La degenerada corruptela practicada por el régimen, de sobra conocida dentro y fuera del país, ha dado paso a otro hecho grave: la aceptación de tratos entre el régimen y las pandillas.
Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*
En reciente visita a Costa Rica realizada por el ilegal ejecutivo, padeció una afrentado al no ser recibido por los presidentes de los órganos legislativos y judicial de aquel país, quienes no vieron obligatorio el recibirlo oficialmente, pues no se trata de un presidente legítimo, dando paso a una serie de curiosas entrevistas, poco difundidas en nuestros lares por precisamente el menosprecio hacia el pueblo, que está clasificado de acuerdo a sus cánones, a su altura ni con la dignidad para escuchar la admisión de las faltas presidenciales, reservadas solo para su círculo como para aquellos que ostentan la debida hidalguía y dignidad.
Después de divagar sobre la importancia del diálogo entre gobernados y gobernantes – de ahí la curiosidad de la tal entrevista, pues a éste como a todos los funcionarios irregulares el diálogo le viene a menos – , comenzó ya entrado en confianza, a dejar entrever entre los asistentes, a los que criteriaba como pertinentes, con el tal derecho por ser caucásicos, altos, barbados, y según él, sus iguales, de escuchar su grandilocuente delación de logros, que entre otros implicó poner a su disposición a las pandillas, que siempre negó.
En teoría del delito a esto se denomina Zaffaroni, y supone un arreglo entre un funcionario o funcionarios, y un delincuente, o delincuentes, para beneficiar al primero, y con prebendas para los segundos.
Ahora mismo se difunde como el gran logro de esta administración, el supuestamente haber sometido a las pandillas, mientras apenas el sábado 16 pasado el presidente de la asamblea, también del oficialismo, se enredaba explicando porque no se fundarán más escuelas, “…pues los palabreros esperan en la calle a los alumnos para enrolarlos…, ¿para qué entonces fundar más escuelas?”, que además de ser un tácito reconocimiento de que siguen operando, por extensión implica que la reducción de su accionar está ya pactada, para privilegiarse en el CECOT donde no serán violentados ni torturados de ser capturados.Una ganga ¿verdad? Ahora bien, la cuestión no es si hubo o no negociaciones con las pandillas, todos sabemos que las hubo, la cuestión es cuántas vidas inocentes supuso como cual fuera el coste de tales arreglos.
Es decir; la admisión de esa colusión entre el régimen y el crimen organizado debe dar paso a debidos procesos judiciales que determinen que culpa y en qué grado, los funcionarios del régimen detentan, así como establecer la ruta punitiva contra estos, para fincar con el proceso resultante, el precedente judicial que inhiba nuevos arreglos entre funcionarios de cualquier nivel y el delito organizado.
Dicho de otro modo, recuperar por la vía jurídica e institucional la confianza del soberano junto al respeto a la misma. Pues un mínimo de institucionalidad, inexistente ahora, es vital para que el estado salvadoreño, viva.
*Educador salvadoreño