio.
Nos invita a reflexionar sobre cómo ciertos líderes y funcionarios, aparentando servir al bien común, manipulan los recursos públicos y el sistema económico para acumular influencia y asegurar su prosperidad personal. Donde los fondos del Estado, destinados al bien público, parecen manejados no para el bienestar, sino como moneda de cambio y herramienta de autopromoción de quienes deben administrarlos.
Los juegos oscuros del poder
Es de conocimiento público que tanto la familia presidencial como altos funcionarios del gobierno, incluido el presidente, invierten activamente en criptoactivos. Sin embargo, lo que la población desconoce es el origen de estos inagotables fondos. La falta de transparencia sobre la procedencia de estos recursos genera sospechas y preocupación entre los ciudadanos, quienes se preguntan si estos fondos provienen del erario público o de fuentes privadas no reveladas.
Como todos sabemos .El presidente, también administra una cartera en Bitcoin BTC, creada con fondos provenientes de préstamos a través de BANDESAL, anunció en un tuit en 2021 la meta de «invertir un BTC por día». Y de ahí surge la pregunta: ¿De dónde proviene este dinero? ¿Son fondos privados o provienen del erario público? ¿Y si hay ganancias, a cuál bolsa llegan?
Cuando los precios suben, el presidente celebra, pero a los ciudadanos no les informan si el beneficio regresa a las arcas públicas o termina en manos privadas. Por ejemplo, en la primera semana de noviembre, el valor de BTC alcanzó los 74 mil dólares por 1 BTC, pero la fuente de esta inversión masiva permanece en el misterio, generando sospechas sobre el uso indebido de fondos públicos.
Reflexión final
Es crucial que empecemos a cuestionar y a mirar más allá de las palabras. Entender qué hay realmente detrás de las decisiones que se toman es vital para construir un sistema justo, donde todos tengamos las mismas oportunidades, no solo unos pocos privilegiados. La transparencia y la rendición de cuentas deben ser pilares fundamentales en cualquier gobierno que realmente busque el bienestar de su población.
Actitud ciudadana
Exigir transparencia. Pues toda administración pública debe rendir cuentas claras sobre los fondos invertidos y sus beneficios.
Es importante que seamos críticos con esas «dádivas» que nos ofrecen. Debemos preguntarnos si realmente las bajas en los precios de algunos productos están mejorando nuestra calidad de vida, o si son solo estrategias para ganarse nuestra confianza mientras afinan y profundizan su política de «medicina amarga».
Hay que tener en cuenta que todo esto podría estar preparando el terreno para la continuidad de la próxima candidatura de su hermano. No podemos dejarnos llevar por la apariencia; es fundamental analizar qué hay detrás de estas medidas y cómo nos afectan a largo plazo.
Reflexiona sobre el bienestar real y pregúntate si estas medidas resuelven problemas de fondo o solo maquillan la precariedad existente.
Conclusión: un llamado a la reflexión y la acción
La parábola del mal administrador nos enseña que la apariencia puede engañar y que la verdadera naturaleza de las acciones se revela con el tiempo. En el escenario actual, la manipulación económica y la opacidad en la gestión de fondos públicos a través de inversiones en criptoactivos representan una amenaza silenciosa para la integridad del Estado y el bienestar ciudadano.
La generosidad que aparenta estar basada en el bienestar de la ciudadanía se utiliza como una máscara para ocultar los intereses personales y la especulación. En una economía frágil, donde las políticas públicas son maleables a los caprichos de quienes ostentan el poder, el ciudadano queda como mero espectador de un espectáculo donde las promesas de bonanza y estabilidad son tan fugaces como un tweet o el olor de sus onerosas fragancias importadas.
Es imperativo que como sociedad no solo reconozcamos estas dinámicas ocultas, sino que también actuemos con determinación para exigir transparencia, responsabilidad y ética en nuestros líderes. La verdadera fortaleza de una nación reside en la vigilancia y el compromiso activo de sus ciudadanos para proteger los recursos públicos y asegurar un futuro equitativo y sostenible para todos.