Esencialmente a la tesis económica neoliberal argüida por Friedman que supone que el aparato de bienes y servicios al que le apuesta el modelo, puede operar con apenas el 20% de la fuerza laboral, la que además es por esta misma razón, prescindible.
Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*
E s decir sacrificable en razón de la vasta masa laboral desempleada y sin dominios técnicos, por lo que puede ser incluso chantajeada en razón de esas condiciones laborales imperantes, por lo que para conservar sus fuentes de empleos, que se encuentran pauperizadas en un alto porcentaje, se ve orillado a renunciar a fundamentales derechos para poder conservar su trabajo, mientras a la par el modelo exacerba las ganancias en detrimento de estos mismos trabajadores, cuyo poder adquisitivo en cambio y por el aumento exponencial del coste de vida debido a esas ganancias, se ve limitado en una proporción mayor, porque de otro modo, recordemos, está simplemente y de modo permanente expuesto a perder sus empleos.
Simple. Porque la apuesta del modelo se sustenta en el precepto económico de una mayor ganancia, producida por una menor inversión.
La riqueza expuesta de este modo, si bien es patrimonial, para el beneficio particular de alguien, se adquiere mediando el estado, que favorece la rapiña de esta élite privilegiada con sus recursos, bienes y recursos públicos, administrados y gestionados desde el estado, pero redirigidos bajo la visión neoliberal para el solo enriquecimiento de esas élites.
Verdaderos sátrapas que se nutren de parasitar a éste.
El estado entonces y bajo esta visión, ha dejado de cumplir con su cometido en el contrato social, para en cambio satisfacer solo a este segmento privilegiado, que se vale de los medios y recursos a su alcance para así perpetuarlo.
Examinemos. Los recursos a disposición del ilegal gobierno que gestiona al país, son por mucho más vastos que la suma reunida por todos los gobiernos que le precedieron, y en razón de la cantidad de contratos de créditos que ha ejecutado; sin embargo ni siquiera los gobiernos que administraron al país durante el conflicto se vieron en los apuros que el presente tiene, que ya lo urgió a cacerolear las arcas estatales – modismo utilizado por algunos economistas para referirse a que ya se agotaron los recursos, y no quedan ni las reservas – que es la razón tras las continuas negociaciones con la banca multilateral para adquirir nuevos paquetes de refinanciamiento.
Los tales recursos no han sido utilizados para revitalizar nuestra economía apostando por su recuperación por medio del desarrollismo, planteándose un plan quinquenal para la pequeña y la mediana industrias, no, y sí para seguir apostándole al modelo de bienes y servicios introducido por arena, que es un completo fracaso, y que nos ha vuelto por entero dependientes.
Así la apuesta gira en torno al enriquecimiento de esos pocos y la profundización de la precariedad de la vasta mayoría. Sin empleo y sin futuro. Porque cada pueblo padece lo que merece.
*Educador salvadoreño