¿Es vigente la lucha de clases en El Salvador?

Más que nunca. La lucha de clases es el pulso permanente entre las fuerzas productoras y los poseedores de los medios de producción, donde estos últimos se valen de los medios a su alcance para perpetuarse en el poder, mientras las fuerzas vivas procuran conquistar el poder deponiendo a los segundos.


Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*


C onstituye una dinámica en la que los poderes fácticos vigentes procuran agenciarse más poder, conformándose en un núcleo que dirige todo su actuar al solo propósito de acumular más riqueza y el poder, conformando esto su razón de ser, negando al resto sus derechos y arrebatándole sus haberes.

En nuestro país esto se manifiesta con la instalación de un estado que responde al solo propósito de garantizar los privilegios de esa élite financiera, de un modelo de acumulación de riqueza originaria que les responde solo a ellos, mientras se expolia y excluye al resto.

Tomemos un solo ejemplo que patentiza crudamente este hecho: la ley de extinción de tierras ejidales y su consorte, la ley contra la vagancia, ambas paridas en el decenio de los 70’s del siglo 19.

Esta fue promovida desde las clases pudientes desde inicios del siglo 19, logrando concretar su instalación en 1881, habiéndose concretado en el decenio anterior y bajo los gobiernos espurios de los Quiñonez, con la gestión de su títere, Teodoro Moreno, que pretendió brindar con su firma, carácter de legalidad.

Con esta el 72% de la tierra en manos hasta entonces de los pueblos originarios, pasaron bajo la justificación de que debían volverse “para el bien público” productivas, a manos de menos del 2% de la población de entonces, las tristemente célebres e infames, 14 grandes.

Así, de un plumazo y mediando una falsedad histórica se desposeyó de lo suyo al 96% de la población, los pueblos originarios, que siempre hicieron producir a la tierra, bajo los esquemas de conservación que desde siempre observaron, mientras, los criollos que pasaron a ser los nuevos dueños implementaron el modelo de roza y quema que agota rápidamente el recurso, despoja rápidamente de la capa superficial a la tierra, la verdaderamente fértil en el trópico y por su origen volcánico, volviendo a ésta y a la vuelta de pocos años apenas un erial.

A los despojados y en virtud de la segunda ley referida, se los ató a la hacienda, institución que naciera de aquella infamia, y que sirvió desde entonces para someter y controlar a los desposeídos.

En hechos como ese se originan los males que padecemos como sociedad. Ahora mismo se adelanta un nuevo proceso de despojo, y de nuevo es un gobierno espurio e ilegítimo el que lo ejecuta, abanderando el discurso de la bonanza para todos, cuando en realidad lo que hace es representar los intereses de los privilegiados de siempre.

Los mismos privilegiados que antes se apropiaron de las tierras ejidales, que negaron la reforma agraria, que se apropian de la riqueza mediante la instrumentalización del estado.

En contra de los trabajadores.

*Educador salvadoreño

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