A palabras huecas y vacías sin contenido, oídos sordos, más indignación y una acción social y unitaria para revertirlo

Es muy claro que los elementos indispensables, fundamentales y suficientes para una férrea oposición ideológico-político, no están presentes en la organización socio-política existente en nuestra sociedad.


Por: Róger Hernán Gutiérrez*


E n tanto así, cualquiera estupidez, frases sin sentido, entrevistas en medios vendidos para oponerse a la verdad, entrevistadores(as) mediocres que proliferan sin tener credenciales válidas para ejercer una profesión muy importante como investigar, hacer crítica y comunicar con sabiduría la realidad imperante, son hoy de poca valía y sin nada que decir a la población trabajadora, que continúa en su día a día viendo como subsiste, y reforzando estribillos estúpidos como “si no trabajo, no como”.

Hemos visto y seguimos en lo mismo de siempre, pero ahora más agravado por el mensaje hueco, sin contenido, vacío de un consustancial sentido de la realidad: por quienes dirigen el gobierno, por partidarios de oposición insustanciales, por comunicadores y pensadores que están ausentes del discurso con datos comprobados, sin sustancia, sin contenido, nunca basado en la verdad, que provoque, que sea aceptado para generar compromiso social—pero que continúa yéndose por el camino más fácil, siendo para muchos estresante, agobiante, desesperanzador—simplemente porque no tiene el arraigo de ser algo de interés para los sectores mayoritarios y populares del país.

No encontramos algo que vaya rescatando la verdad en todo momento, se trata de una mentira tan generalizada, que al igual que la educación bancaria existente, va siendo depositada en la conciencia mínima y despojada del sentido crítico y autocrítico de la realidad que vivimos. Ello no nos conduce hacia un horizonte de provecho, que no sea sólo para un grupo reducido élite y acaparador de toda la riqueza existente en el país, y que valora con desprecio el empobrecimiento para muchos, que toma esta acumulación obscena de la ganancia.

Por más que pretendamos mirarnos como la Sodoma y Gomorra del pasado, que no va ser destruida, si al menos encontrásemos un mínimo de justos y justas que se indignen a diario por lo que está sucediendo en el país y en el mundo. Pero pareciera que la conformidad, el irla pasando es la respuesta a toda la inmundicia en la que estamos insertos y, no quedase más opción que seguirla respirando.

En tanto no hay en todo el derredor, el aire respirable de la pureza, que llena de energía y deseos de vivir y defender la justicia social en todo momento, y no sólo cuando nos vemos amenazados o somos atacados por la sin razón y el pensamiento acrítico que domina a plenitud los intereses de los justos y justas.

A dónde empezar, con quiénes actuar, dónde encontrar los liderazgos sociales e institucionales, creíbles, auténticos, independientes de empresas y gobierno, que hoy lo acaparan todo en su propio beneficio, dando un término elegante y eufemístico para no tildarlo de corrupción obscena; que destruye, arrasa, contamina, haciendo un presente inviable y de nulo provecho y beneficio para las actuales y nuevas generaciones, donde mucho de éstas, ya tienen el germen de la podredumbre incorporado—la imbecilidad del consumismo, de la desidia, de la introyección de la tecnología estúpida que domina las mentes y, va contaminando de insanidad el ejercicio del vivir con responsabilidad para si mismo y para con los demás que conviven dentro de una sociedad.

Mucha de las mentiras con su nombre eufemístico de “fake news”, nos invaden anulando la verdad de la situación, y casi convirtiendo lo bueno, lo noble, lo justo en malo y lo malo, mentiroso, dañino, como bueno y digno de adoptarlo para nuestras vidas.

Pero, todo en su mayoría es inmovilizante, nos vemos ahogados, amenazados, atacados por la falsedad dominante, por el discurso vacío, por el dúo entrevistador-entrevistado que no dicen nada que valga la pena y llenan el poco tiempo disponible con palabras vacías, en lugar de construir y darnos un mensaje de esperanza sobre la necesidad de unirnos, de convivir sanamente, encontrando la felicidad a diario, y que ello sólo es posible, oponiéndonos y cambiando el cáncer que nos mata.

La educación por hoy reflejo de una cultura egoísta, nada solidaria, desprovista de una intelectualidad sana, que luche por causas nobles y por la justicia social que debe imperar en todo momento; y dar paso a mejores opciones en la economía, en lo socio-laboral, lo político, lo medio ambiental, lo cultural; no tiene los suficientes recursos económicos, con la superestructura capaz de enseñar-aprender de manera crítica, creando las suficientes capacidades y competencias que asuman objetivamente el problema o situaciones problema de país, y vayan transformando en el proceso de legitimar un país por sus propios méritos y logros de la gente; y no por lo que el régimen define que debe creerse.

*Sindicalista salvadoreño

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