Horizonte sinuoso, turbulento, de mayor empobrecimiento y zozobra para quienes subsisten en el país

La sociedad salvadoreña continúa su rumbo hacia una economía en favor de los grupos oligárquicos que dominan el crecimiento económico; en la historia salvadoreña desde que el capitalismo se introdujo al país en el siglo XIX, cuando se inició el modelo agroexportador con la exportación del café, la situación nunca ha estado en favor de las personas que dependen de sus ingresos y que no tienen condiciones materiales de existencia que les garanticen la satisfacción de sus necesidades vitales—alimentación adecuada y nutricional; educación para alcanzar mejor formación técnica y profesional; mejoramiento de condiciones laborales para una sustentación salarial, prestacionales y de protección social que mejore su bienestar individual y familiar, una cobertura en vivienda, salud; con la capacidad de integración y participación al desarrollo económico del país.


Por: Róger Hernán Gutiérrez[1]


¿Por qué, ha sucedido en el país, una situación permanente de desigualdad, injusticia social y caracterizaciones de opresión, explotación laboral y sometimiento de las mayorías desposeídas, hacia poderes fácticos enquistados en grupos élites reducidos, que se llevan la riqueza producida por quienes la trabajan?

 Cuando se introdujo y asentó la economía agraria en el país y su modelo económico agroexportador (1870), con el cultivo del café; para potenciar su estatus de acumulación de riqueza el grupo terrateniente, tuvieron que ser favorecidos con despojos de las tierras ejidales, de posesión de la iglesia católica y de otros tipos de dueños, y para dejar el paso limpio, el gobierno favoreció con leyes que obligaran a la venta de terrenos a quienes se oponían. Esto hoy lo vemos a través de la manera como el impulso de cambios en la infraestructura va despojando los territorios que la oligarquía y su grupo dominante necesita para impulsar sus intereses de crecimiento económico. El modelo agroexportador fue decayendo en varias etapas del país y subsistió hasta 1989 con Arena y su modelo de libre mercado.

El crack mundial en 1929 resultado de la reducción de las divisas disponibles para costear bienes importados, tuvo como consecuencias de esta crisis la caída del precio del café; el gobierno rebajó los salarios y despidió muchos trabajadores públicos. El hambre y la miseria aumentaron. Algo hemos visto en estos tiempos donde el endeudamiento es de tal magnitud que como medida paliativa se han despedidos contingentes de servidores públicos en diversas instituciones y/o carteras de Estado; el salario mínimo y salarios generales se encuentran estancados y con poca movilidad por los niveles altos de inflación de precios y productos determinados, que provocan un nivel alto del costo de vida.

La 2ª guerra mundial, y sus impactos; esto y otras condicionantes posteriores trajeron una vena de industrialización, pretendiéndose un modelo de sustitución de importaciones, abriendo capacidades para promover la industria y el mercado interno, donde se pretendía reducir las importaciones de bienes de consumo final y, en la medida de lo posible, de materias primas y de bienes de capital, siendo estos bienes creados al interior de la economía. Esto se fue diluyendo, con la promoción del mercado común centroamericano—mcc—y su término a partir de contradicciones entre las oligarquías salvadoreña y hondureña, que dieron término a factores de mínima industrialización en la región centroamericana; que acabaron con la guerra de las 100 horas con Honduras.

Y luego el modelo agroexportador, se debilita con los fraudes electorales (1972) y los visos de reforma agraria y la férrea oposición de FARO-ANEP que obligó a retroceder y ante el golpe de estado de oct79, sin claros acuerdos económicos con la Junta Revolucionaria de Gobierno (1980), que permitieran la mejoría de condiciones socio económicas para la población marginada y excluida. Se rompe con la posibilidad de evitar la guerra civil; y esta se desencadena durando 12 años. Con Cristiani, se rompe con la lógica agraria completamente y las posibilidades de industrialización, dando paso a la apertura comercial, con la reprivatización de la banca y de las importaciones-exportaciones.

Como consecuencia se continúa con modelos económicos de acumulación de la ganancia en pocas manos—los grupos oligárquicos y modelos de libre mercado, que no contribuyen a la distribución de la riqueza y terminar con la injusticia social para los sectores mayoritarios y populares. El clan Bukele, ha continuado profundizando el modelo impuesto por arena, y va consolidando mayores términos de concentración de la riqueza; y el empobrecimiento generalizado, con degradaciones mayores de las condiciones materiales de existencia, representando así despidos, desalojos comunitarios, mayores términos migratorios hacia las zonas urbanas; nulo desarrollo económico, sostenible y autosustentable.

Esto claramente, llevará al país a profundizar el extractivismo y El Salvador saldrá de la moratoria legal hecho que es destacable y valioso, pero no suficiente; en consecuencia, la lucha de la población, la participación activa de amplios sectores sindicales, sociales, políticos, religiosos, etc., debe de nuevo obligar la no permisión de la minería metálica, y volver a reactivar el desafío de avanzar con la legislación, y no con su derogatoria, que le permitiría alcanzar la confianza y responder a los intereses de la gente y de la vida, y no del grupo oligárquico dominante.

[1] Sindicalista salvadoreño

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