Adorando al becerro de oro

El poder absoluto es, absolutamente perverso.  Y como tal, precisa de la mentira como combustible y como cortina de humo para imponer la perversión.  Y como parte de esa perversión; parte el idólatra de jugar con las necesidades y esperanzas de la gente.


Por: Edwin Felipe Aldana Aguirre


P ero las gentes, las personas son responsables de ceder, de sucumbir ante las mentiras del maligno; el cual siempre ha tratado a lo largo de la historia humana, de apartar a las personas -creyentes y no creyentes-, de las promesas verídicas de Dios y del recto humanismo.

Las promesas del Dios de Jesús, del Padre de misericordia son: Amor, alegría, paz, fe y justicia.  Las riquezas extremas y el poder absoluto, es lo que ofrece el demonio a Jesús cuando pretende tentarlo. Lc. 4,1-13

“Moisés no bajaba del cerro y le pareció al pueblo un tiempo largo. Se reunieron en torno a Aarón, al que le dijeron: “Fabrícanos un Dios que nos lleve adelante, ya que no sabemos qué ha sido de Moisés, que nos sacó de Egipto.

Aarón les contestó: “Saquen los aros de oro que sus mujeres, y sus hijos e hijas llevan en sus orejas, y tráiganmelos.” Todos se los sacaron y los entregaron a Aarón. Él los recibió y fabricó un ternero de metal batido.

Entonces exclamaron: “Israel aquí están tus dioses que te han sacado de Egipto.” Se lo mostraron a Aarón, el que edificó un altar delante de la imagen y luego anunció: “Mañana habrá fiesta en honor a Yavé” (…) Entonces Yavé dijo a Moisés en el cerro: Vuelve y baja, porque tu pueblo ha pecado. Bien pronto se han apartado del camino que yo les había indicado. Se han hecho un ternero de metal fundido y se han postrado ante él. Ex. 32,1-5.7-8ª

La mejor mentira es la que tiene una buena dosis de verdad: Dios nos ha regalado un gran tesoro… ¡Hay que aprovecharlo!  Pero resulta que el más grande tesoro que Dios nos ha dado, son nuestros hermanos y hermanas, son las criaturas, el agua, la vegetación, el viento, el sol y toda la creación entera.  La historia del oro solamente ha traído desgracia y muerte a los pueblos y la postración más abominable. El nombre de Dios no puede ser utilizado como herramienta de manipulación y menos pretender que Dios pone esas palabras en tu boca.  Los mensajes de Dios son como brisa suave y traen paz verdadera. Eso lo sabemos los cristianos y las personas de buena voluntad.  El Fariseísmo en su versión moderna actual, está vigente, de ahí la necesidad del discernimiento en la fe.

¿Sabía usted que hay una intención no escrita en los acuerdos de las mineras con los Estados, la cual significa que no habrá posibilidad de fiscalización en las zonas de producción? ¿Sabía usted, que nunca se podrá saber cuál es la producción real de dichas mineras?  Y sin saber la producción real cómo sabremos que el porcentaje que nos dejan será de un determinado tanto por ciento. Con ese ardid terminan dejando a lo sumo el 1% de lo declarado.  Y los salarios que no son buenos, terminan diluyéndose en la recuperación de la salud de los trabajadores enfermos, los territorios envenenados y destruidos porque ya no tendremos tierras aptas para la agricultura y las aguas estarán contaminadas. Pero eso sí, el pretendido enviado de dios y sus amigos, desde luego que verán relucir el oro.

El poder judicial en sus diferentes salas, y el poder legislativo de esta pretendida democracia, deberían meditar sobre el pasaje del juez malo: “En una ciudad había un juez que no temía a Dios ni le importaba la gente. En la misma ciudad había también una viuda que acudía a él para decirle: “Hazme justicia contra mi adversario”. Durante bastante tiempo el juez no le hizo caso, pero al final pensó: “Es cierto que no temo a Dios y no me importa la gente, pero esta viuda ya me molesta tanto que le voy a hacer justicia; de lo contrario acabará rompiéndome la cabeza”.

Y el Señor dijo: “¿Se han fijado en las palabras de este juez malo? ¿Acaso Dios no hará justicia a sus elegidos si claman a él día y noche, mientras él deja que esperen? Yo les aseguro que les hará justicia, y lo hará pronto. Lc. 18,2-8

Optar por la vida y no por la muerte, es tarea de todos.  La gracia que Dios nos da es un verdadero don y el don es tarea.  Nuestro compromiso con la verdad y la divinidad de la vida está y debería estar en el centro de nuestros corazones y de nuestras mentalidades.

En la carta del Apóstol Santiago vemos y deberíamos aprender que, no todo el que menciona el nombre de Dios, viene de Dios.

“¿Tú crees que hay un solo Dios? Pues muy bien, pero eso lo creen también los demonios y tiemblan”.

Qué la paz, la justicia y la verdad, nos lleven a ser una nación grande por su santidad.

*Investigador y docente universitario. 

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