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La minería y las reales consecuencias en la población

En días pasados, el ilegal ejecutivo anunció un plan de desarrollo para el país, basado en la explotación minera, que recordemos, fuera por decisión del último gobierno de arena, prohibida.


Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*


E l ex presidente Saca estimo que su reactivación además de suponer la contaminación de todo el territorio también implica la pérdida de ese activo, el oro, que por ahora se encuentra bajo la superficie del territorio, y que una vez sustraído de ningún modo será sumado a las reservas estratégicas de la nación, sino llevado como botín por las mineras que la extraigan, con la venia de este gobierno.

El discurso en cuestión implicó además que la tal reactivación implicará la generación de empleos, supuestamente de calidad, así como la consecuente prosperidad que más temprano que tarde vendrá aunada a ese expolio.

Ahora bien, esa narrativa alegre y entusiasta no supuso ningún compromiso para con estas afirmaciones, sino sólo asegurar que así resultará este arreglo, porque sí.

Muy bonito.

La realidad empero es diferente, pues si bien se generarán empleos, estos no serán permanentes ni de calidad, como que tampoco podrá ejecutarse respetando al medio ambiente.

Ahora mismo, otras mineras están extrayendo en Guatemala oro, y los trabajadores no han mejorado su nivel de vida, lo que cualquiera puede comprobar.

Vamos por partes.

El territorio centroamericano es de origen volcánico, por lo que la presencia de gases y minerales tóxicos, es patente – todos sabemos de la cantidad de personas que fallecen rápidamente al realizar excavaciones en razón de la presencia de metano y otros gases que son liberados en esas operaciones – , lo que se ve agravado por las neumoconiosis derivadas de la aspiración de los minerales asociados al oro, como el asbesto por ejemplo, lo que en el caso Guatemalteco ya degeneró en decenas de muertes por esta y otras causales asociadas a las labores mineras.

¿Y que si se ejecuta la labor con la debida protección?

La protección a este nivel es pobre, lo que la evidencia demuestra, pero además se ve agravado porque las mineras brindan una muy elemental protección y menor educación a sus operarios.

Esto se ve agravado por la masiva contaminación que ello supondrá para las fuentes freáticas, que eventualmente por la orografía territorial, simplemente alcanzarán al Lempa, y de ahí a nosotros.

¿Y qué del oro sustraído?

Los estudios apuntan a que son alrededor de 50 millones de onzas de oro las que se esperan recuperar, pero estas no se quedarán en el país.

Son lo que buscan las mineras, son lo que se llevarán para su particular provecho, dejándonos enfermedades, contaminación y mucha más pobreza.

¿Es que acaso no habrá beneficiados?

La experiencia global nos enseña que solo el ilegal ejecutivo y su círculo cercano serán los beneficiados, sumándole inmediatamente a lo que ya saquearon, permitiéndo marcharse a un lugar seguro y libre de los males ambientales que se desatarán.

¿Vale la pena?

*Educador salvadoreño

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