Cuando el ilegal ejecutivo que padecemos anunciara discursivamente el valor que tienen las reservas de oro en el subsuelo del país, enfrentó una serie de preguntas incómodas, que reflejan el creciente rechazo al extractivismo minero, lo que zanjara con una simple sentencia que resume claramente su filosofía: ¿Qué me lo cobren electoralmente?
Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*
E l tema de la minería es un tema complejo para nuestro país, y no por los supuestos tesoros que alegremente alegan tenemos, sino porque el territorio salvadoreño es de apenas de 20,000 kilómetros cuadrados, el más densamente poblado de toda América, el segundo más deforestado del continente, también el más contaminado, y, con un solo río de importancia, el Lempa.
A esa ecuación debemos añadirle el crudo hecho de que no es cierto que exista algo como la minería verde, y menos aun la que ahora han dado por denominar minería responsable, pero lo que sí existe son los procesos extractivos a cielo abierto, cuando de sustraer volúmenes como los indicados se supone, implicando el uso de metales pesados como el arsénico y el mercurio, ambos tan volátiles como venenosos, que por su densidad ligera rápidamente se cuelan por las capas freáticas hasta el subsuelo, y desde ahí eventualmente a los torrentes acuíferos donde alcanzaran tarde o temprano a ese único río, el Lempa.
Esta no es una descripción interesada de la ruta que recorrerán esos metales, cualquier biólogo la confirmara en razón de la simbiosis que el todo, el entorno físico o inerte, tiene para con los organismos vivos, por precisamente constituir una relación directa.
Dicho de otro modo, cuando el ilegal ejecutivo alega que todo irá bien y seremos felices por explotar ese recurso, cómo el que los beneficios se distribuirán equitativamente, miente reiteradamente, como en todo lo que dice.
Lo que además podemos corroborar revisando todo lo que afirmo los pasados 5 años y tanto.
Por otro lado, cuando no se sustenta en evidencias porque carece de ellas, procura respaldarse en la supuesta garantía de la herramienta electoral, volviendo a mentir.
El juego electoral derivado del sistema electoral no existe en nuestro país, lo que quedó demostrado en el último proceso electoral habido en el país que no fuera otra cosa que un descarnado fraude.
Ese flagrante fraude no sólo violentó la voluntad popular vejando la institucionalidad electoral, conforma el último clavo en el ataúd con el que este régimen ilegal enterró a la Constitución, por lo que esa es otra falacia de su parte, otra mentira.
Y es que este ilegal régimen se ha caracterizado por además de constituirse una cleptocracia, ser mitómano compulsivo, con una desmedida apuesta financiera detrás de su narrativa sustentada por la mediática alquilada con el erario público.
Sin embargo y a pesar de apostarle en este proyecto la recuperación de su decadente estrella, el soberano no ha picado este nuevo anzuelo, mostrándose apático completamente al discurso del autonombrado rey filósofo.
Porque la mentira tiene patas cortas, y no puede, incluso con un pueblo como este, llegar lejos.
*Educador salvadoreño